El sueño argentino de una minoría étnica siberiana

Tamara Ingechekova con su novio Vladímir.

Tamara Ingechekova con su novio Vladímir.

Archivo personal
Los chorse son un pequeño pueblo procedente de la taiga siberiana. Charlamos con Tamara Ingechekova, que vive desde hace dos años en Argentina y explica las particularidades de su pueblo.

A muchos inmigrantes en América Latina provenientes de Rusia, de las antiguas repúblicas soviéticas o del Imperio ruso los suelen llamar rusos. En Argentina el caso más llamativo es el de los judíos, que en muchos casos llegaron al país entre finales del siglo XIX y principios del XX en busca de una vida mejor, escapando de las persecuciones de la época zarista. Viajaban con los pasaportes imperiales y todavía hoy día se les llama rusos.

Es cierto que el término ‘ruso’ se refiere a los ciudadanos del país euroasiático, sin considerar su etnia. En realidad pocos saben que se trata de un país multiétnico donde coexisten más de 180 nacionalidades, 57 de ellas con su propio territorio. Mientras la etnia rusa, que forma parte de los eslavos, constituye el 80% de la población, las demás nacionalidades conservan sus propios idiomas. Entre los grupos étnicos destacan los tártaros, que representan 3,8% de la población del país, los ucranianos (2%), los baskires (1,1%), los chuvasios (1%) o los chechenos (1%), entre otros.

Hay gran cantidad de etnias pequeñas, muchas de ellas autóctonas. Tamara Ingechekova es miembro de una minoría. Hace dos años llegó a Argentina procedente de Mezhduréchensk junto con su novio, el ruso Vladímir. Es miembro de los chorses (muy probablemente sea la única representante residente en Argentina), una etnia de la taiga siberiana proveniente de región rusa de Kémerovo. Actualmente apenas hay 14.000-15.000 personas que pertenecen a esta etnia. La ciudad natal de Tamara tiene un clima continental extremo: en invierno hay abundante nieve y la temperatura puede bajar hasta los -43º C y en verano sube hasta los +38º C.

Cordillera Kuznetsk Alatau, región de Kémerovo. Fuente: Gamma-aspirin/ WikipediaCordillera Kuznetsk Alatau, región de Kémerovo. Fuente: Gamma-aspirin/ Wikipedia

En diálogo con RBTH, Tamara explica las costumbres y las tradiciones de su etnia, poco conocida por todos, incluidos los rusos. La mayoría de los chorses habla ruso y para más del 60% es su lengua materna.

Tamara desconoce el idioma de sus ancestros, que se figura en el Libro Rojo de Rusia como una lengua amenazada. Comenta que tiene ganas de aprenderlo. “Cuando era niña e iba al colegio ruso y no nos enseñaron chorse. Es una lástima”, dice la joven que agrega que actualmente se están haciendo esfuerzos para recuperar la cultura de los chorses.

Se forman grupos artísticos donde enseñan el idioma, la cultura y las tradiciones. Tamara recuerda algunas palabras que su abuela le enseñó para que participara en un concurso de belleza organizado anualmente en su región. “Ezenok” significa “hola”, “kalash” – “pan”, “su” – “agua” en este idioma de la familia de las lenguas túrquicas.

Históricamente los chorses tenían la fama de ser buenos herreros. Las armaduras y espadas que hacían se valoraban en toda Siberia. Por eso a la región que habitaban los chorses la denominaron la Tierra de Herreros, la cuenca de Kuznetsk (‘de los herreros’ en ruso). Actualmente cuenta con uno de los mayores yacimientos de carbón del planeta. Los chorses también vivieron de la pesca y la caza; recolectaban piñones, bayas y setas. En los tiempos remotos practicaron chamanismo pero hace siglos que se convirtieron en cristianos ortodoxos.

Los chorses tienen su propio Año Nuevo, “chyl-pazhi”, basado en ritos paganos, que coincide con el equinoccio de primavera, el 21 de marzo. La tradición casi desapareció en el siglo XX pero en los últimos años algunos entusiastas han logrado recuperarla. Se festeja actualmente y atrae tanto a la gente que vive allí tanto a los turistas.

Celebración de "chyl-pazhi", Año Nuevo. 

Por otro lado, el 18 de enero se celebra “maltyk-pairam”, la mayor festividad chorse. Es común cocinar y comer pelmeni, una especie de ravioli con carne y piñones de cedro, donde se esconde una figurita de madera, que significa lo que te va a pasar ese año. “Por ejemplo, si te toca un cuchillo vas a tener buena suerte en la cacería y si encuentras una miniatura de diploma significa que vas a ingresar a la facultad”, explica Tamara.

Muchos jóvenes chorses ya no quieren vivir en las aldeas de sus antepasados y se mudan a las ciudades dejando atrás sus costumbres y tradiciones. Los que se quedan siguen practicando una  economía de subsistencia. Tamara cuenta como los jóvenes pescan en verano hucho taímen y tímalo, variantes de salmón siberiano, que son caros, grandes y difíciles de encontrar. Se dedican a venderlos en las autopistas a quienes pasan en automóvil. Con el dinero que recaudan viven en invierno, cuando no hay mucha pesca.

Tamara nos explica también que le encanta Argentina, donde la gente le resulta amable y cordial. Le encanta el tango y también quiere aprender a bailar salsa. Cree que en Argentina le espera una vida nueva y feliz. 

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