Abundan los rumores y misterios sobre la capital.
Denis Murin / RIA NovostiEn los rumores sobre el transporte subterráneo de Moscú se mezclan la realidad y la ficción. Bajo la capital existen líneas secretas militares y del gobierno, el llamado Metro-2, que no niegan los políticos. Pero los más interesados llevan tiempo intentando obtener información más precisa. ¿Se trata de una sola línea o de todo un sistema de metro distinto? ¿O es más bien una ciudad subterránea con capacidad para 15.000 personas?
Como buena leyenda urbana, existen miles de versiones distintas. Todas están unidas por un aura de secretismo. “Oír pasos de botas al otro lado de una de las supuestas entradas del Metro-2 fue algo realmente aterrador” — comenta a RBTH Konstantín, buscador de tesoros—. “¿Acaso siguen haciendo guardia los agentes del KGB?” Otra joven moscovita incluso aseguraba que los servicios especiales dispararon a un conocido suyo que buscaba el Metro-2. Los inverosímiles relatos de los curiosos sobre sus aventuras en estas instalaciones secretas echan más leña al fuego de la curiosidad popular.
Vitaliy Belousov / RIA Novosti
“Mi abuela me habló del Metro-2 cuando era niña, y también de las ratas mutantes”, recuerda la moscovita Valeria. En los años 90 la prensa sensacionalista promocionó la historia de las ratas gigantescas que supuestamente vivían en los túneles.
“La historia tenía datos muy científicos: la radiación de los minerales por lo visto causa esta mutación en las ratas” — comenta Pável — , “Pero si viven en las instalaciones, nunca se ha visto una”. De hecho, un animal de gran tamaño no podría sobrevivir en el metro.
Las leyendas no se limitan a los búnkeres subterráneos de la élite soviética, también abarcan ciertos edificios terrestres, como por ejemplo la casa del comisario de seguridad estatal Lavrenti Beria, mano derecha de Stalin. En los interrogatorios de 1953 el político reconoció haber secuestrado y violado a decenas de mujeres, aunque la veracidad de estas confesiones todavía está en duda (a Beria lo “eliminó” Jruschov en plena lucha por el poder, y los documentos podrían haber sido falsificados tras fusilar a su peligroso contrincante).
Sobre la casa en Moscú del sádico Beria circulan macabros rumores. Una leyenda cuenta que a medianoche, por la calle Málaya Nikítskaya avanza un coche invisible con el sonido del traqueteo de un viejo motor. Se oyen unos pasos y el fantasma de Beria se dirige a su casa a disfrutar de sus violentos placeres: pronto los transeúntes más curiosos oirán un llanto de mujer al otro lado de la pared. Los escépticos dirán que el llanto es de los empleados de la embajada de Túnez haciendo horas extra (la embajada ocupa ahora el edificio de la casa del comisario), pero esta versión es mucho más aburrida.
Lori / Legion-Media
El centro no es el único escenario de las leyendas. Existe una historia popular que asegura que en las colinas de Peredélkino, a las afueras de Moscú, en 1812 enterraron a cientos de soldados napoleónicos. Los aficionados de los fenómenos paranormales atribuyen propiedades místicas a estos túmulos y creen que los coches se estropean al pasar por allí y que los viajeros se pierden.
En realidad, lo más probable es que no haya ninguna fosa común en este lugar. “Tras la dura guerra contra Napoleón los campesinos seguían oyendo retumbar los cañones por todas partes, de modo que es un mito antiguo” — comenta un representante del museo de Moscú a RBTH—. “En el siglo XIX los arqueólogos excavaron en estos túmulos eslavos de los siglos X-XI. Posiblemente los habitantes de las aldeas vecinas creyeron que se trataba de una excavación de fosas de soldados franceses”.
El distrito de Ostánkino también está mitificado, en él se encuentra la mayor torre de comunicaciones de Europa. Según la leyenda, por ella deambula el fantasma de una anciana asesinada en el siglo XVI que predice desastres. La historia de esta bruja de 500 años ganó fuerza por el asesinato del conocido periodista televisivo Vlad Lístiev, así como por el incendio de Ostánkino en el año 2000. A menudo a estas historias se añaden numerosos detalles, como que unos animales que habían mutado debido a la radiación de la torre se comieron los muebles del despacho de Lístiev tras su muerte. Algunos de los rumores son menos sangrientos, como el que asegura que los obreros dejaron encerrada por error una excavadora en el edificio del centro de televisión. Yana Sídorova, autora de numerosas investigaciones sobre las leyendas de Ostánkino, señala que los empleados del centro no creen en las historias, pero les gusta difundirlas.
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