Tupolev Tu-154. Fuente: Ria Novosti
A finales de los años 80 estaban cambiando muchas cosas en la Unión Soviética tras la llegada de Mijaíl Gorbachov y su programa de reformas que comenzó en 1985 y que continuó con la Perestroika. Sin embargo, la familia Ovechkin no vislumbraba ningún atisbo de mejora tras una vida repleta de dificultades como muchas otras familias soviéticas en ese momento.
Ninel y Dimitri Ovechkin formaron una familia en Irkutsk, una de las ciudades más importantes de Siberia, y tuvieron once hijos: cuatro niñas y siete niños.
Ninel (nombre de mujer creado al poner Lenin al revés) creció en un orfanato y su marido, Dimitri, tuvo serios problemas con el alcohol, que le llevaron a tratar de matar a sus hijos antes de morir súbitamente en 1984. El carácter de Ninel se endureció y pasó a ser una mujer muy autoritaria. Su coraje propició que el gobierno regional le otorgase la medalla a la “Madre Heroica” por criar ella sola a sus once hijos en duras condiciones.
Un año antes de la muerte de su padre, los varones de la familia formaron un grupo de música jazz en su ciudad natal bajo el nombre Sem' Simeonov (Los Siete Simeones).
Ninel, que no contaba con conocimientos musicales, apoyó desde el primer momento el nuevo interés de sus hijos y lo vio como una oportunidad para mejorar el futuro de la familia. El talento de sus hijos se fue desarrollando con la ayuda de un profesor de música, Vladímir Romanenko, y ganaron varios premios a lo largo del país.
Además, fueron admitidos en la prestigiosa Academia Estatal de Música Gnessin de Moscú, mientras Ninel y las hermanas de los muchachos permanecieron en Siberia ocupándose del trabajo en la casa.
El grupo consiguió cierto éxito e incluso emprendieron una gira por Japón. Ese fue el primer viaje que la banda hacía al extranjero y los Ovechkin quedaron impresionados con la calidad de vida que lucía el país nipón. Al regresar a Irkutsk, los chicos contaron a su madre las experiencias de su primer viaje a Occidente y la necesidad de abandonar la Unión Soviética.
El desgraciado viaje
La familia Ovechkin emprendió un vuelo desde Irkutsk hasta Leningrado –actualmente San Petersburgo– con la excusa de participar en una gira por la ciudad. Sin embargo, el objetivo de los cabecillas de la familia, principalmente los hermanos mayores Vitali y Dimitri y la madre, era secuestrar el vuelo en el que viajarían para huir de la Unión Soviética con destino a “cualquier país capitalista, a Londres”, como informaría posteriormente Izvestia.
Los miembros de la banda se hicieron con un arsenal que incluía escopetas recortadas y bombas caseras que escondieron en los instrumentos musicales. Uno de ellos era un contrabajo, que por su gran tamaño fue ordenado guardar en la bodega.
Sin embargo, la familia pidió que, debido a su valor, preferían llevarlo en la cabina aún pagando un coste adicional. Las autoridades del Aeropuerto Internacional de Irkutsk reconocieron a la popular banda y revisaron el equipaje sin encontrar nada fuera de lo común.
El vuelo 3739 de Aeroflot se hizo con un Tupolev Tu-154 y despegó de Irkutsk el 8 de marzo de 1988 con destino al Aeropuerto Internacional Púlkovo de Leningrado con 76 pasajeros en total. Fue durante la programada escala en Kurgán, cerca de los Urales, cuando la familia decidió pasar al ataque.
Dos de los hermanos sacaron las escopetas recortadas del contrabajo y pasaron una nota a las azafatas para que se la entregasen a los pilotos, con indicaciones de desviar el vuelo hasta Londres. Ninel, desde la parte trasera del avión, conducía el plan de ataque mientras cuidaba de los más pequeños: Mikhail de 13, Ulyana de 10 y Sergei de 9 años.
Inmediatamente se formó un grupo de negociaciones que trataron de convencer a los terroristas. Ante la negativa de los hermanos, los miembros de la tripulación convencieron a aquellos de realizar una parada para repostar en la localidad finlandesa de Kotka, cerca de la frontera. Sin embargo, las negociaciones eran una mera farsa, ya que los pilotos ya se habían puesto en contacto con las autoridades y obedecían a las directrices de las fuerzas armadas soviéticas.
Al aterrizar, los hermanos Ovechkin observaron por las ventanillas de la aeronave los uniformes militares y la grafía rusa, por lo que comprendieron que habían sido engañados y perdieron los nervios. Dimitri disparó en el interior del avión y la azafata Tamara Zharkaya, que había participado en las tareas de negociación, resultó muerta a causa de los disparos.
A partir de este momento, tanto las fuerzas de asalto soviéticas como los propios terroristas actuaron por instinto y sin un plan específico. Sin embargo, Ninel había acordado previamente que, si algo salía mal, sus propios hijos debían matarla y suicidarse ellos mismos después para evitar ser atrapados por la policía.
Las fuerzas de seguridad entraron en el interior del avión por la cabina y, acto seguido, comenzó un tiroteo del que resultaron heridos varios pasajeros. Los hermanos, al ver el plan fracasado, trataron de explosionar el avión, pero no lo lograron aunque sí detonaron algunos artefactos.
Vasili, el hermano mayor de 26 años, se encargó de ejecutar a su madre de un disparo en la cabeza y, casi al instante, se suicidó. Dmitri, de 24, Oleg, de 21 y Alexander, de 19 también acabaron con sus vidas según lo planeado. Ígor, de 17, se escondió en el baño para no morir y sobrevivió a la matanza junto a Olga –embarazada en ese momento–, de 28 años, Tatiana, de 14, Mijaíl, Uliana y Serguéi.
Los pasajeros trataron de abandonar el avión en llamas y se encontraron con las fuerzas de seguridad, que llegó a golpearlos al pensar que entre ellos podían estar los supervivientes de los Ovechkin que pretendían huir camuflados entre los pasajeros. En este caótico ataque murieron otros tres pasajeros. En total, nueve personas perdieron la vida y más de veinte personas resultaron gravemente heridas.
La tragedia provocó que se revisasen las normas de aviación en la Unión Soviética, que ya había vivido varios secuestros antes –aunque perfectamente encubiertos por la propaganda del gobierno– y los Ovechkin que sobrevivieron fueron procesados. Olga e Ígor fueron condenados en septiembre de 1988 a seis y ocho años, respectivamente.
Sin embargo, el futuro de la familia no mejoraría. Olga dio a luz a una niña, Larisa, en la cárcel y fue llevada a un orfanato.
Posteriormente, Liudmila Ovechkin, la única que no formó parte del secuestro, adoptó a Larisa y sus hermanos pequeños. Olga falleció en prisión asesinada por su compañero de celda tras una borrachera el 8 de junio de 2003. Ígor, tras ser liberado, fue arrestado nuevamente por posesión de narcóticos y también fue asesinado por su compañero de celda.
Uliana se casó sin éxito y trató de suicidarse y de Serguéi sólo se supo que tocaba música en algunos restaurantes. Mikhail rehízo su vida en España y formó una nueva banda de música, mientras que de Tatiana nunca se supo nada más.
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