Mujer rusa que vive en México: ‘Al principio se me hizo difícil’

Archivo personal
La moscovita Vasilila Malinka explica cómo es su vida en Mexicali, en la frontera entre México y EE UU. Ya ha aprendido español y a amar los tacos pero echa de menos algunas cosas de Rusia.

Conocí a mi pareja en París, en un curso de cocina. Es mexicano y cuando nos propusieron trabajar como cocineros en su país, decidimos ir allí.

Al principio se me hizo muy difícil. Estaba en otro continente y todo era diferente. Pero, con el tiempo, me fui acostumbrando y cuando volví a Moscú, año y medio después, me di cuenta de que echaba de menos México.

Aprendí rápidamente a hablar español, simplemente escuchando a la gente que tenía alrededor y viendo películas. Actualmente puedo cantar canciones y entiendo el 90% de lo que escucho. Pero mis amigos se ríen de mí, porque al parecer hablo español con un acento muy mexicano, con jerga norteña. Con mi pareja siempre hablo en inglés, pero con su mamá y sus hermanas lo hacemos en español. También necesito la lengua para trabajar y claro, conozco los términos de cocina.

Lo que me da rabia es que aquí nadie vaya a pie. Estoy acostumbrada a caminar mucho pero aquí hace mucho calor y todos prefieren ir en automóvil, y casi no puedes llegar a ningún lado sin auto. Ya me he dado cuenta de que echo de menos el metro. La única ventaja, sin reservas, es que aquí todo está cerca, mientras que en Moscú perdía una hora para llegar al trabajo.

El verano más caluroso es mejor que tener que llevar el abrigo de plumas. A veces aquí hace mucho calor, unas temperaturas a las que no estamos acostumbrados. Aunque, en cualquier caso, a mí me gusta que sea como un verano continuo y no tener que llevar un montón de ropa para salir a la calle.

Todas las fiestas se celebran en las calles y a casa no vienen ni los amigos cercanos. Esto fue raro para mí, porque si vamos como “invitado” a alguien, en Rusia significa que vamos a su casa. Aquí todo está adaptado para hacer fiestas en el patio, e incluso hay baños para los invitados.

Estaba acostumbrada a comer la misma sopa durante toda la semana, con la que se hacen provisiones. Recuerdo que en Moscú comprábamos productos para una semana en grandes tiendas. Los mexicanos piensan en la dieta solo por un día y van a la tienda cada día.

Ningún ruso ha comido en su vida tanto borshch como tacos comen los mexicanos. Adoran su comida nacional, en la que hay mucho picante, carne y tortillas. Los rusos comemos poco picante y no tenemos la cultura de echar salsas ni condimentos. Los mexicanos echan sal y chile hasta en la fruta.

Echo mucho de menos la pastilá y el té. Los mexicanos solo toman té caliente cuando están enfermos. Mi pareja, cuando viene a Moscú, siempre va a los restaurantes de comida georgiana, y ha aprendido incluso el nombre de algunos platos: jachapuri, jinkali, pjali.

Siempre siento algo de nostalgia, sobre todo en Año Nuevo. Obviamente para mí esta fiesta está vinculada al invierno. Me gustaría que cayera nieve en la ventana, de manera romántica y que después de medianoche fuéramos a la calle con la familia, tiráramos petardos y que jugáramos con bolas de nieve... Claro, extraño a mi familia.

A los mexicanos, al contrario que a los rusos, no les gusta discutir. Resulta el rasgo de carácter más sorprendente para mí y no me he acostumbrado a ello. Los rusos muestran su postura y la defienden hasta el final. A los mexicanos no les gustan los conflictos y transigen solo para evitar cualquier colisión.

Los rusos carecen de la alegría de la vida de los mexicanos. También nos gusta estar con toda la familia, pero sobre todo lo hacemos en vacaciones. Los mexicanos suelen organizar fiestas y grandes reuniones familiares. Celebran, literalmente, todos los días de su vida.

No puedo imaginar a los rusos cantando canciones populares en una fiesta. Los mexicanos son muy aficionados a las fiestas tradicionales, a los mariachis, y la gente puede escuchar durante horas esas voces fuertes sin, ni siquiera, hablar.

Los rusos piensan demasiado sobre los problemas. Una característica de los mexicanos es su liviandad. Incluso personas que no están acomodadas parecen felices. ¡Muchos creen que la vida es genial!

Dentro de poco mi novio y yo abriremos nuestro café en México. Ya hemos firmado el contrato de arrendamiento, ahora estamos buscando proveedores y desarrollando el concepto. Se llama Kalinka. Por un lado, es una referencia a Rusia, pero también porque nuestra ciudad se llama MexiCALI, y el estado, Baja CALIfornia. Tal vez hagamos algún tipo de especialidad rusa, pero estamos planeando hacer hincapié en los productos locales y el café.

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