La nueva colaboración redibuja el conflicto sirio.
mil.ruLa llegada de pilotos rusos a la base aérea iraní de Hamadán no es una medida casual y no está relacionada exclusivamente con la liberación de Alepo. Este acuerdo va precedido de una serie de acontecimientos. Destaca el encuentro del “triángulo del Caspio” en Bakú, que dio paso a un nuevo nivel de cooperación económica entre Rusia, Irán y Azerbaiyán, así como la visita del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, a San Petersburgo, que redujo considerablemente la tensión acumulada en las relaciones bilaterales. Además, la reanudación de las relaciones económicas entre Rusia e Irán en ámbitos como el transporte y la energía también ha ayudado a restablecer lazos.
En otras palabras, cuando comenzaron las negociaciones entre Rusia e Irán sobre el uso de la base militar, Moscú ya había conseguido un acercamiento político y una serie de acuerdos con Teherán sobre cuestiones económicas y sociales. En esta situación el paso más lógico era que Rusia e Irán intentaran tomar la iniciativa no solo en el conflicto sirio, sino en toda la región de Oriente Próximo.
Sin duda EE UU es uno de los perdedores de esta nueva situación. El acuerdo entre Rusia e Irán sobre el uso de la base aérea de Hamadán demuestra que Moscú no considera actualmente las relaciones con EE UU como una prioridad. También es una muestra de que la “luna de miel” de las relaciones entre Irán y EE UU ha finalizado. Vuelve la desconfianza hacia la política de Washington y las dudas sobre su capacidad para influir sobre Arabia Saudí.
Los estadounidenses deben prepararse a perder su “derecho a veto” en el desarrollo de las relaciones políticas y militares con Irán, tanto con Rusia como con otros países.
El despliegue de un contingente militar ruso en territorio iraní es también una señal de que el país persa es capaz de influir en el conflicto sirio según sus propias condiciones, y no según las condiciones de Occidente.
EE UU deben reconocer su propia incapacidad para comprender “los límites del compromiso” con sus socios y competidores. Es significativo que incluso China, que durante mucho tiempo había ocupado una postura expectante en el conflicto sirio, tomara la decisión de ampliar su apoyo al gobierno de Asad una vez que trascendió la información sobre el despliegue de la aviación rusa en Hamadán. No se trata tanto del apoyo al régimen como de deseo de China de participar en futuros procesos políticos y económicos.
Con la operación ruso-iraní Moscú tiene como objetivo enviar tres claros mensajes político-militares.
En primer lugar, Moscú da a entender a Washington que contempla la asociación ruso-iraní como una prioridad estratégica y que la desarrollará incluso cuando entre en conflicto con la postura de EE UU. Esto no significa que Moscú rechace completamente la estrategia consensuada anteriormente con el Consejo de Seguridad sobre la contención de las ambiciones políticas y militares de Irán, pero sí que esta política se revisará. Si la cooperación actual tiene éxito no se descarta que se produzcan nuevos avances que podrían provacar en un acercamiento sin precedentes entre Moscú e Irán.
En segundo lugar, Rusia está decepcionada con la política de EE UU a la hora de calificar a la oposición “moderada” y “no moderada” en Siria. La exasperación por la postura no siempre clara de Washington lleva varios meses acumulándose.
Es posible que EE UU haya sobrevalorado la disposición de Moscú a negociar acerca de la lista de organizaciones terroristas. Este error de cálculo podría debilitar considerablemente las posturas de las organizaciones apoyadas por EE UU en el campo de batalla de Siria y en la futura regulación pacífica del conflicto. En cualquier caso, si Rusia y Asad consiguen un progreso considerable con la participación de Irán en Alepo, el antiguo modelo del proceso de negociación deberá cambiar: una parte considerable de las organizaciones de la oposición moderada ya no tendrá fuerza suficiente en Siria.
En tercer lugar, Rusia considera la liquidación de la oposición siria en Alepo como una misión prioritaria. Está dispuesta a sacrificar, al menos temporalmente, el contacto con EE UU y la UE sobre la cuestión siria. El despliegue de la aviación rusa en Hamadán y el refuerzo de los bombardeos contra la oposición en Alepo no son solo un intento de sacarse un as de la manga en las negociaciones políticas con Occidente.
Todo esto podría provocar perfectamente que se aleje la posibilidad de un diálogo político con la actual Casa Blanca y podría posponer el diálogo para el futuro, cuando en Washington se instale una nueva administración.
Dmitri Yevstáfiev es politólogo y profesor de la Escuela Superior de Economía.
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