Durante los últimos meses, los medios de comunicación han tratado muy de cerca el tema de las relaciones entre Rusia y Turquía, que aparecían en el punto de mira debido a la decisión de Moscú de cancelar en diciembre del año pasado el proyecto del gasoducto South Stream, que debía llevar gas hasta Europa.
Tras dejar de lado esa iniciativa comenzaron las negociaciones con Turquía para la construcción de un nuevo gasoducto, el denominado Turkish Stream, que al igual que el anterior debe pasar por el lecho del mar Negro. Estas negociaciones están pasando por un momento delicado debido a las discrepancias entre las partes acerca del precio del gas.
Según Vladímir Avatkov, del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú especializado en Turquía, en las circunstancias actuales es difícil hablar de un progreso en las negociaciones sobre el Turkish Stream, ya que el incidente demuestra la falta de visión estratégica por parte de los políticos turcos. “Ankara no es consciente de que un proyecto estratégico como el del Turkish Stream permitiría a Turquía controlar a Europa mediante el grifo del gas y le daría un gran poder”, declara a RBTH.
Sin embargo, Turquía ha optado por una táctica mucho menos ventajosa, opina este experto. El avión ruso fue derribado poco después de que Rusia comenzara a destruir activamente camiones cisterna y refinerías de petróleo controladas por los extremistas del Estado Islámico.
Esto era potencialmente dañino para los intereses de una parte del establishment turco, que obtiene beneficios del comercio de petróleo con el Estado Islámico. Avatkov opina que este incidente demuestra que Rusia no puede establecer “una relación normal con Turquía en el ámbito de la seguridad y la geopolítica” y prevé una reacción severa por parte de Moscú.
Al mismo tiempo, tras la reciente visita de Vladímir Putin a la cumbre del G-20 en Antalya y la reunión mantenida allí con el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, parecía que Rusia y Turquía habían hallado la posibilidad de resolver las discrepancias existentes.
En diciembre Erdoğan debía viajar a Moscú, pero ahora resulta poco probable que se celebre esta visita. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, iba a viajar a Estambul hoy, pero después del incidente con el Su-24, Lavrov canceló su viaje.
No obstante, los analistas no creen que lo sucedido con el avión ruso provoque una ruptura total de las relaciones ruso-turcas.
En opinión de Vladímir Sótnikov, del Instituto de Estudios Orientales de la Academia Rusa de Ciencias, este incidente “deteriorará las relaciones entre Moscú y Ankara durante un tiempo”.
Borís Kagarlitski, director del Instituto de Globalización y Movimientos Sociales, declara a RBTH que Moscú es la parte menos interesada en tomar medidas de respuesta demasiado severas. Según el experto, “la severidad de la respuesta de Moscú no dependerá de las relaciones entre Rusia y Turquía, sino de cómo ve el Kremlin el futuro de las relaciones entre Rusia y Occidente”. En este sentido, Kagarlitski opina que “el gobierno ruso escogerá la respuesta menos severa de todas”.
Sin embargo, algunos expertos opinan que en la situación actual tampoco será tan fácil para Turquía asegurarse el apoyo de Occidente. Según comenta a RBTH Behlül Özkan, experto en relaciones internacionales de la Universidad Marmara de Estambul, “en el terreno diplomático, Turquía se ha atrapado a sí misma en una situación muy difícil”.
Ha derribado un avión que bombardeaba a las agrupaciones yihadistas en un momento en que, después de los ataques en Paris, Occidente cambiaba su postura respecto a los terroristas. “Ahora surge la cuestión de las relaciones entre estas agrupaciones y Turquía”, señala el experto.
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