7 piezas de Serguéi Rajmáninov que todo el mundo debería conocer

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Es imposible exagerar la influencia de Sergei Rajmáninov. A menudo se le considera el “más ruso” de todos los compositores y uno de los mayores intérpretes de la tradición musical clásica. He aquí sus obras más emblemáticas, que son un testimonio de su genio creativo.

Rajmáninov (1873-1943) comenzó a tocar el piano a los cuatro años. Cuando se graduó en el Conservatorio de Moscú, Serguéi ya era autor del Primer Concierto para Piano, la ópera en un acto Aleko y varias piezas para piano y romances. “Componer música es tan vital para mí como respirar o comer: es una de las funciones esenciales de la vida”, dijo en una ocasión Rajmáninov.

Preludio en do sostenido menor

Escrito en 1892, el "Preludio" catapultó instantáneamente a Rajmáninov a la fama.

Serguéi Rajmáninov

Se hizo tan popular entre el público que el compositor incluso dejó de amar su propia obra maestra. Tan solo tenía 19 años cuando compuso la pieza que expresaba el espíritu de Rusia de una manera inimitable. Compositor genial, pianista brillante y director de orquesta dotado, Rajmáninov llevó la música a un nivel totalmente nuevo e inalcanzable. “Rajmáninov fue creado de acero y oro: acero en sus manos y oro en su corazón”, creía el virtuoso pianista polaco Josef Hofmann. No se podría decir mejor.

Concierto para piano nº 2

Rajmáninov experimentó lo que él describió como un renacimiento creativo que se manifestó en el Concierto para piano nº 2, compuesto en 1901.

Serguéi Rajmáninov

Paradójicamente, Rajmáninov lo escribió después de luchar contra una grave depresión. El compositor perdió la fe en sí mismo poco después del estreno de su Sinfonía nº 1, que recibió una respuesta negativa tanto de la crítica como del público. La obra de Rajmáninov estaba poco ensayada y mal interpretada por el director de orquesta (que se cree que estaba borracho durante la noche del estreno en 1897). El compositor se tomó demasiado a pecho el fracaso de su concierto, que en muchos sentidos estaba muy adelantado a su tiempo. Rajmáninov no escribió música durante varios años, tras convencerse de que era un mal compositor. Sin embargo, la psicoterapia le ayudó a superar sus temores y volvió a crear música.

Este concierto es una de las piezas más populares y reconocibles de Rajmáninov. Otro genial compositor ruso, Nikolái Metner, dijo que el tema principal del Concierto para piano nº 2 no es sólo el tema de la propia vida de Rajmáninov, sino también el motivo de Rusia. Cada vez que se oye el tañido de las campanas de la iglesia, se siente cómo “Rusia se eleva a su máxima altura”.

La Sinfonía de las Campanas

Rajmáninov fue un niño increíblemente receptivo. Su abuela llevaba regularmente al pequeño Serguéi a la iglesia cuando era niño.

Serguéi Rajmáninov

El niño oía el tañido de las campanas, le encantaba el canto coral y se dejaba llevar por el ambiente. “La sinfonía de las campanas” le trajo al compositor recuerdos de su infancia en la región de Nóvgorod. En gran medida, “La sinfonía de las campanas” es también una visión de la autoconciencia rusa, ya que las campanas de la iglesia atraviesan, como un hilo escarlata, la vida de todo cristiano ortodoxo desde su nacimiento hasta su muerte.

Rajmáninov trabajó en esta composición “con un calor febril” y creía que seguiría siendo una de sus obras favoritas durante toda su carrera. Se trata de una sinfonía coral con letra del poema de Edgar Allan Poe (traducido al ruso por el poeta simbolista Konstantín Balmont). Las cuatro partes de la sinfonía recrean cuatro etapas de la vida, en las que la felicidad, el miedo, el amor y la muerte se alternan entre sí como las cuatro estaciones.

Concierto para piano nº 3

Según el galardonado pianista ruso Nikolái Luganski, famoso por sus interpretaciones de Rajmáninov, llenas de matices, se puede decir que el Concierto para piano nº 3 es “el mejor concierto para piano jamás escrito”. Contiene unas 50 mil notas y refleja una amalgama de emociones, desde la pena y el vacío hasta la pasión y el dolor. El final del concierto, lleno de valiente energía y vitalidad, atrapa a los oyentes con su férreo ritmo y movimiento. Compuesta en 1909 y anotada para piano solo y orquesta, se estrenó en Nueva York durante la gira de Rajmáninov por Estados Unidos.

Preludio en sol menor

Junto con el Segundo Concierto, el Preludio en sol menor, compuesto en 1901, se convirtió en un elemento básico del repertorio pianístico clásico ruso. La composición se basa en una yuxtaposición contrastante de un movimiento de marcha severo con un tema soñador y lírico.

A principios del siglo XX, Rajmáninov actuó de manera regular en Europa como pianista y director de orquesta. En 1907, participó en conciertos históricos organizados por el empresario de la danza rusa Serguéi Diághilev en París y, en 1910-1911, Rajmáninov dio conciertos en el Reino Unido y en Alemania.

“Soy un compositor ruso y mi patria ha dejado una huella en mi carácter y mis opiniones. Mi música es el fruto de mi carácter y, por tanto, es música rusa”, afirmaba Rajmáninov.

Al principio recibió la llamada Revolución de Febrero de 1917 con los brazos abiertos, pero el sentimiento de alegría pronto fue sustituido por la ansiedad. Rajmáninov temía que, debido a la ruptura de todo el sistema, su actividad artística en Rusia como pianista y compositor pudiera verse comprometida, así que aprovechó la oferta que le llegó de Suecia para dar un concierto en Estocolmo. En diciembre de 1917, Rajmáninov emprendió una gira por Escandinavia, de la que nunca regresó a Rusia. En 1918, su familia se instaló definitivamente en EE UU. 

Rapsodia sobre un tema de Paganini

Rajmáninov compuso la pieza en su Villa Senar, en Suiza, a finales del verano de 1934. “El deseo constante de escribir música es el deseo que existe en mí de expresar mis sentimientos a través de los sonidos, igual que hablo para expresar mis pensamientos. Creo que en la vida de todo compositor, la música debe cumplir exactamente esta función”, dijo Rajmáninov.

Para su obra emblemática, escrita en forma de variaciones, el compositor eligió el tema del famoso 24º Capricho para violín de Niccolo Paganini. Su Rapsodia es un viaje sensual a través del tiempo, el espacio, los géneros, los estilos y las épocas.

Danzas sinfónicas

Las Danzas Sinfónicas fueron creadas por Rajmáninov en medio de una época muy difícil, en el último punto de inflexión de su vida.

Serguéi Rajmáninov con sus hijas, Tatiana e Irina.

En 1939, la Segunda Guerra Mundial comenzó con la invasión de Polonia por la Alemania nazi. Rajmáninov, con su mujer y sus dos hijas, tuvo que abandonar urgentemente su Villa Senar en Suiza, donde pasaban todos los veranos, y volver a EE UU, donde el compositor había emigrado en 1918. El problema era que la hija menor de Rajmáninov, Tatiana, se había quedado en Francia y no había comunicación alguna con ella. Mientras tanto, Rajmáninov pasó el verano de 1940 cerca de Nueva York, en la ciudad de Huntington, en Long Island. Allí le atormentaban los pensamientos sobre su amada hija, que se había quedado en el París ocupado por los nazis, el destino de Europa y, sobre todo, el de Rusia. Afortunadamente, Tatiana sobreviviría a la guerra y se reuniría más tarde con su familia.

Como perfeccionista absoluto, Rajmáninov invirtió todo su tiempo y energía en su última obra sinfónica, originalmente llamada “Danzas fantásticas”. “Este fue mi último arrebato”, dijo. El Rajmáninov que componía música en América y el que lo hacía en Rusia eran la misma persona, pero dos compositores totalmente diferentes. Al parecer, Rajmáninov echaba mucho de menos su país, y sus obras estadounidenses estaban llenas de una nostalgia palpable y abrumadora. Rajmáninov nunca volvió a ver Rusia y murió en 1943 en Beverly Hills, California, tras una grave enfermedad.

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