Fotografías de Antón Chéjov que nunca antes habías visto

Cultura
ALEXANDRA GÚZEVA
Amante de los perros y largos paseos, a Chéjov le gustaba viajar a Crimea.

Cuando tienes arte, cuando tienes talento no hay espacio para la vejez, no hay espacio para la soledad o para estar enfermo. Solo la muerte es la mitad de lo que suele ser.

¿Puedes imaginas que este joven es el gran autor ruso, Antón Chéjov? Sin su famosos quevedos y con pelo largo es casi irreconocible. Esta foto se tomó en 1883 cuando Chéjov era un estudiante en la facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Moscú.

La profesión médica es una proeza que requiere autosacrificio, pureza de alma y pureza de pensamiento.

Chéjov (abajo a la izquierda) en su finca de Mélijovo, en la región de Moscú, junto con delegados del gobierno local y su perro. Tenían dos perros salchicha, a los que llamó Brom y Jina, por las medicinas. Actualmente se celebra en Mélijovo un festival de perros salchicha a nivel nacional.

Un buen hombre se sentiría avergonzado incluso delante de un perro.

A Chéjov le encantaban los perros. Aquí aparece en Yalta a principios de los años 1900. Aquí es donde se desarrolla el cuento La dama del perrito.

 

Todo lo que aprendí de la naturaleza humana lo aprendí de mí.

Chéjov estuvo enfermo de tuberculosis, que empeoró en 1898, y pasó mucho tiempo en Crimea porque el tiempo era más favorable. Compró una casa que llamó Dacha Blanca. Aquí aparece el escritor dentro de su dacha, que actualmente es el Museo Chéjov.

Estando enamorado una persona muestra quién debería ser.

¡Hay fotos del Chéjov sonriendo! Casi todas son con su mujer, la actriz del Teatro de Arte de Moscú, Olga Knípper. Tuvo destacados papeles en sus obras y se conocieron durante los ensayos de La gaviota.

Si en el primer acto muestras una pistola, entonces en el siguiente debería dispararse.

Chéjov leyendo La gaviota con un grupo de actores del Teatro del Arte de Moscú, entre ellos se encuentra Konstantín Stanislavski (a la izquierda de Chéjov), Olga Knípper o Vsevólod Méyerhold. Quizá fuera el primer momento en el que Chéjov y Knípper sintieron algo por el otro.

El amor, la amistad y el respeto no une tanto a la gente tanto como lo hace un odio común.

¡Qué maravilla ver a dos grande personas del pasado en la misma fotografía. Lev Tosltói y Antón Chéjov jugando al ajedrez en Crimea.

El hombre rico no es quien tiene dinero sino quien tiene los medios para vivir en el lujoso estado de la incipiente primavera.

Maxim Gorki adoraba el talento de Chéjov. Tras mantener correspondencia Chéjov sugirió que se conocieran en persona en Crimea, que es donde se tomó esta fotografía. Tenían encuentros diarios y conversaban. Gorki estaba asombrado por la libertad interior de Chéjov.

Una buena educación no consiste no derramar salsa sobre el mantel sino en no notarlo cuando otro lo hace.

Retrato poco conocido de Chéjov, pintado por su hermano, el artista Nikolái Chéjov. El cuadro se encuentra en el Museo Literario Chéjov, que por cierto está en una escuela en la que estudiaban los hermanos Chéjov.

Tomsk no vale ni un kopek de latón... es una ciudad increiblemente aburrida... la gente es muy aburrida... la ciudad está llena de borrachos... llena de barro... la moza en la taberna local limpió mi cuchara en su trasero antes de dámerla... Las cenas aquí son excelentes, al contrario que las mujeres, que son hoscas en el trato...

No se tratan de palabras sabias de Chéjov sino que es lo que escribió sobre Tomsk, de camino a la isla de Sajalín. En 2004 los habitantes de esta ciudad siberiana erigieron un monumento que era una caricatura del gran escritor. En la estatua se dice: “Antón Pávlovich en Tomsk a través de los ojos de un borracho tumbado en una cuneta y que no ha leído Kashtanka”.