La batalla por Alepo y el acercamiento a Irán cambian el curso de la guerra.
APTras la liberación de Palmira en marzo de este año, Rusia y el ejército de Bashar al Asad se encontraron ante una disyuntiva: ¿hacia dónde continuar?
Había principalmente dos opciones: atacar la capital siria del Estado Islámico, Al Raqa, al este del país, o bien concentrar sus fuerzas en Alepo, la segunda ciudad en tamaño e importancia, y donde desde 2012 se llevan a cabo combates entre el ejército sirio y guerrilleros, entre ellos los miembros del Frente al-Nusra.
Los acontecimientos de los meses del verano demuestran que Rusia y sus aliados sirios han optado por la segunda opción. A principios de junio el ejército sirio llevó a cabo un fracaso intento de ataque en la provincia de Al Raqa. Entonces Damasco y Moscú decidieron concentrar definitivamente sus fuerzas en Alepo y dejaron la toma de Al Raqa en manos de la coalición occidental y de sus aliados de las Fuerzas Democráticas de Siria, formadas principalmente por kurdos.
Evgueni Satanovski, presidente del Instituto de Oriente Próximo, opina que Rusia y Asad han tomado la decisión correcta, ya que Alepo es importante para el control de toda la zona norte del país.
“Alepo es la clave para detener la guerra — comenta Satanovski a RBTH—. Después de su ocupación habrá que despejar la provincia de Idlib y enfrentarse al Estado Islámico en la zona de Al Raqa, pero en general, esto supondrá lo mismo que Stalingrado para la Segunda Guerra Mundial: la batalla clave, cuya victoria implicará un cambio en el curso de la guerra contra los islamistas”.
El arabista Vladímir Ajmédov, investigador del Instituto de Estudios Orientales de la Academia Rusa de Ciencias, también cree que la decisión tomada es la más conveniente.
“La operación en Al Raqa es asunto de los estadounidenses y es básicamente la continuación de su guerra contra el Estado Islámico en Irak”, comenta. “Debido a su irresponsable invasión de Irak en 2003, EE UU contribuyó involuntariamente a la creación del Estado Islámico, por lo que resulta del todo lógico que sean ellos quienes arreglen la situación en zonas como Al Raqa”. El ejército sirio, que cuenta con el apoyo de Rusia, ahora carece de los recursos necesarios para mantener activa la guerra en dos frentes, opina Ajmédov.
Satanovski asegura que en Alepo las tropas de Bashar al Asad se enfrentarán mayoritariamente a fuerzas terroristas similares al como el Frente al-Nusra. Esta idea la comparten los representantes del Ministerio de Defensa, que han criticado en numerosas ocasiones a EE UU por no facilitarles las listas sobre los miembros de la oposición moderada.
“Conservamos la esperanza de que nuestros socios estadounidenses nos envíen las coordenadas de las zonas en las que están situadas las filas de la oposición moderada — señalaba el mes pasado el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú— . Me gustaría saber cómo son esas filas”.
Mientras tanto, el desenlace de la batalla por Alepo sigue sin estar claro. A finales de julio el ejército sirio rodear los barrios controlados por los guerrilleros cortándoles las fuentes de suministros, pero tras un contraataque a principios de agosto, las fuerzas de la oposición- formadas por islamistas radicales entre otras agrupaciones- lograron salir del cerco y la sangrienta batalla por Alepo continúa.
De forma paralela, Rusia trata de garantizar la protección de la población civil. Cuando el ejército sirio rodeó Alepo, se abrieron corredores humanitarios por iniciativa de Rusia y los habitantes de la ciudad podían abandonar Alepo y recibir ayuda. Además, a instancias del ministro Serguéi Shoigú, el presidente Asad anunció una amnistía para los guerrilleros que estuvieran dispuestos a entregar las armas.
Además, tras reanudarse la operación militar en Alepo, Rusia apoyó la iniciativa de la ONU para introducir una tregua humanitaria de 48 horas cada semana con el objetivo de hacer llegar a Alepo alimentos y medicamentos. Vladímir Ajmédov señala que estas iniciativas están en sintonía con la estrategia rusa en Siria: “Nuestro principal objetivo es mantener las instituciones estatales que serán la base para reconstruir el país”. Las iniciativas humanitarias, según Ajmédov, son la vía para restablecer la unidad del Estado.
Tras la reanudación de los combates en Alepo se endureció considerablemente la polémica entre Rusia y EE UU, principales copatrocinadores del proceso de Ginebra, destinado a la regulación política de la crisis. Como respuesta a las acusaciones de Barack Obama de apoyar a un “régimen asesino”, el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov, declaró que entre la Rusia y EE UU existen “discrepancias conceptuales” respecto a Siria, y que Washington, que desea el derrocamiento de Asad a cualquier precio, no ha hecho nada para resolver el conflicto en el país.
“Evidentemente, el proceso de Ginebra se encuentra en un callejón sin salida, ¿acaso antes era distinta la situación? — pregunta Evgueni Satanovski-. Su único objetivo era sentar a negociar a representantes rusos y occidentales con posturas y argumentos diametralmente opuestos. Para no pelearse definitivamente y demostrar que se sientan a tratar el tema”.
Mientras tanto, el diálogo entre la Rusia y EE UU continúa, según declaran los representantes de las cancillerías de ambos países.
Durante los últimos meses, Rusia ha activado su cooperación con países importantes de Oriente Próximo, en primer lugar con Irán y Turquía. Irán ha permitido a la aviación rusa utilizar la base aérea de Hamadán y, como hizo Irak, ha abierto su espacio aéreo para que las tropas rusas lleven a cabo ataques contra los guerrilleros. Vladímir Ajmédov recuerda que se trata de un paso sin precedentes, ya que desde la Revolución Islámica de 1979, Irán no había permitidoel acceso a su infraestructura militar a países extranjeros .
“No creo que los iraníes nos hayan concedido el uso de su base de forma permanente –aclara el experto-. Pero si esto sucede, será una gran victoria para Rusia, las relaciones habrán alcanzado el nivel de cooperación estratégica”.
Según este experto, la base iraní junto con las sirias de Jmeimim y Tartús, podrían dotar a Rusia de un un potente campo militar en Oriente Próximo. Por ahora se hace patente el refuerzo de una coalición a cuatro, formada por Rusia, Siria, Irán e Irak, en la lucha contra el terrorismo.
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: