Después de la Revolución numerosos miembros de la nobleza salieron fuera de Rusia, llevándose apresuradamente lo que podían. Muchos trataron de llevarse las joyas familiares como podían.
Hubo algunos con suerte y otros con menos. A la rica familia de los Narishkin no les sonrió la fortuna. Su rica colección de vajillas y cubiertos de caros metales hechos por los mejores maestros rusos e italianos se quedó en Rusia.
En 2012, durante la restauración de una mansión de los Narishkin en San Petersburgo, los obreros encontraron una habitación secreta en la que se había escondido el tesoro familiar.
Resulta que es el mayor de la Rusia contemporánea y cuenta con más de 2.000 piezas, entre samovares, sartenes, saleros, tenedores, cucharas, platos, etc. Todo ello hecho a base de caros metales.
Cada elemento estaba cuidadosamente embalado y entre ellos se encontraron documentos de Serguéi Sómov, el esposo de la hija del último dueño de la mansión.
Lo más probable es que el propio Sómov formara parte del reducido número de personas que se dedicó a esconder las cosas pero poco después emigró y murió, sin dejar descendientes, por eso nadie conocía la existencia del tesoro.
Tras pasar varios años estudiando los objetos, los expertos los entregaron al Museo de Tsárskoe Seló y en la actualidad cerca de 700 piezas del “botín de los Narishkin” se exponen al gran público.
La exposición estará abierta hasta el 24 de marzo de 2020 en el Palacio de Ekaterimburgo de Museo de Tsárskoe Seló.
La Cámara de Ámbar, el misterio que rodea al tesoro robado por los nazis.