1. Una receta hereditaria para hombres
La historia del pan de jengibre de Tula se remonta al siglo XVII, aunque no había una receta definitiva sobre cómo prepararlo. Había muchos panaderos en Tula y cada uno lo preparaba a su manera, guardando celosamente su secreto y pasándoselo a su heredero masculino. Los panaderos no solían pesar ni la harina ni la miel y preferían usar pequeñas piedras o piezas de metal que guardaban en un lugar seguro.
2. El pan de jengibre como una fuente de conocimiento
No solo se comía para quitar el hambre sino que era una fuente de conocimiento. A veces se hacían pasteles con forma de carta, con sílabas y palabras separadas. De modo que a un niño le daban una especie de pequeño alfabeto. Antes de comerse el pastel el niño tenía que aprenderse la letras y después recibía una parte o todo el pastel como premio. También había pasteles con nombres.
3. Presagio en bodas
En la vieja Rus existía la tradición de hacer de casamentero antes de las bodas. Si un chico no estaba seguro de que chica que le gustaba fuera o no a aceptar su propuesta de matrimonio, le mandaba un pan de jengibre. Si la chica aceptaba el regalo, se asumía que iba a responder positivamente. Durante la boda los recién casados recibían panes de jengibre en forma de corazón. Al día siguiente, los recién casados llevaban el pastel a casa de los padres de la novia.
4. Postre para un “gigante”
En 1778, en el aniversario de San Petersburgo, la emperatriz Catalina la Grande recibió un pan de jengibre que pesaba más de 30 kg y tenía más de 3 metros de diámetro. Representaba un panorama de la ciudad. La emperatriz quedó impresionada.
Actualmente en el Museo del Pan de Jengibre de Tula se puede ver un pastel gigantesco, que cuenta con una representación del kremlin de Tula y pesa más de 50 kg. Tiene una inscripción que dice: “El pan de jengibre de Tula es famoso desde 1685”. Se dice que el símbolo de la ciudad se creó ese año.
5. El pan de jengibre como imagen
El pan de jengibre de Tula es un producto “impreso”. Esto significa que las primeras personas que lo hicieron cortaron una tabla de un árbol de abedul o de peral, que debía tener entre 5 y 20 años. Los bordes estaban impregnados con alquitrán o cera. Cuando se secaba, el artista-tallador hacía un dibujo con un espejo. El molde para el pan de jengibre puede durar hasta 70 años. Para eliminar los restos de la masa, el molde se hierve en aceite.
6. Para juegos y deportes
Además del típico pastel, a principios del siglo XX, y antes, la gente también cocía panes de Tula para hacer juegos, aunque sin relleno. Se utilizaban en las plazas como juego y entretenimiento durante las ferias. Se lanzaban como si fueran discos. Aquel que hiciera volar el pastel lo más lejos posible, ganaba. Pero era importante que no se rompiera en pedazos.
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