“El Consejo irá valorando el progreso a medida que se vayan cumpliendo los requisitos de los acuerdos”, reza el comunicado del Consejo europeo. Moscú, por su parte, se ha apresurado a señalar que en estos momentos el cumplimiento de los acuerdos de Minsk-2 para la pacificación de Ucrania no depende de Rusia, por lo que la relación de las sanciones con el conflicto en el sureste de Ucrania es artificial e infundada.
“La situación cambiará si la UE trabaja con Kiev como es debido y anima al gobierno a cumplir el complejo de medidas aprobado en Minsk por la resolución 2202 del Consejo de Seguridad de la ONU”, declara el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia.
No obstante, no todos los países de la UE se han mostrado partidarios de prolongar las restricciones económicas, aunque finalmente se haya formado un frente común y la decisión ha sido apoyada por todos los miembros del Consejo de la UE.
“Las sanciones en sí mismas cada vez son más cuestionables”, según señala el director de la sección de valoraciones estratégicas del Centro de Análisis Situacional de la Academia Rusa de Ciencias, Serguéi Utkin.
Italia intentó iniciar un debate acerca de la falta de sentido de las sanciones a principios de diciembre, cuando bloqueó su prolongación automática y solicitó una “discusión política” al respecto. Otros países, como Francia, Alemania, Grecia o la República Checa, han propuesto anular las restricciones en otro momento. Pero para ello, consideran el cumplimiento de todos los puntos del memorándum de Minsk como requisito indispensable y la reputación de la propia UE depende de ello ahora.
“Está en juego la capacidad de la UE de cumplir sus propias iniciativas, y en este sentido no pueden mostrar ningún tipo de inconsistencia”, comenta Utkin. Según el experto, la decisión de vincular las sanciones con Donbass no es un compromiso únicamente entre los países occidentales, sino también una especie de compromiso con Rusia, de modo que Crimea quede fuera del ámbito de las sanciones.
Por ahora, la disciplina de la UE está por encima de los intereses políticos de cada país, aunque en la UE existen grupos que intentan reforzar su influencia utilizando una retórica contraria a las sanciones. Por ejemplo, el Partido Democrático Libre de Alemania, que en esta ocasión no forma parte del parlamento pero que se ha hecho un hueco en el espacio político, según comenta el investigador sénior del Centro Analítico del Instituto de Investigaciones Internacionales del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, Leonid Gúsev.
En noviembre de 2014 el canciller de Austria, Werner Faymann, declaró que las sanciones eran una medida ineficaz desde el punto de vista económico. En particular, el banco austriaco Raiffeisen Bank obtenía una parte considerable de sus ingresos de sus filiales en Rusia. “La comunidad empresarial ejerce gran presión en Europa. Está acostumbrada a no encontrar demasiados obstáculos en su desarrollada economía de mercado y por eso surgen las declaraciones a nivel político a favor de la retirada de las sanciones”, aclara a RBTH Alexéi Portanski, profesor de la facultad de Economía Mundial y Política de la Escuela Superior de Economía.
Dentro de la UE existen opiniones distintas respecto al proyecto del gasoducto North Stream 2, que pretende llevar gas hasta Alemania por el mar Báltico. A pesar de las sanciones, Alemania ha firmado un acuerdo de accionistas con Rusia sobre este gasoducto.
Esto provocó el descontento por parte de Italia, que estaba interesada en otra ruta: el South Stream, aunque este proyecto fue anulado el año pasado. Las críticas al proyecto North Stream 2 podrían agravarse, aunque los expertos por ahora no las relacionan con la cuestión de las sanciones ni con los intereses económicos de algunos países. La decisión de ampliar el gasoducto North Stream sería igualmente difícil si no existiera la crisis del sureste de Ucrania, ya que el debate alrededor de la reducción de la dependencia energética surgió mucho antes de esto, según recuerda Portanski.
En resumidas cuentas, las sanciones son una cuestión de doble filo y conllevan pérdidas económicas para todos, pero Rusia y la UE pueden vivir en estas condiciones, según opina Utkin. Entre otras cosas, porque para algunos países europeos existen problemas más importantes que los económicos y que subyacen en el plano político.
“Para los países del Báltico, las críticas contra las acciones de Rusia en Donbass son una cuestión de vital importancia. Estos países las consideran como una estrategia para reforzar su seguridad y sus posiciones en Europa, aunque también son los que más han sufrido las medidas que Rusia ha tomado como respuesta”.
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