En la base aérea de Jmeimin.
Dmitri Vinográdov/RIA NovostiDesde la invasión estadounidense de Irak y la desestabilización que provocó, Rusia ha seguido con preocupación los eventos en Oriente Próximo.
Posteriormente, durante la primavera árabe, el Kremlin acusó a los países occidentales de actuar de manera irresponsable y de derrocar regímenes lo que, según Moscú, conducía al caos. Para Moscú, la gota que colmó el vaso fue el derrocamiento del libio Gadafi, que provocó grandes pérdidas para Rusia a causa de la anulación de una serie de contratos civiles y militares.
Por otro lado, Rusia e Irán han acercado sus posturas a raíz de la guerra en Siria. Ambos países han apoyado a al Asad y están interesados en mantener la integridad del país árabe. Además, Rusia fue un actor clave en el levantamiento de las sanciones al país persa y está muy interesada en fortalecer los lazos comerciales, sobre todo en el ámbito energético y armamentístico.
Aunque Moscú no trata de involucrarse en la confrontación entre Irán y Arabia Saudí por el dominio de la región. Rusia adopta una postura pragmática y coopera con los chiitas y los sunitas, en Egipto, Jordania o los Emiratos Árabes Unidos. El mejor ejemplo es la cooperación nuclear. Ingenieros rusos construyen la central de Bushehr en Irán y van a levantar infraestructura muy similar en Jordania y Egipto.
Al mismo tiempo, Rusia mantiene buenas relaciones con Israel, tradicional enemigo de Irán. El Kremlin detuvo la exportación de los sistemas antimisiles S-300 al país persa a petición de Israel.
El gobierno ruso quiere que Oriente Próximo sea una zona estable y predecible, quiere también eliminar la amenaza terrorista y crear condiciones favorables para las empresas rusas. Las compañías petroleras y de armamento han declarado su interés por expandirse en la región.
Además, tras el deterioro de las relaciones con Occidente, el Kremlin quiere asegurarse de que los países de la región no se unen a las sanciones contra Rusia y que se mantienen las buenas relaciones.
Tras el anuncio de la retirada de las tropas rusas de Siria, se han repetido las declaraciones sobre la presión que Rusia coloca ahora sobre al Asad. El ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, declaró ayer que “es una señal para Asad para que en Ginebra se siente a negociar seriamente”.
Moscú ha repetido en numerosas ocasiones que la permanencia o no de Bashar al Asad es un asunto interno que deben decidir los propios sirios. Lo que Moscú si desea es que haya un gobierno y un ejército capaz de luchar contra el Estado Islámico.
Al Kremlin le preocupa que Siria se pueda convertir en un lugar seguro para los terroristas como Afganistán o Somalia. Desde Siria es fácil cruzar a Turquía y de allí al Cáucaso, y los mandatarios rusos recuerdan los recientes conflictos en Chechenia.
Además, uno de los motivos para activamente en Siria fue la situación en la que se encontraba Rusia a nivel internacional a causa de la crisis ucraniana. La lucha contra el Estado Islámico y un papel activo en la resolución del conflicto mejora el estatus global y regional de Rusia y la coloca en una mejor posición de cara a nuevas negociaciones con Occidente, como el levantamiento de las sanciones occidentales.
La economía siria ha estado dirigida tradicionalmente hacia Europa y los países de la región. Rusia no es uno de los principales socios comerciales del país árabe. En 2008 el intercambio entre ambos países fue de 2.000 millones de dólares, mientras que con la vecina Turquía era de 33.800 millones.
Las compañías rusas están interesadas en la construcción de oleoductos en Siria y en desarrollar el ámbito petrolífero y gasístico, pero el número de contratos en más bien pequeño.
En 2005 Rusia condonó el 73% de la deuda siria, de 13.400 millones de dólares en total, con el objetivo de estimular la cooperación económica y militar. Según los expertos, la mitad del total de la deuda siria era con Rusia
El resto de la deuda, 3.618 millones de dólares, se pagaría mediante instalaciones a lo largo de diez años así como de proyectos conjuntos de inversión.
Después de 2005, Rusia suministró a Siria una serie de sistemas de defensa antiáerea (misiles Strelets de corto alcance y Buk, de medio alcance) y modernos sistemas de defensa costera, entre los que se encontraban misiles Yajont. Aunque para mantener buenas relaciones con Israel, Rusia se negó a vender los sistemas S-300.
Durante la guerra fría, Siria era un lugar puerto seguro para la marina soviética desde donde controlaba la 6ª Flota del Mediterráneo de los EE UU. Después de la guerra fría, Rusia ya no estaba interesada en las bases en Siria. Formalmente seguía manteniendo el puesto de Tartus, pero no tenía la importancia que tuvo anteriormente.
Tampoco Rusia tiene grandes planes para volver a Oriente Próximo, la última vez fue durante los años 50-60, bajo el liderazgo de Nikita Jruschov. En la actualidad Rusia está más interesada en las relaciones con sus vecinos y las antiguas repúblicas soviéticas.
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