Los videntes personales de Nicolás II, Stalin y Brézhnev

Tres misteriosas figuras que estuvieron conectadas a los altos círculos de poder en Rusia.

Sanador real

Grigori Rasputin. Fuente: Alamy/Legion MediaGrigori Rasputin. Fuente: Alamy/Legion Media

Grigori Rasputin, conocido en todo el mundo, es una de las figuras más polémicas de la historia rusa. Todavía hoy continúan los debates sobre si era un hombre que hacía milagros o un charlatán.

Nacido en una familia campesina en Siberia en 1869, Rasputin recibió poca formación y aparentemente no sabía ni leer ni escribir. Tras años de peregrinaje llegó a San Petersburgo en 1903 y se hizo muy popular entre los aristócratas obsesionados con el misticismo y las prácticas ocultistas.

Con el tiempo acabó conociendo a la familia real y se ganó la confianza del zar Nicolás II, gracias a la ayuda que prestó al único heredero masculino, el zarévich Alexái, que sufría hemofilia.

El zar consultaba a Rasputin a la hora de tomar decisiones oficiales. El monje trató incluso de convencer a Nicolás II para que no fuera a la guerra contra Alemania. No tuvo éxito y Rusia participó en la Primera Guerra Mundial, que comenzó en 1914 y fue un desastre para el país, con más de 4 millones víctimas rusas.

Rasputin con un grupo de seguidores, 1914. Fuente: ArchivoRasputin con un grupo de seguidores, 1914. Fuente: Archivo

Rasputin predijo su propia muerte y avisó a Nicolás acerca de los peligros que acechaban al país. En una carta al zar de diciembre de 1916, escribió que no habría paz para Rusia en los siguiente 25 años si la nobleza lo asesinaba.

“Zar, el pueblo ruso te matará y recibirá una maldición y servirá como un arma del demonio, matándose unos a otros en todos lados”, escribió Rasputin. “En 25 años destruirán al pueblo ruso y a la fe ortodoxa tres veces y la tierra rusa morirá”.

Estas predicciones se convirtieron en realidad. El 30 de diciembre de 1916 miembros cercanos al círculo del zar asesinaron a Rasputin. Poco después tuvo lugar la revolución y menos de dos años después, los bolcheviques ejecutaron a la familia real.

La bruja de Stalin

Natalia Lvova. Fuente: ArchivoNatalia Lvova. Fuente: Archivo

Había muchos rumores acerca de las mujeres que rodeaban a Iósif Stalin. Una de ellas, Natalia Lvova, estaba más cerca que ninguna del líder soviético, pero no era su amante.

Hija de un famoso vidente petersburgués, el propio Stalin llevó a Lvova a Moscú. Se decía que el dictador creía en los poderes sobrenatualres y que los videntes podían ser serios aliados en sus objetivos políticos.

Según Ígor Obolenski, autor del libro Memorias de la madre de Stalin, Lvova le protegía del mal de ojo y de las influencias negativas de sus oponentes. Como medida preventiva ante la magia negra, Lvova le recomendaba que no lo fotografiasen y que no revelase su verdadera fecha de nacimiento.

Hay rumores que dicen que los que aparecían en la mayoría de las fotografías eran los dobles del líder soviético. Incluso se dice que la única imagen auténtica de Stalin es una que aparece con los ojos cubiertos y un tubo de plástico en la boca. Al parecer era imposible utilizar esta fotografía para hacer magia negra, ya que los ojos estaban cerrados y el tubo funcionaba como escudo protector.

Es posible que Lvova también asesorara a Stalin en decisiones relacionadas con la restructuración de personal, que podían parecer raras en su momento pero que casi siempre resultaron correctas. Hasta el día de hoy se conocen pocos detalles de la vida de Lvova.

Juna

Evguenia Davitashvili. Fuente: Vitaliy Arutjunov/RIA NovostiEvguenia Davitashvili. Fuente: Vitaliy Arutjunov/RIA Novosti

Evgenia Davitashvili, más conocida con el nombre de Juna, fue una conocida sanadora que curó a gente tanto en Rusia como fuera del país.

Leonid Brézhnev la descubrió y ella lo admiró hasta el final de su vida. El líder soviético la llevó de Tbilisi a Moscú, donde vivió cerca del Kremlin. Promovió el uso de la bioenergía para objetivos médicos y, al parecer, salvó a Brézhnev de la muerte en varias ocasiones. El líder soviético murió pocos meses después de que Juna dejara de ser su sanadora personal.

En los círculos académicos soviéticos fue examinada con atención y respetados científicos pusieron a prueba sus habilidades en numerosas ocasiones.

Sus investigaciones mostraron que Juna era capaz de influir en los cuerpos a nivel molecular así como de mejorar las características de las células sanguíneas. Ella decía que todo el mundo tiene habilidades bioenergéticas pero que solo algunos pueden poner el foco para curar enfermedades.

Juna ayudó a muchos mandatarios de alto rango y a figuras públicas, incluyendo a Mijaíl Gorbachov y Borís Yeltsin.

En 2012 admitió que tenía una buena relación con Vladímir Putin y Dmitri Medvédev y que le pidieron que sanara a Víktor Yúshenko, expresidente de Ucrania, pero se negó.

Juna predijo la catástrofe de Chernóbil de 1986, el golpe de Estado de 1991 y la caída de la URSS. Murió en 2015 y era, sobre todo, optimista sobre el futuro de Rusia. Juna pensaba que las sanciones y la crisis en Ucrania no eran un gran problema para Rusia. Sin embargo, declaró que podría haber un choque de grandes potencias en Ucrania si el conflicto se demoraba más de dos meses.

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