El joven embaucador fue finalmente atrapado antes de recibir una regañina personal de los bomberos.
En enero de 2018, los bomberos de la pequeña ciudad de Ust-Kut, cerca de Irkutsk (a 4.200 km al este de Moscú), explicaron a los niños locales lo que debían hacer en caso de emergencia: llamar al 101 o al 112. Pero un alumno (Vadim, de nueve años de edad) decidió divertirse un poco por su cuenta.
El niño, bromista él, llamó a estos números en multitud de ocasiones a lo largo de un mes. La policía necesitó semanas antes de localizarle. Las autoridades obligaron al pequeño a que visitara a un psicólogo, mientras que los bomberos a los que estresó durante tanto tiempo lo invitaron a visitar sus instalaciones. Allí le ofrecieron unas cuantas duras palabras sobre el desperdicio del valioso tiempo de los miembros del servicio de emergencia, explicándole que, con sus acciones, podría haber estado poniendo en peligro la vida de personas.
“Hablamos con él sobre nuestro trabajo, le explicamos lo importante que es la reacción rápida en casos de emergencia, cuando cada minuto puede decidir el destino de las vidas y pertenencias de la gente", contó el comandante de la guarnición de bomberos. Digamos que dudamos que Vadim pronto reciba como regalo de sus padres un teléfono móvil.
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