¿Por qué está infravalorado? No mucha gente conoce a Lérmontov como prosista.
A quién le puede interesar: a los que quieran sumergirse en el amargo mundo de un oficial del Ejército ruso en el exilio.
La mayoría de los lectores conocen a Lérmontov como poeta y pocos saben que fue el autor de la primera novela realista rusa, Un héroe de nuestro tiempo. La trama es más densa y retorcida que la de las películas de Quentin Tarantino.
Como miembro de los Stolipin, Lérmontov formaba parte de una de las familias rusas más influyentes de su tiempo y se jactaba de tener estrechos lazos de sangre con los Romanov. A los 23 años se unió a la Guardia Real, pero después de tres años fue exiliado a la región del Cáucaso por escribir un poema titulado Muerte del poeta, dedicado al fallecido Pushkin y que contiene una líneas críticas con el gobierno y el zar. Casi inmediatamente después de su regreso fue exiliado de nuevo por participar en un duelo. La experiencia de Lérmontov en el Cáucaso le proporcionó material para la novela, que es en gran parte autobiográfica.
Amargado, cínico y de actitud mortecina, Pechorin, el protagonista, es uno de los primeros dandies de la literatura rusa. Sus impecables modales y su valentía lo convierten en un noble ideal que desprecia la muerte y se mantiene alejado de los “filisteos” que lo rodean. La principal característica de la novela es su composición no lineal, revolucionaria para la época. De hecho, consta de cinco historias entrelazadas y cambiantes en el tiempo, lo que la convierte en una lectura apasionante.
¿Por qué está infravalorado? Escritura complicada, temas oscuros y obras voluminosas.
A quién le puede interesar: a los que no temen el auténtico horror ruso.
Mijaíl Saltikov, cuyo segundo apellido es Shchedrín, fue la encarnación de todas las ansiedades y patologías de su patria. Hijo talentoso de un viejo noble, trabajó como estadista y, al mismo tiempo, escribió cuentos. Pero después de la revolución de 1848 en Francia, fue enviado a servir en Viatka, una ciudad de provincias, porque sus obras literarias eran consideradas perturbadoras. Allí vio la monstruosidad de la vida rusa de la época y se convirtió en su principal escritor.
El ritmo apacible y pausado de Saltikov sirve como una herramienta precisa para contar historias espeluznantes. En La familia Golovliov vemos a una alegre familia de terratenientes revelar lentamente su naturaleza infernal: una mujer que oprimió a su marido hasta la locura, los enfrentamientos con su hijo mayor, que a su vez lleva a sus dos hijos borrachos al suicidio al negarse a pagar sus deudas. Apuesto a que Von Trier se inspiró en esa novela para rodar Dogville. Hombre severo y amargado en su propia vida, Saltikov pudo escribir sobre estas situaciones sórdidas con una buena dosis de humor negro, que mantiene al lector entre el abismo del absurdo ruso.
¿Por qué está infravalorado? No recibió grandes premios literarios y se mantuvo a la sombra de otros escritores que salieron de Rusia como Bunin o Nabókov.
A quién le puede interesar: a los amantes del cine negro, Albert Camus y la vida nocturna de París.
Gaito Gazdánov era hijo de una familia osetia acomodada. No pasó mucho tiempo en Rusia. A los 17 años, huyó a causa de la Revolución. Al mudarse a París en 1923 sufrió todas las penurias de un inmigrante: trabajó como cargador, reparaba trenes, fue obrero metalúrgico en una planta de Citroën. Mientras tanto, consiguió estudiar Filología en la Sorbona. En 1928, comenzó a trabajar como taxista y eso le dio mucho material para su prosa. Continuó conduciendo un taxi hasta 1952.
Su novela más notable, Caminos nocturnos (1941), resume la vida de los emigrantes rusos mucho mejor que la prosa de Bunin o Nabókov. Ricos y respetados en su vida anterior, estos dos escritores concibieron la vida en la emigración como una manera de recordar la época perdida de la antigua Rusia. Por el contrario, Gazdánov escribe desde la perspectiva de un hombre pobre. Perdidos, desilusionados y tratando de sobrevivir, sus personajes ofrecen la posibilidad de ver cómo era realmente la vida para la mayoría de los rusos que huyeron después de la Revolución. Sólo a finales de la década de 1940 las obras literarias de Gazdánov le permitieron vivir decentemente. Hasta sus últimos días, trabajó en una emisora de radio, haciendo transmisiones sobre la literatura rusa.
¿Por qué está infravalorado? Por la cantidad de alusiones a cuestiones rusas que resultan difíciles de comprender para un lector no ruso.
A quién le puede interesar: a aquellos que anhelan el romanticismo del pasado ruso, perdido hace tiempo.
Iván Bunin fue un escritor que apoyó a los blancos en la época de la guerra civil rusa, tuvo que irse del país y recibió el Premio Nobel de Literatura en 1933. Adopta la perspectiva de un noble sobre la caída del Imperio ruso. Nacido en el seno de una familia noble de rango medio, comenzó sus estudios literarios a una edad temprana. Más tarde trabajó durante años como periodista. Gracias a esa experiencia, su lenguaje es muy preciso.
La Revolución obligó a Bunin a huir de Rusia. En Francia, donde se instaló, tuvo tiempo para recordar y crear una de las novelas más conmovedoras sobre la antigua Rusia: La vida de Arséniev, un raro ejemplo de una “novela de formación” modernista. Esta novela le valió a Bunin el Premio Nobel de Literatura, y luego escribió Relatos de alamedas oscuras, una colección de cuentos que podrían rivalizar fácilmente con obras como Dublineses, de James Joyce, y que representan una visión romántica y nostálgica de la realidad rusa.
Por qué está infravalorado: eclipsado por Solzhenitsyn como “escritor del gulag”.
A quién le puede interesar: a quienes quieren saber cómo murió (o consiguió sobrevivir) la gente común en los campos de trabajo soviéticos.
¿Un escritor ruso que cumplió condena en el gulag y escribió sobre ello? No, no es solo Solzhenitsyn. Varlam Shalámov, que terminó sus días en un manicomio (al igual que uno de sus escritores favoritos, Gustav Flaubert), pasó casi 20 años en los campos de prisioneros. Recibió tres sentencias por agitación antisoviética y el Estado intentó aplastarlo, pero fracasó. Shalámov cumplió su primera condena en el norte de Rusia, luego trabajó en condiciones brutales en las minas de oro de Kolimá, donde murieron muchas personas. En 1956 Shalámov regresó a Moscú y decidió escribir sobre su estancia en los campos, independientemente del precio que tuviera que pagar.
Muchos lo consideran solo un “escritor de los campos”, pero tal y como solía decir el propio Shalámov: “Escribo sobre los campos de trabajo al igual que Saint-Exupéry escribe sobre el cielo o Melville sobre el mar. Mis historias son consejos para el hombre, cómo comportarse en una multitud…”. En Los relatos de Kolimá, su principal colección de historias, Shalámov no escatima ante el lector cuando habla de trabajar hasta la muerte como la única alternativa a la muerte por congelación; cuando explica cómo los guardias de los campos hacen dinero con el trabajo esclavo de los convictos; cuando escribe sobre los burócratas de los campos que se convirtieron en gobernantes omnipotentes de los convictos sin nombre. Sin embargo, Shalámov no oculta los nombres reales de sus personajes ya que quería que sus historias persiguieran para siempre a sus lectores, recordándoles las vidas perdidas que habrían sido olvidadas para siempre si no hubiera sido por él.
Aquí te presentamos a los mayores imbéciles de la literatura rusa.
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