¿Es normal tener sexo en la primera cita con una rusa?

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Los tiempos están cambiando, y hay de todo.

“Estábamos bebiendo en un bar donde nos habíamos conocido unas horas antes. Me pidió que fuera a su casa. No era mi tipo pero no veía cómo podía rechazar la oferta de una mujer si ella pedía abiertamente sexo y no me parecía repulsiva”, explica un hombre de Moscú, que cuenta una historia conocida para muchos: dos adultos se conocen por primera vez y terminan practicando sexo esa misma noche.

En Rusia algunas cosas son más complicadas de lo que parecen, y tener sexo en la primera cita, es una de ellas.

El juego del gato y el ratón

Según una creencia generalizada, las mujeres rusas prefieren no tener relaciones sexuales en la primera cita. La duda es la razón más habitual aunque puede haber muchas más. Algunos pensamientos sobre las posibles consecuencias negativas que puede tener una aventura de una noche parecen preocupar a muchas rusas. Obviamente, el sexo en la primera cita no arruina la vida de una mujer, pero muchas creen que no sienta un buen precedente.

“Las mujeres tienen una reputación que mantener y proteger. No pueden tener relaciones sexuales con todos los hombres con los que se encuentran”, explica Anna, una joven de 20 años de la región de Moscú.

Muchos creen que al hombre se le debe dar la oportunidad de “perseguir a su presa”. “Existe la percepción generalizada de que a los hombres les gusta conquistar a las mujeres difíciles”, afirma Elizaveta, que vive en Moscú y tiene 32 años.

Algunas encuestas muestran que muchos hombres rusos así lo creen. Una psicóloga que se ocupa de las relaciones entre hombres y mujeres afirma que el 25% de los hombres que entrevistó para su estudio reconocen que necesitan un período de “juego del gato y el ratón” antes de la primera relación sexual. Esto ayuda a preservar la reputación de una mujer y aumenta la autoestima de los hombres, que se sienten capaces de romper sus defensas. Según una creencia muy popular en Rusia, los hombres no aprecian mucho a las mujeres que “ceden ante los avances de los hombres con demasiada facilidad”.

Hombres de grandes ciudades como Moscú dicen que el resultado de esta encuesta es una tontería. “Las mujeres son iguales que los hombres. Tienen los mismos deseos. La única diferencia es que, por alguna razón, no es aceptable hablar de sus deseos”, explica Alexander, de 29 años.

¿La regla de las tres citas?

La mayoría de los hombres con los que hablamos están entusiasmados con la idea de poder tener sexo en la primera cita. Afirman que no pierden el respeto por las mujeres con las que se acostaron tras el primer encuentro. Tal y como dijo un moscovita, “la autoestima de un hombre aumenta”.

Para las mujeres rusas más modernas, la regla de las tres citas también está muerta. Para muchos, la primera cita es el momento adecuado, pero solo en circunstancias específicas. “Una mujer tiene relaciones sexuales en la primera cita por razones que van más allá de un hombre específico: fue un día difícil, quiere divertirse, su ex la engañó con su amiga y necesita vengarse, no ha tenido relaciones sexuales desde hace mucho tiempo, no tiene un lugar donde pasar la noche o simplemente decidió que era el momento adecuado para interpretar el papel de chica mala”, explica Victoria, de Moscú.

A menudo, para tener sexo rápidamente, lo que un hombre necesita es ser atractivo para una chica en particular. “¡Al final, las chicas también quieren sexo! A veces, tanto como los hombres”, afirma Julia, de 29 años. Cree que es posible que un hombre pierda el interés en ella si se acuestan en la primera cita, pero dice que tampoco tendría mucho respeto por un hombre con esa visión del mundo.

Sea lo que sea que haga un hombre, parece haber una regla básica para tratar con las mujeres rusas: no pidas sexo explícitamente. “No soporto las ofertas explícitas tipo, ‘vamos a mi casa’”, dice Alexandra, moscovita de 27 años.

La franqueza, ampliamente aceptada en muchas otras culturas, mata el estado de ánimo de los rusos. Te contamos una ilustrativa historia de una mujer rusa que vive en Alemania: “Un compañero de trabajo se me acercó (sé que está casado y que tiene un niño pequeño) y me preguntó si quería tomar una cerveza con él, en un bar o en su casa. Me dijo que le gustaba y que no le importaría tener sexo. ¡Fue tan extraño! En Rusia, un hombre habría invitado a una chica a tomar una cerveza, la habría llenado de alcohol y habría intentado seducirla o abusar de ella. Sigo sin entender lo que siento por esta cortés invitación”.

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