Aunque durante mucho tiempo fue un admirador de la filosofía oriental, el pintor y filósofo ruso Nikolái Roerich sólo visitó la India por primera vez a mediados de la década de 1920, después de huir de Rusia tras la Revolución bolchevique. Organizó la Expedición asiática, que recorrió regiones remotas del norte de la India, China, Tíbet, las montañas de Altái y Mongolia. Los admiradores de Roerich afirman que durante la expedición se hicieron varios descubrimientos geográficos y etnográficos. Además, realizó unas 500 pinturas dedicadas a las montañas del Himalaya.
Los Himalayas cautivaron a Roerich, y él encontró en ellos un profundo significado espiritual, así como uno de los lugares más sagrados de la Tierra. Después de la expedición asiática, Roerich y su familia se establecieron en el valle de Kullu, en el noroeste de la India, en el corazón del Himalaya. Roerich vivió allí hasta su muerte en 1947, y su familia fundó en este lugar el Instituto de Investigación del Himalaya.
“Ningún pintor representaba las montañas como mi padre. Sus Himalayas irradian una incomparable riqueza de luz y color, así como una grandeza inefable y pensamientos elevados”, escribió el hijo de Roerich, Sviatoslav, un renombrado pintor.
“¿En qué otro lugar se puede encontrar tanta alegría en un amanecer como en el Himalaya, donde el azul es más intenso que los zafiros; donde los glaciares brillan desde la distancia más lejana como diamantes incomparables?”, escribió Roerich, describiendo las montañas que tanto le fascinaban.
En 1942, la finca de Roerich fue visitada por el futuro primer ministro indio Jawaharlal Neru y su hija, Indira Gandhi, otra líder india del siglo XX. “Fue una visita memorable a una familia sorprendente y llena de talento, en la que cada uno de sus miembros era notable, con un abanico de intereses bien definido. ... Roerich permanece en mi memoria como un hombre de vasto conocimiento y experiencia; un hombre con un gran corazón, profundamente influenciado por todo lo que observó”, recordó Gandhi.
Roerich se consideraba una especie de puente entre las dos civilizaciones, la rusa y la india. “Estoy orgulloso de que estaba destinado a glorificar los magníficos Himalayas Sagrados en muchas pinturas. Amando a la India y como ruso, estoy feliz de que en la historia del arte ruso los Himalayas y la India sean alabados con amor y respeto”, dijo Roerich.
En 2013, la casa de subastas británica Bonhams vendió una de las pinturas sobre los Himalayas de Roerich, Kanchenjunga, por 1,3 millones de libras. Ese mismo año Bonhams vendió otra de sus pinturas Madonna Laboris por 7,9 millones de libras, convirtiéndola en la pintura rusa más valiosa jamás vendida en una subasta de arte ruso.
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