Miles de creyentes ortodoxos están convencidos de que están poseídos por el Diablo. Cada semana personas de toda Rusia se dirigen a la única iglesia del país donde, con el permiso oficial de la Iglesia ortodoxa rusa, un sacerdote realiza ritos de exorcismo.
“¡Sé que estás aquí, Diablo!” el grito de una mujer resuena en el pasillo de la iglesia. Cinco segundos más tarde, el grito es reemplazado por el sonido de un candelabro que cae.
Alguien comienza a llorar y una joven con un chal blanco que se encuentra de pie, cerca de la salida, comienza a temblar y pone los ojos en blanco.
Todos los viernes, sábados y domingos se pueden ver escenas de este tipo en la iglesia de Pedro y Pablo en la ciudad de Sérguiev Posad (a 73 km de Moscú). Durante más de 30 años el rector de la iglesia, el Archimandrita German, ha exorcizado demonios y espíritus malignos. La iglesia está llena todo el año con creyentes de todas las regiones de Rusia.
“Toda persona sabe que el bien y el mal existen. Una persona religiosa ve en ese mal una amenaza real que puede dañar a una persona, la naturaleza y la sociedad. Algunos llaman a este mal un ‘demonio’, otros no, pero esto no cambia su esencia. En cualquier caso, el mal es un poder contra el que hay que luchar”, explica el padre Gueorgui Kochétkov, de la Iglesia ortodoxa rusa. (No trabaja en la iglesia donde ocurren los exorcismos.)
En su opinión, el rito del exorcismo es una de las formas de luchar contra el mal. Anteriormente, los exorcistas carismáticos utilizaban la oración para comunicarse con el Diablo (que pretende esclavizar y utilizar a una persona) con el fin de expulsar a ese demonio. Las oraciones ayudaban al pecador a liberarse de las malas acciones y pensamientos. Hoy en día, esto lo hacen a menudo los sacerdotes, que se dirigen a todos, no sólo a cada individuo, porque cualquier persona está inclinada hacia el mal.
Vista de un campanario en una iglesia.
Victoria RiabíkovaMedia hora antes del servicio, la iglesia recuerda a una discoteca llena de gente. Es casi imposible ver las puertas del altar. Están bloqueadas por cabezas cubiertas por coloridos mantones. Las cabezas rojas, grises, claras y oscuras entregan a los monjes velas y trozos de papel con los nombres de aquellos de los que deberán expulsar demonios.
“¡Déjenme pasar, vengo de Osetia del Norte!” [república rusa situada a 1.500 km de Moscú]; una mujer de cabello oscuro está tratando de pasar, entregando una larga lista de personas poseídas. Su marido resulta ser el más poseído de todos.
Un joven monje canta la oración: "Señor, ten piedad". Entonces, el Archimandrita German aparece y comienza a leer el sermón.
La voz resuena por toda la sala y cada parte se lee dos o tres veces, lo que hace que el discurso monótono sea aún menos comprensible. Algunas porciones audibles resultan comprensibles: no fumes, no envidies a la gente, no engañes a tu esposa o no te pintes las uñas. Es el esmalte de uñas lo que anima a los hombres a cometer libertinaje. El Diablo poseyó a Hitler, Napoleón y hoy se ha trasladado a la televisión rusa y a Internet, lo que nubla nuestras mentes y almas.
El archimandrita finalmente lee la lista de nombres de aquellos que necesitan un exorcismo:
"Demonio, suplicando para que se vaya de Vladímir, suplicando para que se vaya de Natalia, suplicando para que..." Periódicamente, los nombres se repiten, así que es imposible adivinar de qué persona se está hablando. Sin embargo, cada uno de los presentes hace la señal de la cruz y trata de acercarse al altar con la esperanza de escuchar un nombre de los que aparecen en su nota.
La cabeza comienza a girar por el calor sofocante y demasiada gente alrededor. Algunos feligreses se apoyan en las paredes, otros se sientan en los bancos.
Luego, German dibuja una cruz con aceite en cada frente. Este rito de la Iglesia ortodoxa significa la efusión de la misericordia de Dios sobre la persona ungida. Luego salpica a los feligreses con agua de un rociador especial mientras lee una oración.
"¡Te dije que debíamos haber traído un paraguas!" le dice un hombre a su compañero. Uno puede escuchar risitas de gente cercana.
Desde que le empezara a doler mucho la espalda, Nadezhda [nombre cambiado]....], residente de Sérguiev Posad de 76 años, ha estado asistiendo a los servicios durante dos años. Aunque después de tanto tiempo todavía le duele la espalda, afirma que "recientemente, el dolor ha mejorado."
"El rito no ayuda a todos, sólo a los que tienen una fe fuerte. Cuanto más fuerte es el Diablo dentro de ti, más notable es el resultado después de la primera limpieza. ¿Escuchaste cómo gritó esa mujer? Eso es porque ella estaba peleando con el Diablo. Esto seguro que la ayudará", razona la mujer. "Y siempre tienes que llevar una cruz. Puedo decir que, si no llevas una cruz, es mejor que ni te molestes en entrar".
"Mi madre me trajo aquí, ella cree en esto. Pero todo es una tontería. Mi vida personal no va bien. No puedo encontrar trabajo y ella cree que es obra del Diablo. Todos estos gritos y llantos parecen un truco. Estoy segura de que son sólo actores o simplemente enfermos mentales", opina una rubia bien aseada.
De hecho, en opinión del Padre Gueorgui, algunos de los feligreses sólo necesitan la ayuda de un psiquiatra. "Es necesario reconocer los límites, cuando una enfermedad física o mental común se ha convertido en locura, aunque nadie pueda decir exactamente dónde están estos límites. Los locos siempre están mentalmente enfermos, y los psicológicamente enfermos no siempre están poseídos", afirma el sacerdote con seguridad.
Todo el tiempo enfatiza que la gente tiene mucho mal en su interior, inconsciente y heredado, y en nuestro tiempo, y en nuestro país, todos necesitan orar y arrepentirse, no sólo por ellos mismos sino por aquellos que los rodean.
“Aunque al final sea el Señor, y no otras personas, quien nos libra del mal, la lucha contra el mal es responsabilidad de cada persona, incluso de los no creyentes”, resume el Padre Georgui.
El psicólogo Mijaíl Semiónov piensa que los creyentes usan la autosugestión en rituales similares para poder hacer frente a las dificultades de la vida.
"Esas dificultades y el dolor que traen requieren una explicación para ti y para los que te rodean. Es mejor que si sientes que alguien más responde por un comportamiento desviado", piensa Semiónov.
El psicólogo está seguro de que al culpar a los "demonios", una persona se libera de los sentimientos de culpa y vergüenza. Esto le ayuda a aceptarse a sí mismo y a proteger su psique. Algunos simplemente sufren de un desorden histérico e intentan ser el centro de atención de cualquier manera.
Inmediatamente después del servicio, los demonios pueden regresar a los feligreses a través del humo de cigarrillos que algunos individuos encienden al salir de la iglesia.
La señora de la limpieza lava el suelo de la iglesia después de que los pecadores se hayan ido. Algunos hacen cola para que pedir consejo al Padre German. Este toma a una mujer del altar y se sienta con ella en un banco, en un rincón.
"¿Cuándo será mi turno,...?", una de las feligresas no lo soportar más, y mancha las paredes de la iglesia mientras maldice.
"No hay más sacerdotes aquí, ¡es hora de que te vayas!" El padre German la toma por debajo del brazo y la lleva afuera.
En ese momento los sacerdotes bendicen un coche que se dispone a partir de viaje. Después de leer la última oración, entran en el Toyota y se van, dejando allí a los feligreses poseídos, con sus pecados intactos hasta el próximo servicio religioso.
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