Miembro de las tropas aeroespaciales de Rusia durante una misión de combate en Siria.
RIA NovostiEl inicio de las operaciones de la fuerza aérea rusa contra los radicales islamistas en Siria a finales de septiembre pilló desprevenidos a la mayoría de los observadores. Los expertos señalan que hubo varios factores que, combinados, podrían haber influido en la decisión de Moscú:
- el fracaso de la coalición comandada por EE UU;
- el intento de impulsar el diálogo político sobre Siria;
- el temor a que, ante la pasividad de Rusia, Occidente abriera una zona de exclusión aérea sobre Siria, como ocurrió en Libia.
Pero según otra versión, la decisión de intervenir se debió a la trágica situación en que se encontraba el Ejército sirio. “Si no hubiera sido por la campaña militar rusa, el presidente Bashar al-Assad habría caído antes de Año Nuevo, pues se encontraba acorralado”, declaró a RBTH el experto y miembro de la junta directiva del Centro PIR Dmitri Evstafiev. Esta derrota habría sumido a Siria en un estado de ‘caos islamista’ que podía expandirse rápidamente hacia Afganistán y Tayikistán, ambos cerca de las fronteras rusas.
Ahora la situación se ha invertido y Asad y sus aliados han conseguido avances significativos. Los analistas coinciden en que la etapa actual de la campaña militar del ejército ruso en Siria continuará igual hasta enero, con un posible refuerzo de la presencia militar.
El Hashtag dice: "NoVoyATurquia". Foto: Ria Novosti Turquía pasó al primer plano de la cuestión siria a raíz del derribo del bombardero ruso Su-24 en la frontera entre el país otomano y Siria el pasado 24 de noviembre. La relación entre los dos países quedó muy deteriorada después de este incidente.
Los medios de comunicación llegaron a hablar de un eventual conflicto armado entre Rusia y Turquía, e incluso del riesgo de un conflicto con el bloque entero de la OTAN, a la que Turquía pertenece. Sin embargo, Moscú prefirió imponer una serie de sanciones económicas a Ankara en lugar de recurrir a una respuesta militar. La moderación rusa se debe a las sospechas de Moscú de que se trataba de una provocación planificada. La relación entre los dos países, cultivada durante décadas, se deterioró como consecuencia del incidente. Según la orientalista y experta del Instituto Ruso de Estudios Estratégicos Elena Suponina, llevará años restablecer dicha relación.
El acuerdo sobre el programa nuclear iraní alcanzado a mediados de julio no fue ninguna sorpresa. Ya en abril se cerraron varios acuerdos fundamentales entre el G5+1 (los cinco miembros permanentes de la ONU y Alemania) e Irán.
Lo que se consiguió en julio fue llegar a un acuerdo definitivo, con el que todas las partes estuvieran de acuerdo. Dicho acuerdo prevé el levantamiento gradual de las sanciones impuestas a Teherán a cambio de que este aplique severas restricciones al desarrollo de su programa nuclear, considerado por Occidente como un pretexto para obtener la bomba atómica.
Lo que Occidente no esperaba fue el papel que desempeñó Rusia en este proceso. Algunos analistas no daban crédito a que Rusia apoyara el acuerdo, pues el levantamiento de las sanciones supondría la entrada en del petróleo iraní el mercado internacional, lo que rebajaría aún más el precio de este recurso, clave de las exportaciones rusas.
De acuerdo con las fuentes oficiales de Moscú, las ventajas de este acuerdo compensaban sus posibles inconvenientes. Según Piotr Topichkanov, del Centro Carnegie de Moscú, el levantamiento de las sanciones a Teherán abre también varias oportunidades para Rusia en el campo de la cooperación técnico-militar, así como en todo lo relacionado con la tecnología nuclear de carácter pacífico.
En julio de 2015, la ciudad rusa de Ufá acogió dos cumbres internacionales: la de los BRICS y la de la OCS (Organización de Cooperación de Shangái).
Durante la cumbre de los BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica), se dio el paso para transformar esta alianza en una organización en toda regla. Como resultado del encuentro, se creó una serie de mecanismos financieros como el Nuevo Banco del Desarrollo de los BRICS y un fondo de reserva. Estas medidas son muy importantes para Moscú, apartada de los mercados del capital a causa de las sanciones. El Banco del Desarrollo de los BRICS —cuyo volumen de capital asciende a 100.000 millones de dólares— comenzará a financiar sus primeros proyectos en 2016.
En cuanto a la cumbre de la OCS (organización que reúne a Rusia, China, Kazajistán, Tayikistán, Kirguistán y Uzbekistán), concluyó con la aprobación de las solicitudes de ingreso de la India y Pakistán. De acuerdo con el director del Centro de Estudios de Asia Oriental y la OCS de la MGIMO, Alexander Lukin, esta decisión convierte a la OCS en “el segundo polo de influencia euroasiático no occidental”. Para Moscú, se trata de una nueva herramienta para garantizar sus intereses en política exterior.
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