El acuerdo prevé un alto el fuego entre las fuerzas del Gobierno sirio, sus aliados y varios grupos de oposición. Como señaló el presidente ruso Vladímir Putin, el cese de las hostilidades no se aplicará a los extremistas del Estado Islámico, de Jabhat al-Nusra y de otras organizaciones terroristas, reconocidas como tales por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
El próximo 27 de febrero. Hasta el mediodía del 26 de febrero, los representantes de los grupos implicados en el conflicto tienen que comunicar a los EE UU o Rusia su adhesión a este acuerdo. Luego se creará un mapa que marcará los territorios ocupados por estos grupos y el alto el fuego se aplicará a estas áreas.
Será responsabilidad de un grupo especial bajo la égida de la ONU, encargado de supervirar el alto el fuego. Está copresidido por los EE UU y Rusia. Moscú y Washington contarán con una línea telefónica especial, así como un grupo de trabajo “si es necesario”, para el intercambio de información.
Al mismo tiempo, en la base aérea rusa de Jmeimim, situada en Siria, se ha puesto en marcha el Centro de Coordinación para la Reconciliación.
Según declaraciones del Ministerio de Defensa de Rusia, los opositores que han decidido abandonar la lucha, podrán dirigirse al Centro para comunicarse con las autoridades sirias.
El Alto Comité de Negociaciones de la oposición siria, formado en Riad, anunció el 22 de febrero que “ha dado su aprobación a los esfuerzos internacionales para el cese de las hostilidades”. Sin embargo, el Comité aceptó la tregua con una serie de condiciones, entre las que destaca el cese de los bombardeos por parte de Rusia y de las fuerzas del presidente sirio Bashar al Asad.
Asad, a su vez, en conversación con Putin el 24 de febrero, afirmó que las autoridades sirias estaban dispuestas a “favorecer la tregua”. Además, ambos subrayaron la importancia de una “lucha inflexible” contra el Estado Islámico, Jabhat al-Nusra y otras organizaciones terroristas.
Las complicaciones surgen cuando se trata de separar a los opositores moderados de los radicales, según explicó a RBTH el director del Centro de estudios de Oriente Próximo y Asia Central, Semión Bagdasárov. Militantes de Jabhat al-Nusra, una rama de Al Qaeda, luchan en estrecha colaboración con determinadas brigadas del Ejército Libre Sirio y es imposible separar estas formaciones, señala el experto.
Los mismos opositores sirios creen que hay solo una salida de la situación actual: el cese de los bombardeos de Rusia y del Ejército de Asad a los militantes de Jabhat al-Nusra, reconocidos como terroristas por las Naciones Unidas.
“Son mayores que cualquier acuerdo alcanzado hasta el momento en relación a la situación en Siria”, considera Alexánder Shumilin, director del Centro de Análisis de Conflictos de Oriente Próximo del Instituto de EE UU y Canadá. En su opinión la mayor garantía es que el acuerdo cuenta con el apoyo de Rusia y EE UU.
Los directores de la CIA y el Pentágono no comparten este optimismo. No creen que Rusia vaya a colaborar en la implementación del alto el fuego y se han dirigido a Obama para trabajar en la elaboración de un “plan b”.
Se baraja la opción de entregar armas a los oponentes de Asad y la creación de nuevas sanciones contra Rusia, de la misma manera que se ha hecho por el conflicto en Ucrania.
Por su parte, los expertos rusos creen que es posible que los acontecimientos se desarrollen de esa manera pero subrayan el callejón sin salida a que conduce. Según Bagdasárov, se puede suponer que el “plan b” ya está ejecutando y hay suministros de armas a la oposición. El experto recuerda las noticias sobre el envío de misiles antitanque estadounidenses a las fuerzas de la oposición.
Esperanza y cautela ante la tregua en Siria
El acuerdo para una tregua ha provocado tres reacciones diferentes.
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