Esta historia debería convertirse en una película. Combina aventura, tragedia y varios secuestros de aviones, y tiene como protagonista a un ciudadano ruso: Tamerlán Musáiev.
Como informa Radio Svoboda, los hechos se remontan a 1993 cuando Musáiev y su esposa, que estaba en estado avanzado de gestación, intentaban huir de Azerbaiyán y del conflicto en Nagorno Karabaj. Después de algunos intentos infructuosos de llegar a Europa central a través de Turquía, Bulgaria y Rumania, decidieron secuestrar un avión. Con una granada en la mano, Musáiev exigió a los pilotos que dirigiesen la aeronave que habían abordado hacia EE UU, pero les dijeron que no había suficiente combustible, así que acordaron aterrizar en Suecia. Antes de tomar tierra en Estocolmo, durante un reabastecimiento en Estonia, Musáiev dejó libres a algunos pasajeros.
En la capital sueca, Musáiev se rindió: dijo que estaba cansado y que no tenía más pañales para su hija. Pensó que pasaría solo un par de años en una prisión del país escandinavo antes de obtener un permiso de residencia. Pero las autoridades suecas extraditaron al criminal a Rusia, donde fue sentenciado a una pena de 12 años, aunque finalmente cumplió nueve años y medio
Pero este hombre no se rindió. En 2014 hizo otro intento límite por establecerse en Suecia. Mientras volaba en un avión de Copenhague a Oslo, afirmó que había una bomba a bordo, por lo que el avión de pasajeros acabó aterrizando en la ciudad sueca de Gotemburgo: Musáiev estuvo encarcelado un año en Suecia, mientras que su gata, que viajaba con él en el avión secuestrado, fue separada de su lado y enviada a un refugio de animales de este país. Curiosamente, después de ser liberado de la prisión, Tamerlán decidió no recoger a su amiga felina. "Después de ser liberado no podía llevarla a San Petersburgo, porque de ahora en adelante actuaré [con bombas falsas] y me enviarán a cárceles suecas", declaró a Fontanka. Y es que el mayor deseo del secuestrador ruso era que el país nórdico le otorgarse asilo.
En 2015, Musáiev tuvo otra oportunidad y usó el mismo viejo truco de decir a los pasajeros que había una bomba en el avión en el que viajaba, esta vez desde San Petersburgo a Helsinki. Esto ocasionó otro aterrizaje de emergencia. Musáiev fue detenido y recibió una prohibición de por vida de entrar en Suecia. Parecía que su plan no había funcionado como esperaba…
¿Pero cómo podría dejar a su gata sola? Ni hablar. El 12 de octubre de 2017 fue detenido mientras intentaba cruzar la frontera con Suecia en un autobús desde Dinamarca. Sin embargo Musáiev no admite que haya cometido ningún delito o violado la ley. "Si no fuera por la gata, no vendría aquí jamás", lo cita TJournal. Estas palabras no terminan de cuadrar, dados sus numerosos intentos de ingresar a Suecia.
El 12 de noviembre, Musáiev será liberado de la prisión sueca y extraditado a Rusia. Ojalá su gata finalmente le acompañe.