Viejos creyentes de Bolivia, Uruguay y Brasil viajarán al Extremo Oriente ruso

Estilo de vida
DMITRI GÓLUB
El objetivo es evaluar la posibilidad de volver a convertir esta región en su residencia permanente y saber más sobre algunos subsidios estatales rusos, que incluyen terrenos y capital.

Este verano, representantes de las comunidades de seguidores de los viejos creyentes (una corriente religiosa cristiana de tradición ortodoxa), que viven en Uruguay, Bolivia y Brasil, visitarán el Lejano Oriente ruso para evaluar las condiciones para su posible reasentamiento allí, según el portal Sakhalin.info.

El acuerdo fue alcanzado durante la visita de los representantes del Ministerio de Desarrollo del Extremo Oriente de Rusia y de la Agencia Rusa de Desarrollo de Capital Humano a los países de América del Sur.

“Hoy, sólo en Bolivia, en Uruguay y en Brasil residen casi tres mil rusos seguidores de los viejos creyentes. Muchos de ellos están estudiando la posibilidad de regresar a Rusia, especialmente al Extremo Oriente ruso”, declaró el director del Departamento de Desarrollo de Capital Humano del Ministerio de Desarrollo del Extremo Oriente, Grigori Smoliak, al portal Sakhalin.info.

Según él, muchos de los miembros de este colectivo se sienten inspirados por la experiencia positiva de los primeros viejos creyentes que ya regresaron y viven en la región de Amur y de Primorie.

El Gobierno ruso está dispuesto a asignar gratuitamente hasta 300 hectáreas de tierra para inmigrantes en las regiones de Primorie, si el terreno se utiliza para la instalación de granjas.

Los viejos creyentes podrán recibir subvenciones para instalaciones agrícolas, apoyo personal y adaptación, además de 240.000 rublos (1.910 dólares) para cada participante del programa de reasentamiento y 120.000 rublos (3.821 dólares) para cada miembro de su familia.

La política demográfica aprobada por el Gobierno para el Extremo Oriente ruso hasta 2025 prevé la creación de condiciones adicionales e incentivos para el reasentamiento de compatriotas que vivan en el exterior, incluidos los viejos creyentes, que pueden volver a la región para establecer allí su residencia permanente.

El Lejano Oriente ofrece nuevas oportunidades para los compatriotas, que podrán recibir su hectárea gratuita una vez realizada la fase de registro de ciudadanía. En ella podrán construir una casa y hacer negocios, incluso en el sector agrícola, por lo que apoyar a aquellos que quieren volver a su hogar es un hecho importante, dijo el ministro de Desarrollo del Extremo Oriente, Alexánder Galushka.

Hoy en día, 130 familias de viejos creyentes, que regresaron desde Sudamérica, viven en las regiones de Amur y Primorie y reciben subsidios estatales.

El Servicio de readaptación de los viejos creyentes utiliza todos los mecanismos más innovadores para el reasentamiento de los compatriotas, que en el futuro serán empleados para ayudar a todos los rusos que quieran volver a su lugar de precedencia, dijo el vicedirector de la Agencia Rusa de Desarrollo del Capital Humano, Denís Kuzin. 

En este momento varias familias de viejos creyentes ya están listas para mudarse al Lejano Oriente. El Consulado General de Rusia en San Pablo (Brasil) les está proporcionando apoyo en la preparación de los documentos necesarios.

Entendemos que este exitoso proceso será un ejemplo para decenas de miles de compatriotas nuestros que viven en el exterior, concluye Galushka.

En Rusia, la mayoría de los viejos creyentes viven en la región de Nizhni Nóvgorod (a 461 kilómetros de Moscú). Hay grandes comunidades también en otras seis grandes ciudades rusas.

La vida del grupo es muy cerrada: prefieren mantener los negocios en familia y no piden préstamos a los bancos. Los viejos creyentes se educan siguiendo reglas rígidas, tanto en la religión, como en el día a día. La vida de los viejos creyentes gira en torno a la Iglesia, y se centra en la comunidad y en el templo.

De acuerdo con el Ministerio de Justicia, hay 336 organizaciones religiosas de viejos creyentes registradas en Rusia.

Aquí te contamos la historia de los viejos creyentes rusos que llegaron a Bolivia en los años 80 del siglo pasado en busca de la paz.

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