Fuente: Kinopoisk.ru
El 13 de junio de 1937, en plena Guerra Civil Española, partió de Santurce (País Vasco) con rumbo a la Unión Soviética un barco con 1.495 niños, enviados por sus padres poco antes de la llegada de las tropas de Franco.
Fue uno de tantos convoyes que formaron lo que hoy conocemos como ‘Niños de la Guerra’. En aquel carguero, el ‘Habana’, se encontraba una niña bilbaína, Carmen Orive Abad, a la que todos llamaban ‘Begoña’. Tras nueve días de trayecto el barco llegó al puerto de Leningrado y Begoña fue enviada a Moscú, donde se crió en una familia rusa. Años después conocería en un club de baile de la capital a Borís Jarlámov, con quien se casó y tuvo un hijo, Valeri.
Aquel
niño se convirtió nada menos que en uno de los mejores jugadores de hockey
hielo de la historia de la URSS, si no el mejor. Esta semana se estrena en las
salas rusas ‘Leyenda 17’,
una película sobre su figura, una de las producciones más ambiciosas del cine
nacional en 2013.
La cinta, dirigida
por Nikolái Lébedev, ha contado con unos 10 millones de dólares de presupuesto,
enteramente capital ruso. La mayoría del metraje fue grabado entre Rusia y
Bielorrusia, aunque una escena se rodó en Navarra, pues recrea un episodio
significativo de la vida de Valeri, cuando durante una estancia de varios meses
en España durante 1956 su tío le llevó a los San Fermines, donde a punto estuvo
de ser embestido por un toro.
La historia del gran Valeri Jarlámov comienza ocho años antes, en la parte trasera de un coche, donde Begoña le dio a luz sin tiempo para llegar al hospital. Los padres, una pareja bastante humilde, eligieron su nombre en honor a Valeri Chkalov, legendario aviador del Ejército Rojo durante la recién terminada Segunda Guerra Mundial. Jarlámov, que nunca llegó a hablar castellano, se calzó los patines por primera vez a los siete años, en una pista cercana a la fábrica en la que trabajaba su padre, y a los 14 fue reclutado para las categorías inferiores del prestigioso CSKA, con sede en la avenida Leningrado de la capital.
A
los 20 debutó en el primer equipo, hoy su camiseta cuelga del techo del
pabellón, nadie volverá a vestir el número 17 que siempre utilizó Valeri y que inspira
el título de la película.
Para entender la trascendencia de la figura de Jarlámov hay que recordar que el hockey hielo es el segundo deporte más importante de Rusia, incluso quizá el primero en aquellos años de Guerra Fría gracias a los duelos directos con Estados Unidos.
Valeri Jarlámov es considerado por la federación
internacional uno de los cinco mejores del siglo XX, su currículum deportivo es
colosal: 8 veces campeón del mundo y, sobre todo, dos oros olímpicos.
Especialmente recordado el de Sapporo 1972, batiendo a EE UU en la final.
Además de sus éxitos con el equipo nacional, Jarlámov participó activamente en
una de las mayores dinastías que haya conocido el deporte europeo de clubes, la
sección de hockey del CSKA de Moscú de la década de los 70.
Valeri, que ocupaba la demarcación de ala derecha, marcó la borrachera de 491
goles en 681 disputados entre la selección y su club. La fama de Jarlámov saltó
a la otra orilla del océano gracias a las ‘Summit Series’ (8 partidos que
midieron a la URSS con profesionales de Canadá) y en 1976 se convirtió en el
primer deportista soviético en recibir una oferta en firme para unirse a una
liga profesional estadounidense: 1,2 millones de dólares anuales por firmar con
los Philadelphia Flyers de la NHL. “Los jugadores soviéticos no debemos
abandonar nuestros clubes”, se justificó públicamente Jarlámov en tono
patriótico, aunque en realidad tenía prohibido fichar por clubes profesionales
extranjeros, igual que cualquier deportista ruso en aquella época.
En 1981, con sólo 33 años de edad, Valeri perdió la vida, paradójicamente, en
el mismo lugar donde vino al mundo, en un coche. El accidente de tráfico,
sucedido en la autopista Moscú-San Petersburgo, costó también la vida de su
esposa Irina.
El matrimonio dejó un niño, que también se dedicó profesionalmente al hockey e incluso fue elegido en el draft de la NHL. ‘Begoña’ nunca superó la pérdida de su único hijo y falleció poco después.
Aunque han pasado ya 32 años de la muerte de Jarlámov, si un día como hoy uno se para en una calle de Moscú y pregunta a cualquier transeúnte de más de 45 años, sea hombre o mujer, no hay uno solo que no recuerde a Valeri con cierto lujo de detalles. Para que su nombre no caiga en el olvido entre los jóvenes que no le conocieron, sirve la película que ayer se estrenó, ‘Leyenda 17’.
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