Según una de las versiones, antiguamente la ofrenda del novio a los padres de la novia se llamaba la “nariz” (нос/nos, en ruso). Es decir, la “nariz” es literalmente un sustantivo de “llevar” (носить/nosit, en ruso). Si no la aceptaban y rechazaban la petición de mano, el novio se quedaba sin esposa y con la “nariz”. Según otra versión, así llamaban el “dinero de la buena suerte” o, más sencillamente, un soborno. Si uno no conseguía sobornar a alguien, el desventurado corruptor se quedaba con su “nariz”.
Con el tiempo, la expresión adquirió un significado más amplio: dicen “quedarse con la nariz” (остаться с носом/ostatsia s nósom) cuando alguien ha sido engañado o ha fracasado en algo. En uno de los cuentos de Vitali Bianki, una cría de ardilla escapa de un zorro: “Y en cuanto la ardillita se acercó a un abedul, no tuvo tiempo ni de dar un mordisco a una seta, de repente, del lado de la hierba apareció de la nada ¡un zorro! Y fue a por ella. Nos quedamos boquiabiertos. Pero la ardillita se dio cuenta del peligro a tiempo, se dio la vuelta y en dos saltos ya estaba en el abedul. Subió rápidamente por el tronco y se escondió debajo de la copa. Del miedo se encogió hecha un bulto. El zorro se quedó con la nariz”.
En español tenemos expresiones similares, como "palmo de narices", "con dos palmos de narices" o "por dos palmos de narices",
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