Borís Yeltsin, presidente de la República Socialista Federativa de Rusia (3ero izda por detrás) y el secretario de Estado Guennadi Burbulis (2ndo por la derecha) celebran la victoria de la democracia y el fracaso del golpe de Estado.
Andrei Babushkin / TASS“¡Compatriotas! Ciudadanos de la Unión Soviética! Nos dirigimos a vosotros en una coyuntura crítica para nuestra patria y para todo nuestro pueblo. Nuestra gran madre patria está en grave peligro. La política de reformas emprendida por Mijaíl Gorbachov, que pretendía garantizar el desarrollo dinámico del país y la democratización de nuestra sociedad, nos ha conducido a un callejón sin salida. Aprovechando las libertades brindadas, pisoteando los recientes brotes de la democracia, han surgido fuerzas extremistas que han apostado por la liquidación de la Unión Soviética, por la caída del Estado, por la toma del poder a cualquier precio”.
Los ciudadanos soviéticos oyeron estas alarmantes palabras el 19 de agosto al Comité Estatal para el Estado de Emergencia (GKChP por sus siglas en ruso). En aquel momento se enteraban asimismo de la existencia del propio Comité.
Este órganos, creado la víspera, estaba formado por altos cargos de la URSS: el director del KGB, el primer ministro y el vicepresidente de la URSS, entre otros. El último, Guennadi Yanáiev, emitió un decreto según el cual asumía las responsabilidades de jefe del Estado y justificaba su decisión por el débil estado de salud del presidente Gorbachov.
El propio mandatario soviético, que en aquel momento preparaba un proyecto de constitución que convertía la URSS en una confederación, fue retenido por parte de los participantes del golpe de Estado en Crimea, donde se encontraba de vacaciones.
El GKChP impuso la censura y restringió la emisión por televisión. En lugar del programa de retransmisión habitual, por televisión se emitía constantementeEl lago de los cisnes, un ballet que muchos siguen asociando con estos acontecimientos. Las tropas fueron enviadas a Moscú. Sin embargo, ninguna de estas medidas ayudó a los golpistas.
El Comité existió únicamente durante tres días. Los golpistas, como comenzaron a llamarlos los partidarios del popular líder del momento, Borís Yeltsin, no lograron hacer frente al centro de la resistencia al GKChP que durante aquellos días fue la la sede del gobierno, edificio moscovita conocido como la Casa Blanca. Los miembros del Comité no se decidían a atacar el edificio. Para entonces el círculo de Yeltsin había logrado transportar desde Moscú hasta Crimea a Gorbachov. Inmediatamente, los miembros del GKChP fueron arrestados.
Foto: RIA Novovsti
El principal beneficiado del fracaso del golpe de Estado fue Borís Yeltsin, que había sido escogido presidente de la República Socialista Soviética de Rusia dos meses antes.
La autoridad de su mayor rival político, Gorbachov (y con él todo el gobierno de la URSS y la propia Unión como proyecto político) había sido socavada de manera irrevocable.
Miles de moscovitas percibieron el de golpe de Estado como un intento de volver al pasado, al periodo anterior a la perestroika, y miles de ellos salieron a las calles para apoyar a Yeltsin. Aunque, ¿era esto cierto? ¿Qué habría pasado si el GKChP se hubiera mantenido en el poder? ¿Habría sido posible?
El politólogo Alexéi Zudin asegura que esto habría sido imposible, ya que en el momento del levantamiento, el proceso de la caída de la URSS ya había adquirido una inercia irreversible: “el éxito del golpe de Estado habría prolongado la agonía”. Según el analista, la URSS estaba condenada hicieran lo que hicieran los miembros del GKChP. Por lo tanto, cualquier medida del Comité, que deseaba mantener la Unión, estaba también condenada al fracaso.
Según Zudin, la esencia del problema de la URSS consistía en que ya antes de Gorbachov los gobernantes soviéticos se habían quedado sin objetivos estratégicos para desarrollar el país, que anteriormente se habían formulado en el marco de la ideología comunista.
“Estos hombres [los gobernantes de la URSS] no creían en los objetivos que abanderaban, y esto se convirtió en la razón principal de la caída de la URSS. El país se quedó perdió todo el sentido de su existencia”, opina Zudin. El GKChP tampoco tenía ninguna noción de futuro.
Modest Kolerov, antiguo miembro de la Administración del presidente y director de la agencia informativa Regnum, no ve de qué manera podría haber conseguido el GKChP lo que se proponía. Según el experto, “el Estado centralizado había sido destruido durante los últimos años de la perestroika”, entre 1989 y 1991. Algunas repúblicas (la región del Báltico y del Cáucaso) declararon que no deseaban seguir formando parte de la URSS. Kolerov señala también que los golpistas no tenían un programa de transición.
También existe la opinión de que el GKChP tenía oportunidades de salir victorioso si los miembros del Comité se hubieran preparado mejor para tomar el poder. En 1991 todas las maniobras militares se llevaron a cabo de forma caótica, según opina el historiador y politólogo de la Universidad Estatal de Moscú Dmitri Andréyev.
Además, Andréiev no cree que los miembros del GKChP no tuvieran un programa. En el comunicado del Comité a los ciudadanos soviéticos se había declarado el libre comercio, la democracia, la lucha contra el crimen, etc.
Víktor Militariov, miembro del Consejo de Estrategia Nacional, una organización de expertos no gubernamental, también opina que el GKChP tenía posibilidades de hacerse con el poder. El experto está convencido de que el Comité habría llevado a cabo una línea política muy poco distinta de la de Gorbachov. “El GKChP no gestionó bien las comunicaciones en lo pocos días que se mantuvieron en el poder y sus comunicados públicos se percibieron como amenazas. Sin embargo, esto no quiere decir que desearan implementar una dictadura. Parece ser que querían lo mismo que Gorbachov [mantener una URSS reformada]”, opina el experto.
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