¿Adónde iban los antiguos eslavos después de morir?

Grigori Avoián
No lo sabemos con seguridad, pero ellos tenían la creencia de que tendrían que cruzar un místico “río apestoso” y esperar la reencarnación en un mundo paralelo.

¿Qué pasa cuando un hombre muere? La búsqueda de otra vida ha mantenido en vilo a cada generación de cada fe sobre la Tierra, así que es comprensible que las antiguas tribus que vivían en el territorio de la Rusia moderna también tuviesen sus propias respuestas a las eternas preguntas sobre la existencia humana.

“Río apestoso”

Los antiguos eslavos creían que el mundo de los muertos estaba protegido contra el mundo de los humanos por un río místico llamado Smoródina. Esta versión menos famosa del río Estigia también formaba una frontera entre la Tierra y el Inframundo en el concepto eslavo del más allá.

En lugar de Caronte, el barquero que transporta las almas de los difuntos a través del Estigia, los antiguos eslavos no tenían ayudante para guiarlos y dependían de otros medios para encontrar su camino al Inframundo.

Los antiguos eslavos cremaban a sus muertos sólo al atardecer. Creían que el sol, al ponerse, viajaba al Inframundo, y el alma de los muertos podía seguir su rastro, llevándoles a su destino sin que tomasen un camino equivocado y se perdiesen.

Los antiguos eslavos creían que el río Smoródina desprendía un fuerte hedor que repugnaba a los humanos. De ahí el nombre del río, que viene de la palabra “hedor” (smrad).

La única forma en que un alma podía cruzar el río era a través de un puente místico, el puente Kalínov. Los antiguos eslavos pensaban que el puente resplandecía de calor porque el “río apestoso” también ardía en llamas. Para complicar el paso de la Tierra al Inframundo, el puente Kalínov era el hogar de la temida bestia Chudo-Yudo.

Mundos paralelos y reencarnación

Aunque el paso al Inframundo aterrorizaba a los antiguos eslavos debido a todos estos peligros, la imagen del conjunto era sorprendentemente benigna.

Los miembros de la tribu creían que los muertos dejaban la dimensión humana sólo para retornar en el futuro, aunque en el cuerpo de una persona diferente.

Los eslavos llamaban el mundo de los humanos, Yav (se traduce como “realidad visible”), que consideraban un mundo material, una dimensión donde los humanos existen junto con todo lo que les rodea.

Cuando un hombre moría, se creía que su alma abandonaba el Yav y viajaba a un Inframundo paralelo conocido como Nav. A diferencia de la tradición cristiana, los antiguos eslavos no distinguían entre el Cielo y el Infierno, y entendían el viaje de sus seres queridos fallecidos al Nav (se traduce como “muerto”), como el único destino al que podía viajar el alma de un finado, lugar donde también residían otras criaturas.

El último componente de esta imagen particular del universo era conocido como Prav. Los antiguos eslavos creían que era una dimensión ocupada por dioses. Los seres humanos sobresalientes también tenían la oportunidad de entrar en Prav, aunque para ello un mortal requeriría vivir una vida particularmente justa.

Mientras que los cristianos no tienen maneras de escapar del infierno o dejar el cielo, a los antiguos eslavos no les gustaba confinarse en una dimensión concreta, ya sea Yav, Nav, o Prav. Creían que las almas de los muertos podían encontrar su camino de regreso a la Tierra ocupando el cuerpo de un descendiente o un animal.

El paso al Inframundo no siempre fue un viaje tranquilo para los antiguos eslavos. También tenían su propio diablo. Lee sobre los antiguos dioses eslavos pinchando aquí.

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