10 libros que fueron prohibidos en la URSS

Cultura
ALEXANDRA GÚZEVA
Hoy están reconocidos como obras maestras, y la literatura rusa sería impensable sin ellos, pero hubo un tiempo en que estos libros no podían aparecer impresos y circulaban ilegalmente en copias ‘samizdat’.

Todas las editoriales de la URSS eran propiedad del Estado, y todos los textos tenían que pasar por la censura antes de aparecer impresos. Esta función la desempeñaba la Administración Principal de Asuntos Literarios y Editoriales (Glavlit), una especie de ‘Ministerio de la Verdad’ orwelliano.

En la época de Stalin, una obra literaria que se hubiera publicado accidentalmente podía ser reconocida como delictiva con carácter retroactivo, y el autor y el censor podían meterse en serios problemas. Sin embargo, en opinión de muchos autores, bajo Stalin era más fácil comprender la postura de los escritores y, en casos extremos, el propio tirano se convertía en crítico de un autor polémico. En los años sesenta, la arbitrariedad de los censores llegó al absurdo y, en este sentido, para muchos esa época fue aún más aterradora, llevando a los autores a la desesperación.

Había muchas razones por las que no se publicaban libros. Según los censores, estos podían ser críticos con el sistema soviético (incluso de forma alegórica o velada), o quizás no eran lo suficientemente patrióticos, o no reflejaban los valores del pueblo soviético.

Además, los libros no debían presentar la religión de forma positiva ni ofrecer una interpretación no soviética de diversos acontecimientos históricos. Además, los autores que emigraban de la Rusia soviética nunca eran publicados, ya que se les consideraba enemigos del Estado y traidores a la Patria.

He aquí algunos de los libros que se publicaron justo antes del colapso de la URSS.

1. Iván Bunin, ‘Días malditos’

Bunin vivía en Moscú cuando tuvo lugar la Revolución de 1917. No apoyó el golpe bolchevique, pero simpatizó con el movimiento blanco e incluso quiso alistarse voluntario en su ejército. En 1920 emigró a Francia.

En sus diarios, Bunin describió su actitud hacia los bolcheviques y su horror ante el caos y el desorden que reinaban en las calles durante la Revolución y la Guerra Civil. Sobre la base de estas notas recopiló más tarde sus famosos Días malditos. En París se publicó inmediatamente en 1925, pero en la URSS este texto “antisoviético”simplemente no pudo ver la luz.

Tras la muerte de Stalin, algunas obras literarias de Bunin se publicaron en la URSS en pequeñas tiradas, pero Días malditos, con su mordaz condena de los bolcheviques y la Revolución, estuvo prohibida hasta la Perestroika, y no salió a la luz hasta 1988 con algunas enmiendas exigidas por la censura. El texto completo no se publicó hasta 1990.

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2. Evgueni Zamiatin, ‘Nosotros’

La novela de ciencia ficción distópica de Zamiatin influyó enormemente tanto en George Orwell como en Aldous Huxley. 1984 y Un mundo feliz se escribieron después de Nosotros. Ninguna de estas novelas pudo publicarse en la URSS.

Nosotros describe un estado totalitario que recuerda mucho al comunismo de guerra, en el que la vida de una persona, incluida su vida íntima, está bajo el control de las autoridades. Los censores soviéticos vieron en la novela una sátira del sistema soviético (y tenían razón), y percibieron algunas de sus referencias a los acontecimientos de la Guerra Civil como poco halagadoras para los bolcheviques.

Querían expulsar a Zamiatin del país junto con un grupo de otros escritores antisoviéticos, pero entonces fue detenido “hasta nuevo aviso”. Gracias a las peticiones de sus amigos, finalmente fue liberado.

Zamiatin consiguió pasar de contrabando el manuscrito a Occidente antes de su detención, y la novela se publicó en Estados Unidos y más tarde en Europa. En su país, el autor fue objeto de persecución por esta “traición”, y en 1931 pidió permiso a Stalin para abandonar el país. Una vez más, personas influyentes acudieron en su ayuda: el favorito de Stalin, Maxim Gorki, intercedió en favor de Zamiatin, y el autor de Nosotros pudo abandonar la URSS. Desde 1931 hasta su muerte en 1937, Zamiatin vivió en París.

Nosotros se publicó finalmente en la URSS en 1988.

3. Mijaíl Bulgákov, ‘Corazón de perro’

La mayoría de las obras literarias por las que los lectores rusos admiran a Bulgákov se publicaron después de su muerte. Durante el deshielo de los años sesenta, se publicaron oficialmente La guardia blanca y El maestro y Margarita, aunque con pasajes recortados y una espantosa intromisión por parte de la censura.

En Corazón de perro, el autor traza un claro paralelismo entre un perro callejero, que tras una operación quirúrgica se convierte en el repugnante “prole” Sharikov, y las miserables clases sociales inferiores que se hicieron con el poder en el país y aterrorizaban a los sectores más educados de la sociedad. Se aconsejó a Bulgákov que no se molestara en mostrarlo al Glavlit, pero lo hizo, y no es de extrañar que el organismo de control lo interpretara como una sátira política cortante inadecuada para su publicación.

En 1926, el manuscrito fue confiscado, pero a petición de Maxim Gorki el autor lo recuperó más tarde. Pronto apareció en samizdat y se hizo increíblemente popular.

Corazón de perro se publicó por primera vez en la URSS en 1987, y en 1988 se estrenó una adaptación cinematográfica del libro. La novela se convirtió en un gran éxito, y las citas de la misma entraron en la lengua rusa como latiguillos populares.

4. Borís Pasternak, ‘El doctor Zhivago’

La novela, que es un relato imparcial de la Revolución y la Guerra Civil en Rusia, es una de las mejores obras de la literatura rusa del siglo XX (y no sólo del siglo XX). Pasternak fue galardonado con el Premio Nobel por El doctor Zhivago pero, al mismo tiempo, el libro provocó que fuera objeto de una auténtica campaña de odio en la URSS.

Después de que las revistas literarias “de peso”, que acostumbran a publicar por entregas las últimas obras literarias, se negaran a publicar la novela, Pasternak la envió a Italia, donde finalmente se publicó (documentos recientemente desclasificados muestran la implicación de la CIA en la publicación de la novela en los países del bloque socialista). A raíz de esto, Pasternak fue tachado de traidor en su patria, y comenzó su persecución.

El consejo editorial de la revista literaria Novi Mir afirmó en una carta abierta que el libro era un retrato difamatorio de la Revolución de Octubre “y de las personas que llevaron a cabo la Revolución y construyeron el socialismo en la Unión Soviética”. El Premio Nobel fue calificado de maniobra política. En opinión de los editores “genuinamente soviéticos”, el premio era el resultado del “bombo antisoviético en torno a la novela”, y no reflejaba en modo alguno las “cualidades literarias de la obra de Pasternak”.

Las denuncias se extendieron tanto que los trabajadores de a pie se vieron arrastrados a ellas. Incluso se acuñó una frase parafraseando un discurso acusatorio en una reunión del partido: “No he leído a Pasternak pero lo condeno”. Al final, Pasternak tuvo que renunciar a su Premio Nobel debido a las amenazas de expulsión del país.

El doctor Zhivago no se publicó en la URSS hasta 1988, irónicamente por Novi Mir.

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5. Iliá Ehrenburg, Vasily Grossman, ‘El libro negro’

Como reportero de guerra, Grossman fue uno de los primeros en llegar al campo de exterminio de Treblinka, liberado por soldados soviéticos. Su artículo, El infierno de Treblinka, fue la primera publicación sobre el Holocausto aparecido en la prensa soviética.

Para Grossman el tema era también muy personal: su madre murió durante las ejecuciones masivas de judíos en Berdichev. Junto con otro reportero de guerra, Iliá Ehrenburg, Grossman recopiló pruebas documentales sobre el Holocausto, junto con sus observaciones personales, en El libro negro.

La URSS no quiso publicar el libro para evitar destacar específicamente las muertes de judíos. Se creía que los escritores no debían destacar a ninguna nacionalidad en particular, sino escribir sobre los crímenes nazis y el sufrimiento del pueblo soviético en su conjunto.

En 1947, el libro se publicó en inglés en EE.UU. La versión en ruso se publicó por primera vez en 1980 en Israel, pero incluso entonces, no en su versión completa. En Rusia, ¡la versión completa del libro no vio la luz hasta 2015!

6. Vasili Grossman, ‘Vida y destino’

La historia de la escritura de esta novela parece una superproducción. En muchos aspectos está basada en la vida del propio Grossman. En Vida y destino, Grossman escribe sobre la batalla de Stalingrado, a cuyo vórtice se vio arrastrado como reportero de guerra, sobre la vida durante las evacuaciones en tiempos de guerra, sobre las purgas políticas y sobre cómo vecinos y amigos se apartaron de los familiares de las víctimas de las purgas.

La epopeya de Grossman, descrita ahora como “la Guerra y Paz del siglo XX”, fue considerada en la URSS como ideológicamente dañina porque contenía demasiadas críticas al régimen estalinista (Grossman llegó a comparar a Stalin con Hitler). A Grossman se le denegó el permiso para publicar la novela. Además, el KGB llevó a cabo un registro en el domicilio del autor y confiscó el “peligroso” manuscrito.

Afortunadamente, un amigo suyo tenía una copia y consiguió sacarla del país. La novela se publicó en Suiza en 1980, y finalmente en 1988 en la URSS durante la Perestroika, pero con algunos pasajes recortados. La versión completa no se publicó hasta 1990.

En 2013, en una ceremonia oficial, el FSB (sucesor del KGB) entregó formalmente el manuscrito al Ministerio de Cultura.

7. Vladímir Nabokov, ‘Lolita’

La historia de amor prohibido entre un hombre y una menor de edad fue prohibida en muchos países, como Francia y Gran Bretaña, e incluso en Estados Unidos varias editoriales se negaron a ocuparse de Lolita.

En la URSS, Nabokov no pudo ser publicado porque era hijo de un político centrista que se oponía vehementemente a los bolcheviques. Toda la familia Nabokov abandonó Rusia tras la Revolución y fue considerada “traidora”.

Sin embargo, los libros de Nabokov circularon en samizdat, y la élite intelectual tuvo la oportunidad de leerlos. En la década de 1950-1960, los artículos literarios académicos empezaron a citar obras individuales de Nabokov, incluido su comentario a Eugenio Onegin de Alexander Pushkin, que Nabokov tradujo al inglés.

El propio Nabokov no creía que Lolita fuera a publicarse nunca en la URSS. En su posdata a la traducción rusa, que escribió en la década de 1960, escribió: “Me resulta difícil imaginar el régimen de mi patria, ya sea liberal o totalitario, bajo el cual la censura aprobaría ‘Lolita’”.

Aun así, el libro se publicó oficialmente, pero sólo en 1989.

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8. Alexánder Solzhenitsyn, ‘Archipiélago Gulag’

Gracias a Solzhenitsyn, la prensa soviética empezó a hablar por primera vez del Gulag. Muchas familias habían sido perseguidas y decenas de miles de personas cumplían penas de prisión por cargos políticos. Sin embargo, durante muchos años la prensa guardó silencio sobre las condiciones reales de los presos, como el hambre, las enfermedades y los trabajos insoportables.

En 1968, la obra de Solzhenitsyn Un día en la vida de Iván Denisovich fue publicada, como por milagro, por Novi Mir. Se basaba en su experiencia personal de ocho años en campos de prisioneros.

Solzhenitsyn dedicó el resto de su vida a investigar el sistema penal y las persecuciones políticas de la URSS. Recopiló información sobre los campos de todo el país y describió cómo se habían creado y quién trabajaba en ellos. Todo ello quedó descrito en Archipiélago Gulag.

Solzhenitsyn fue uno de los disidentes soviéticos más destacados, luchador por la libertad y vehemente opositor a la censura. El KGB lo mantuvo bajo estrecha vigilancia y acabó encontrando el manuscrito de Archipiélago Gulag. Para entonces, sin embargo, ya había pasado el texto a Occidente, y en 1973 se publicó en París. Solzhenitsyn fue condenado como traidor a la patria, despojado de su ciudadanía y obligado a abandonar el país.

En 1989 aparecieron en Novi Mir algunos capítulos de su obra, y en 1990 se publicó el libro completo. También en esa época, a Solzhenitsyn se le restituyó la ciudadanía y regresó en avión a Rusia.

9. Evguenia Ginzburg, ‘El Vértigo’

La autora describe su libro como una “crónica de la era del culto a la personalidad”. Como muchas otras obras literarias que denuncian los horrores del régimen estalinista, el libro de Ginzburg se publicó primero en el extranjero, y no salió a la venta en la URSS hasta 1988.

Ginzburg fue detenida durante el Gran Terror de 1937 y pasó diez años en prisión. La novela autobiográfica describe palizas durante los interrogatorios y cargos inventados, y habla de personas obligadas a confesar delitos que no cometieron y de cómo fueron intimidadas con amenazas de detener a toda su familia.

Ginzburg escribe sobre denuncias, sobre vecinos que delatan a sus vecinos a las autoridades con la esperanza de congraciarse con el NKVD [precursor del KGB], pero que posteriormente se encuentran en prisión por no denunciar lo suficiente o sobre la base de nuevas denuncias.

Especialmente chocante es su descripción de una prisión de mujeres en la que hombres con tirantes golpean a sus conciudadanas hasta que pierden la memoria y la cabeza.

En 2009 se estrenó una película basada en el libro, Dentro del torbellino, con Emily Watson en el papel de Evguenia Ginzburg. Desde 1989, y hasta hoy, la obra El Vértigo se representa en el Teatro Sovremenik de Moscú.

10. Versos de poetas de la Edad de Plata

El destino de muchos poetas del periodo soviético fue triste. El Partido y el Glavlit exigían versos patrióticos dedicados al heroísmo del pueblo soviético, su trabajo y su vida feliz en la URSS. El lirismo, el amor y el sufrimiento, nada de esto podía aparecer impreso y se consideraba hostil, “capitalista” y algo irrelevante para el pueblo soviético. Los escritores emigrados Zinaida Gippius y Dmitri Merezhkovski no aparecieron impresos. Sólo en la década de 1960 se publicaron poemas seleccionados de Konstantín Balmont y Marina Tsvetaeva. La poesía de Nikolái Gumilev, perseguido por motivos políticos, no apareció impresa hasta 1986, y la primera publicación de los poemas vanguardistas de Vladislav Jodasevich fue un gran acontecimiento en 1989. Muchos poemas de Serguéi Yesenin, en su día uno de los poetas campesinos más populares, no se publicaron durante mucho tiempo.

Muchos poetas se vieron obligados a escribir para sí mismos y a guardar sus obras en el cajón de su escritorio, pero era peligroso conservar ciertos poemas incluso dentro de un escritorio. Se cuenta que Anna Ajmátova escribía sus poemas en trozos de papel, se los daba a sus amigos para que los memorizaran y luego los quemaba. Sus amigos pedían a los suyos que hicieran lo mismo, y así es como se difundían sus poemas. Además, las colecciones de poesía circulaban activamente en samizdat.

Muchos poetas fueron objeto de persecución política, aunque los cargos, en general, no tenían nada que ver con la poesía: eran sospechosos de participar en conspiraciones antisoviéticas. Sin embargo, Osip Mandelstam pagó el precio de su epigrama sobre Stalin: “Vivimos sin sentir el país bajo nosotros” (tr. David McDufff), en el que llama al líder “alpinista del Kremlin”, aludiendo a su escaso nivel educativo.

La NKVD, más tarde KGB, confiscó manuscritos y recopilaciones samizdat de poemas, pero no destruyó nada. Todos los textos se guardaban en los archivos de los servicios de seguridad o se enviaban a depósitos especiales de bibliotecas, a los que sólo podía acceder un número restringido de personas. Gracias a estos archivos, muchas obras literarias perdidas fueron restauradas y publicadas tras el colapso de la URSS.

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