Yendo en vertical es la película más taquillera jamás vista en Rusia. Recaudó más de tres mil millones de rublos (alrededor de 54 millones de dólares según los tipos de cambio vigentes) después de su estreno en diciembre de 2017, superando al anterior plusmarquista, Avatar, de James Cameron. Más de 12 millones de rusos vieron la película.
Este drama deportivo sobre la asombrosa victoria de la URSS contra Estados Unidos durante los Juegos Olímpicos de 1972 en los últimos tres segundos del partido no sólo fue un éxito de taquilla, sino que también fue objeto de elogios al más alto nivel político. El presidente Vladímir Putin agradeció su trabajo públicamente al actor que interpretó el papel principal de la película.
Al mismo tiempo, la película (que menciona orgullosamente que está basada en una historia real) fue duramente criticada por algunas inconsistencias. Las viudas de algunos de los jugadores de baloncesto que participaron en el partido demandaron a los guionistas por intrusión en su vida personal y por representar una versión inventada de ciertos hechos. La viuda del entrenador principal (encarnado en la película por el actor elogiado por Putin) insistió en que se cambiase el nombre del personaje y se negó a confirmar la versión de los hechos plasmada por los cineastas.
Uno de los principales asuntos objetos de crítica fue la forma en que se retrató al capitán del equipo. En la película es un feroz nacionalista lituano con profundas convicciones antisoviéticas. Resultó que nada estaba más lejos de la realidad. De hecho, es difícil imaginar a un nacionalista antisoviético al mando de la selección soviética de principios de la década de 1970. A pesar de su mensaje a menudo antisoviético, la película fue criticada por capitalizar la nostalgia por las victorias deportivas de la URSS, una tendencia iniciada por Leyenda No. 17 o Vremia Pérvij (también conocida como Spacewalkers).
Ambientada durante la guerra soviético-afgana de los años 80, La novena compañía cuenta la historia de un incidente en el que un grupo de soldados soviéticos reciben la orden absurda de proteger una colina. Casi son aniquilados en una batalla contra combatientes muyahidines, y sus comandantes los abandonan. La película fue recibida en su mayoría positivamente y fue un éxito de taquilla. Ganó los dos principales premios cinematográficos de Rusia en 2006. La película también fue elogiada por Vladímir Putin, quien la calificó de “muy buena”.
Los pocos críticos que subrayaron los puntos débiles de la película aludieron a su falta de originalidad y a los intentos demasiado obvios de rendir homenaje a La delgada línea roja y La chaqueta metálica, de Hollywood. El director, Fiódor Bondarchuk (hijo del director soviético Serguéi Bondarchuk, ganador de un Oscar), también fue criticado por un estilo cinematográfico que reflejaba su experiencia como director de vídeos musicales.
Al mismo tiempo, muchos espectadores y los medios de comunicación también señalaron lo que parece ser el mayor problema de la película: una flagrante falta de conexión con los hechos en los que supuestamente se basa. Después del estreno de la película, algunas personas comenzaron a recopilar información sobre lo que realmente sucedió en Afganistán en 1988. Se lanzaron el documental La verdad sobre la novena compañía y un juego de ordenador con el mismo nombre.
Resultó que la historia real no era sólo un poco diferente, sino completamente opuesta a la que se mostraba en la película. Como se subrayó en varias ocasiones, en la película sólo sobrevive un soldado, pero en realidad sólo murieron seis de los militares; en la película las tropas son dejadas a su suerte por sus comandantes, pero en realidad el comandante del regimiento se encontraba a varios kilómetros de distancia monitorizando la situación y enviando refuerzos. Además, la batalla no fue un sin sentido porque la colina tenía importancia estratégica. Para muchos era un error demasiado grande para una película supuestamente basada en “hechos reales”.
Leviatán, del aclamado director Andréi Zviáguintsev, es esencialmente una película sobre el entumecimiento de la vida en la Rusia moderna y la lucha infructuosa de un hombre contra un Estado despiadado. Recibió varios premios en Rusia y fue nominada para un Oscar. No logró ganar la codiciada estatua dorada, y según algunos críticos, con razón.
La película fue atacada por su falta de personajes creíbles. Casi todos los papeles eran interpretados por “actores que tristemente intercambian toscas frases propias de series de televisión... Leviatán tiene un buen concepto pero le falta corazón... el director no deja respirar a su actor... la película es simple”, dijo un crítico de cine.
Esta franqueza de los personajes de la película y su mensaje central de que “no hay nada bueno en Rusia” es un punto clave de muchas críticas. “Uno puede restregarle estas cosas por la cara al espectador, como lo hace Andréi Zviáguintsev, pero esa franqueza con la que pronuncia cosas obvias, empiezan a aburrir bastante pronto”.
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