5 óperas rusas que todo el mundo debería conocer

María Maksákova en el ópera “La dama de picas” de Piotr Chaikovski en el Teatro Mariinski.

María Maksákova en el ópera “La dama de picas” de Piotr Chaikovski en el Teatro Mariinski.

Ruslán Shamukov/TASS
Además del ballet, la ópera forma parte del gran legado cultural de Rusia.

Entre el gran legado existente hemos escogido obras que se están representando o se representarán dentro de poco en diferentes partes del mundo.

1. “Ruslán y Liudmila”, Mijaíl Glinka

Glinka está considerado como uno de los primeros compositores nacionales y el creador de las primeras óperas rusas. Aunque en realidad esta afirmación es algo exagerada: en el siglo XVIII las obras de autores como Dmitri Bortianski y Yevstignéi Fomín se representaban hasta en Italia. Aunque estos autores eran expertos en la tradición extranjera y Glinka se la apropió para expresar el espíritu ruso. Fue el poeta Alexánder Pushkin el que le dio la idea a Glinka para que escribiera una ópera basada en el poema popular Ruslán y Liudmila. Pushkin murió poco después y escribir el libretto tomó mucho tiempo y esfuerzo.

A pesar de las expectativas que despertó, el estreno en el Gran Teatro Kámenni de San Petersburgo en 1842 no fue triunfal. Solamente después el público comenzó a apreciar este cuento sobre la vida en la Antigua Rus, su elegancia y variedad de melodías, la belleza de la instrumentación orquestal y la ingenuidad de amplio ensamble de solistas.

Durante más de un siglo Ruslán y Liudmila fue una de las obras más populares en los teatros rusos. Actualmente resulta difícil montar una producción en cinco actos y para el público no es fácil pasarse cinco horas en el teatro. Aunque el reputado director Valeri Guérguiev hizo que Anna Netrebko cantara parte de Liudmila en el Teatro Mariinski o Dmitri Cherniakov montó la ópera en la gala de inauguración del nuevo Teatro Bolshói, tras la reforma. El lleno estaba asegurado.

2. "Borís Godunov", Modest Mússorgski

Esta ópera ha tenido gran cantidad de ediciones, unas seis y muchas orquestaciones diferentes. Refleja la complejidad del destino de Godunov y su creador, Modest Mússorgski. Se inspiró en el poema de Pushkin y en pasajes de la Historia del Estado Ruso de Nikolái Karamzín.

Mússorgski estuvo años para componer la obra y cuando en 1869 la Dirección de los Teatros Imperiales la rechazó quedó devastado. Cinco años después y tras numerosos cambios, el estreno de Borís Godunov tuvo lugar en el Gran Teatro Kámenni de San Petersburgo. Tampoco tuvo mucho éxito.

Triunfó cuando en 1898 se representó en el teatro privado Solodóvniko de Moscú, con el legendario Fiódor Chaliapin en el papel protagonista. Fue una armónica muestra entre una poderosa ópera y el mejor intérprete. Chaliapin también triunfó con la producción de Borís Godunov que realizó Serguéi Diághilev cuando presentó el teatro ruso en Europa. Desde entonces la obra de Mússorgski ha cobrado fama internacional.

En los meses de junio y julio de 2018 la obra será representada en la Ópera Garnier de París, bajo la batuta del ruso Vladímir Jurovski en una producción dirigida por el belga Ivo van Hove.

3. “La dama de picas”, Piotr Chaikovski

Desde que el compositor escribió las primeras notas hasta su estreno solo pasaron once meses, lo que convierte a La dama de picas, en una obra única. Chaikovski la escribió con 50 años en Florencia, en una villa alquilada para él por Nadiezhda von Meck, su benefactora. Casi siglo y medios después se sigue notando el estado de inspiración en el que se encontraba el artista.

La ópera se basa en el cuento homónima de Pushkin, pero al igual que ocurrió con la ópera anterior, Evgueni Oneguin, el hermano de Chaikovski, Modest hizo grandes cambios en los personajes. Los conflictos resultaron menos sobrios que en la obra literaria, en línea con la melodramática tradición de la ópera decimonónica. El frío y cínico Herman, el protagonista, se transformó en un ardiente hombre de apasionada personalidad. La obra pasó a estar ambientada en el siglo XVIII.

El estreno tuvo lugar en el Teatro Mariinski en 1890. Desde el principio fue reconocida como una de las joyas del repertorio ruso y sus arias y otras piezas se tocaban en salas de conciertos y salones particulares. En 1902 Gustav Mahler la dirigió en la Ópera de la Corte de Viena y en 1904 el joven Serguéi Rajmáninov hizo los propio en el Teatro Bolshói de Moscú. Desde entonces ha estado presente en los principales teatro de Rusia y del extranjero.

4. “Lady Macbeth de Mtsensk”, Dmitri Shostakóvich

Esta ópera se convirtió en un símbolo de la relación entre el arte y las autoridades en la época soviética. El estreno de Lady Macbeth de Mtsensk, basada en temas de la novela de Nikolái Leskov, fue todo un triunfo para el joven compositor de 26 años. Hubo cerca de 200 representaciones casi simultáneas en el Teatro Mali Operni de Leningrad (el Teatro Mijáilovski, en la actualidad) y en el Teatro de Música Nemirovich-Dánchenko de Moscú. En 1935 se presentó en Nueva York, Zúrich, Buenos Aires, Londres, Praga y Estocolmo, entre otros lugares. Ese año se estrenó en el Teatro Bolshói y poco después allí acudió Stalin. En enero de 1936 el Pravda, el principal diario soviético, publicó un artículo titulado “Desorden en lugar de música”, en el que se vilipendiaba el “naturalismo” de Shostakóvich. El artículo aparecía sin firma, pero mucho gente reconoció el estilo del propio Stalin.

Aunque no arrestaron al compositor, Lady Macbeth desapareció de los escenarios durante un largo periodo. Hubo representaciones en Venecia, Zagreb, Poznan o Dusseldorf, pero en la URSS no se montó incluso después de la muerte de Stalin. Solamente en 1962 el Teatro de Música Stanislavski y Nemírovich-Danchenko pudo hacer una versión mucho menos audaz, que se llamó Katerina Izmáilova.

La versión original del Lady Macbeth no volvió a Rusia hasta 1996, cuando se representó en el Teatro Mariinski de San Petersburgo. En 2004 le siguió el Teatro Bolshói de Moscú.

5. “Guerra y paz”, Serguéi Prokófiev

El escenario ruso tradicionalmente ha preferido el drama épico e histórico a la intimidad lírica. Prokófiev se inspiró en la obra homónima de Lev Tolstói, aunque también hay otras fuentes y en el libretto se incorporan versos de poetas rusos de los siglos XVIII y XIX.

Este compositor tenía rápidos métodos de trabajo y concibió Guerra y paz en primavera de 1941. En abril de 1942 la partitura del piano estaba lista, y en otoño, en plena Segunda Guerra Mundial, comenzó el trabajo para llevar a escena esta mastodóntica obra de 13 escenas.

Hubo numerosas revisiones del tema y del tamaño. El compositor sugirió a los teatros que lo hicieran en dos tardes. En 1946 el Teatro Mali Operni de San Petersburgo - conocido como el laboratorio soviético de la ópera - estrenó la primera parte. Aunque un decreto gubernamental sobre una ópera de Vano Muradeli bloqueó el estreno de la segunda parte. En 1947 se estrenó la versión europea en Praga aunque el compositor no vivió para ver una versión completa de Guerra y paz.

En 1955 se presentó completa en el Teatro Mali Óperni y en 1967 en el Stanislavski y Nemiróvich-Dánchenko de Moscú y en el Teatro Bolshói en 1959. Aunque esta obra épica de Prokofiev requiere decenas de actuaciones de solistas y enormes coros para las escenas de batallas, actualmente se representa en los mejores teatros del mundo, desde París y Sidney hasta Buenos Aires. 

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