Junto con el priánik, el samovar es una de las marcas distintivas de la ciudad de Tula (180 km al sur de Moscú). El samovar se produce en serie desde finales del siglo XVIII. Sin embargo, los primeros documentos que encontraron los historiadores sobre la “máquina calentadora de agua” datan de 1740. Se trataba de un samovar de cobre producido en la fábrica de Demídov, en la ciudad de Suksún, en los Urales.
Los samovares originales quemaban combustible sólido. Tenían un tubo y un lugar para quemar. Para calentar el agua se utilizaban combustibles muy diferentes: carbón, madera o piñas. Es cierto que, a diferencia de la madera, las piñas arden rápidamente, pero añaden un aroma especial. Todavía hoy se utilizan objetos similares, pero las piñas se añaden al combustible solo cuando el agua está a punto de hervir.
El samovar adquiere su particular brillo una vez que ha sido pulido. Antiguamente, los samovares se limpiaban con materiales abrasivos, como arena fina y húmeda o ceniza. Incluso se utilizaba polvo de ladrillo. Se necesita mucho tiempo para pulir un samovar, así que normalmente se hacía antes de las fiestas.
Los samovares se diferencian entre sí tanto por sus asas y grifos como por su forma. Los más baratos y populares son los cilíndricos. Luego están los samovares en forma de vaso de vodka, esfera, jarrón o huevo. El samovar en forma de vaso de vodka es más estrecho en la base y tiene diferentes variaciones. En ocasiones se fabricaban samovares en forma de cañón o bala. Eran de base redondeada.
También había samovares redondos como sandías, con forma de pera o como un válenok(bota de fieltro rusa tradicional) o con formas de diferentes animales. Durante la Semana Santa se colocaban sobre la mesa los samovares con forma de huevo. También era popular el que se utilizaba para viajar, rectangular o cuadrado y con patas desmontables.
Iván Lisitsin, fundador de la primera fábrica de samovares de Tula, usaba este samovar en sus viajes. Cobre rojo, siglo XVIII.
Nikolái Pashin/SputnikA principios del siglo XIX el precio de un samovar dependía del peso del material del que estaba hecho. Inicialmente eran de cobre, pero solían dejar de funcionar poco después de limpiarse. Así que empezaron a hacerlos de latón, cuproníquel y similor, una aleación de cobre y cinc.
El peso indicaba indirectamente la calidad del samovar. Las paredes gruesas duran más que las delgadas, el agua del interior se enfría más lentamente y el cuerpo del samovar recibe menos abolladuras.
Normalmente los samovares tienen una capacidad entre tres y ocho litros. Los que son más pequeños son menos habituales, ya que son más difíciles de fabricar y, por eso, más caros. Los samovares para preparar solo un vaso se llamaban “Egoísta” y para dos “Tête-à-tête”.
Se sabe con certeza que los hijos del zar Nicolás II tenían cinco samovares de un solo vaso, hechos para ellos por artesanos de Tula en 1909. Cada uno de ellos tenía un diseño único. Se pueden ver hoy en día en el Museo de los Samovares en Tula.
El samovar en activo más grande del mundo tiene una capacidad de 555 litros de agua y puede servir a 2.220 personas a la vez. Mide 2,5 m con chimenea y 1,72 m, sin ella. Es de acero inoxidable y fue fabricado por Alexánder Novokshónov en Perm en 2014. Forma parte del Libro ruso de los récords.
En 2004, en una subasta de Sotheby's, se pagó este precio por un samovar en forma de Leshii, un espíritu del bosque, realizado entre 1899 y 1908 por el legendario joyero Carl Fabergé. Estaba decorado con plata y detalles dorados. El cuerpo estaba cubierto con partes hechas a base de fundición. Tras la venta, el samovar volvió a Rusia.
Es posible encontrar monumentos dedicados al samovar en la ciudad de Suksún, en la región de Perm, considerada la casa del samovar. También los hay en Tula, obviamente. En la antigua ciudad mercantil de Yelábuga se ha erigido un hermoso ejemplar de bronce, que mide 4 metros, y está acompañado de búbliki, especie de bagels al estilo ruso.
También hay monumentos en Kungur (a 1.200 km de Moscú), una ciudad que en el siglo XIX era la capital del té de Rusia, en Gorodets (región de Nizhni Nóvgorod) y Mitishchi (región de Moscú).
Monumento a samovar de 8 metros en Mitishchi, región de Moscú.
Grigori Sisóiev/SputnikParece que desde que se inventó ha ocupado un lugar dentro del arte ruso. Era, y sigue siendo, el utensilio doméstico más atractivo. Una especie de símbolo del bienestar y confort domésticos. Se inmortalizó en los lienzos de muchos artistas y más tarde en la fotografía. Y hoy en día aparece a menudo en muchas cuentas de Instagram.
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