La eminente familia del conde Sheremétiev construyó uno de los más grandes y elegantes palacios y parques de Moscú. Se destinó principalmente al entretenimiento y a las recepciones de verano. El pueblo de Kuskovo pertenecía a la familia Sheremétiev desde el siglo XVI. Pero las imágenes contemporáneas de la finca muestran cómo lucía a finales del siglo XVIII.
El palacio fue construido por orden del conde Piotr Sheremétiev en 1769-1775 al estilo del clasicismo ruso temprano. “La Gran Casa” servía para acoger las recepciones más solemnes. El nombre del arquitecto es desconocido, pero algunos investigadores creen que se emplearon dibujos y borradores del francés Charles de Vailles (que también fue el autor del proyecto del Palacio Real en Bélgica).
Aunque parezca difícil de imaginar, el palacio está construido de madera cubierta con estuco rosa. Tres pórticos con columnas decoran la fachada; las partes superiores de cada uno de ellos están hechas de exuberantes tallas de madera. Hay figuras de esfinges instaladas delante de la escalera de piedra blanca. Era posible llegar en un carruaje, directamente, a las puertas del palacio.
Muchos de los edificios de Kuskovo han sido perfectamente conservados y ahora están abiertos a los visitantes, gracias a que después de la Revolución bolchevique la finca recibió el estatus de museo. Esto la salvó de la devastación o de su explotación por los bolcheviques para cubrir diversas necesidades económicas.
Antes existía una iglesia de madera en Kuskovo, pero en el siglo XVIII se construyó aquí, en piedra, la catedral del Salvador. El templo ha sido conservado en su estado original y es un ejemplo del estilo Barroco “aniano” (de la época de la emperatriz Ana Ivánovna).
Este pequeño edificio rosado, cerca de la iglesia, es una cocina. Los sirvientes llevaban los platos desde aquí al comedor del palacio. Fue el arquitecto siervo, Fiódor Argunov, quien diseñó el edificio de la cocina en el mismo estilo que el palacio.
Sheremétiev trató de entretener a sus invitados por todos los medios disponibles, así que construyó varios pabellones muy interesantes. Cada uno de ellos está abierto al público.
Una de las decoraciones más curiosas de la finca es el pabellón de la Gruta Barroca. Construcciones similares aparecieron en jardines y parques en la Italia del siglo XVI.
En el siglo XVIII, la moda de construir “grutas” había llegado a Rusia. En Europa había baños o fuentes en el interior de estas edificaciones, mientras que en Rusia la mayoría eran pabellones situados en parques de fincas nobles.
En la “gruta” la gente también podía protegerse del calor del verano. En su decoración se utilizaron miles de conchas y en sus paredes hay hornacinas con estatuas de dioses romanos hechas con piedra blanca. La cúpula está coronada por un jarrón tallado que parece una fuente.
Otro pabellón es la casa holandesa. Su arquitectura se asemeja a los edificios holandeses del siglo XVII. El interior está decorado usando el mismo estilo.
Y esta es una casa italiana: un pabellón de dos pisos usado para acoger recepciones. En la planta baja se encuentra una colección de rarezas, entre las que se encuentran esculturas, patrones cosidos con cuentas o piezas de mármol de colores y maquetas de edificios a pequeña escala. El segundo piso está decorado con esculturas y tiene más espacio para los huéspedes.
El aviario siempre se ha tenido pájaros cantores, pues su trinar da un ambiente encantador al parque. Hoy en día todavía viven aquí habitantes emplumados, e incluso en invierno se pueden ver varios pavos reales.
La finca también contaba con jardines e invernaderos, donde se cultivaban árboles y frutas exóticas: almendras, granadas, melocotones, aceitunas y limones. La Gran Orangerie fue construida por el siervo arquitecto Argunov en 1761-1762. A Piotr Sheremétiev le encantaban los actos excéntricos y cada invierno enviaba una cesta de melocotones a la emperatriz.
A Sheremétiev le gustaba organizar representaciones teatrales al aire libre. Su compañía de siervos era famosa en todo el Imperio. Hay una historia muy conmovedora al respecto: el conde Nikolái Sheremétiev se enamoró de la sierva actriz, Praskovia Kovaliova (actuaba bajo su nombre artístico, Zhemchugova), que era talentosa y sensible.
La liberó, junto a toda su familia de la servidumbre y recibió el permiso del emperador para casarse con ella, un gesto que no se veía demasiado en aquella época.
Zhemchugova murió cuando tenía 34 años, poco después de dar a luz. Después el conde dedicó su vida a la caridad. Una de las calles cercanas a la finca se llama ahora avenida Zhemchugova.
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