Pekín anuncia su apoyo a Asad y su implicación en el conflicto.
Valery Sharifulin/TASSChina y Siria estudian la posibilidad de que instructores militares chinos entrenen a personal del Ejército sirio en Damasco. Además Guan Youfei, director de la Oficina de Cooperación Militar de la Comisión Militar Central de China, declaró que ambas partes habían llegado a un acuerdo para que militares chinos suministren ayuda humanitaria.
Sin embargo, las declaraciones acerca de la la intención de estrechar los vínculos militares entre ambos fue lo que más atención atrajo.
No es la primera vez que se habla de ello. El año pasado se dijo que decenas de instructores militares chinos estaban en Siria, aunque estas afirmaciones nunca se demostraron.
Sin embargo, los hechos recientes muestran que el país asiático trata de aumentar su implicación en Siria, lo que incluye el envío de emisarios para contribuir a la búsqueda de una solución diplomática al conflicto.
¿Cuáles son las motivaciones de China para implicarse en un terreno pantanoso como Oriente Próximo?
Los recientes reveses militares del Estado Islámico en Siria aumentan las opciones de Bashar al-Asad para seguir presidiendo el país y Pekín parece haber captado en estos momentos se abren posibilidades para nuevos negocios.
Hace unos meses el reforzado dirigente de Damasco animó abiertamente a Irán, China y Rusia a seguir apoyando a su gobierno y prometió un trato preferencial a estos tres países cuando la reconstrucción del desolado país se convierta en una prioridad.
Pekín espera vender materiales de construcción así como lucrativos contratos. También confía en exportar sus servicios y para ello que necesita una sólida red de relaciones bilaterales.
Gleb Ivashentsov, antiguo embajador de Rusia en Corea del Sur y actual miembro del Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia, comparte esta opinión pero también cree que entran en juego consideraciones geopolíticas.
“Una cooperación más vigorosa con Damasco sirve a Pekín para obtener una posición privilegiada en la Siria posterior a la guerra”, comenta Ivashentsov. “El comercio y la cooperación económica están entre sus prioridades. Sin embargo, también es una señal a EE UU en el sentido de que China se está volviendo más decidida a la hora de marcarse objetivos en política exterior. Además, no puedo excluir que esto sea una respuesta al despliegue de los sistemas antimisiles estadounidenses en Corea del Sur”.
Un comportamiento más decidido de China en los asuntos mundiales no se limita al interés por introducirse en mercados extranjeros, llenarlos de productos de consumo y/o extraer e importar sus recursos minerales.
La cuestión va más allá. Se trata de lo que el mandatario Xi Jinping calificó como “la nueva diplomacia de una superpotencia con acento chino”, según afirma Alexander Lomanov, profesor del Instituto de Estudios del Extremo Oriente de la Academia Rusa de Ciencias.
“Es una revisión total del legado de Deng Xiaoping, que rezaba: 'nunca lleves la delantera, nunca reveles tu auténtico potencial, nunca estires demasiado tus habilidades”, afirma Lomanov. “Estas palabras son de 1992, tras la lección que supuso en colapso de la Unión Soviética. Pero desde entonces ha pasado un cuarto de siglo: China ha cambiado y está superando los límites que ella misma se había puesto”.
Lomanov añade que el gigante asiático trata de asegurar su posición en la escena internacional. “Si echas un vistazo a los blogs chinos, hay notables reacciones a la noticia de un posible aumento de la cooperación militar con Siria. 'Entrar en el fútbol geopolítico en la segunda mitad del partido era nuestra tradición”, -asegura uno de los blogueros-. Ahora que “hemos crecido, ha llegado el momento de entrar en el partido desde el principio”, explica Lomanov.
Las publicaciones apuntan a la posibilidad de que China abandone su cautelosa postura en los asuntos internacionales.
Si los acontecimientos se desarrollan en esa dirección, China pronto podría probar a desempeñar un papel de proveedor de seguridad y Oriente Medio podría ser un campo de pruebas aceptable.
¿Está Pekín lo suficientemente preparado para asumir esa carga? Probablemente, sí. En cualquier caso, los chinos ya no tienen ningún complejo de inferioridad.
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