Michael Flynn
APSegún Al Jazeera, usted fue el primer militar estadounidense en decir públicamente que los EE UU, Turquía y Arabia Saudí ayudaban con armas a grupos vinculados a al-Qaeda en Siria para derrocar a Bashar al-Asad. ¿Es esto lo que dijo?
No, yo no dije exactamente eso. Dije que ayudábamos a unas fuerzas contrarias a Asad en Siria que son muy diversas y que es casi imposible saber quién es quién y quién apoya a quién. La creciente complejidad de la oposición siria hacía que fuera muy difícil identificarlos. Por eso creo que en relación a los intereses de los EE UU, debemos dar un paso atrás y revisar nuestra estrategia, ya que existe la posibilidad de que podamos apoyar, junto con otras fuerzas contrarias a Asad, fuerzas vinculadas al Estado Islámico. No podemos operar según un principio de apoyo a los dos bandos. Debemos definir claramente qué tratamos de conseguir y con quién pretendemos trabajar.
Usted dijo que el gobierno estadounidense hizo oídos sordos a un informe de la Agencia de Inteligencia de la Defensa de 2012, entonces dirigida por usted, acerca del sustancial aumento o de grupos salafistas radicales dentro de la oposición siria. ¿Por qué ocurrió esto?
Fue algo intencionado que se hizo por razones políticas. La cuestión es que la inteligencia fue precisa; la Agencia de Inteligencia informó a las autoridades acerca de la situación real. Esta es, según mi opinión, la función principal de la inteligencia: contar la verdad al poder. Si le cuento la verdad al presidente, pero a él no le gusta lo que oye, no es mi problema. Mi tarea es hacerle llegar un informe adecuado.
En el informe se hablaba, entre otras cosas, acerca del deterioro de la situación en la región. En 2013 hubo 300 ataques con bomba en Irak. La situación estaba empeorando. La decisión de retirarse de Irak se convirtió en una precondición para que emergiera el Estado Islámico.
Durante un tiempo los EE UU eran reacios a suministrar armas a la oposición siria porque no había garantías de que no fueran a caer en manos de radicales. Desde entonces la situación no ha hecho más que empeorar. ¿Por qué los EE UU decidieron suministrar armas en 2013?
Desconozco qué es lo que fue decisivo. Solo sé una cosa: tenemos que dejar de invertir en este conflicto. Suministrando armas a Siria, provocamos que el conflicto se recrudezca. Esto también concierne a Rusia. Necesitamos invertir en seguridad y la comunidad de países árabes debería desempeñar un papel importante en ello.
¿Cuáles son las posibles consecuencias de la intervención rusa en el conflicto?
Tal y como ocurrió, la intervención rusa provocó que cambiaran inmediatamente el equilibrio y la dinámica del conflicto.
Me gustaría realmente poder hablar de ello con el presidente Putin. Después de todo, ¿cuáles han sido las consecuencias y qué se ha conseguido? Hemos visto el incidente del caza ruso derribado por Turquía y también la explosión por parte del Estado Islámico de un avión lleno de pasajeros rusos, en el que murieron muchas personas. Estas consecuencias son demasiado desfavorable para tratarse del inicio de la intervención. Ambas son indeseadas, pero son consecuencias reales.
En mi opinión, la decisión del presidente Putin de intervenir en el conflicto, está vinculada a los problemas que hay dentro de Rusia. Hay entre 5.000 y 10.000 ciudadanos rusos luchando en Siria, y en parte por eso Rusia quiere estar ahí, para que esas personas no vuelvan a Chechenia, Daguestán o Moscú.
Creo que no nos dimos cuenta de eso, que Putin está tratando d resolver un problema que existe realmente, y que parte de la solución se encuentra en Siria e Irak.
La cuestión principal es cómo podemos trabajar juntos, me refiero a las grandes potencias, Rusia y Occidente. No se trata de negociaciones diplomáticas, sino sobre cómo podemos colaborar en el campo de batalla, en el campo de la información y en el frente digital, que también es muy real.
Creemos firmemente en la existencia de un interés mutuo por destruir el cáncer que supone el islamismo radical. Si no lo hacemos juntos, trataremos de hacerlo solos, pero será mucho más difícil.
Cuando era un joven oficial aprendí que el mejor plan es el que te deja con más alternativas en el último momento. Me pregunto si Putin cree que tiene el mejor plan, y también me hago la misma pregunta con Obama. Cuando miro lo que está ocurriendo, cómo se desarrollan los acontecimientos, me parece que hay una gran amenaza que pende sobre nosotros. Creo que no nos hemos reservado demasiadas opciones. La dirección en la que vamos es en la de una gran guerra. Mientras más nos acerquemos, mayor será el riesgo y mayor el precio, así como menores las opciones. Por eso es importante para nosotros, EE UU y Rusia, trabajar juntos. Tenemos que determinar si podemos llevar a cabo más oportunidades para estabilizar la situación.
¿Tienen los EE UU una estrategia a largo plazo para Siria y la región?
En este sentido, solo puedo dar mi opinión sobre este tema, porque realmente no entiendo cuál es la estrategia estadounidense actualmente. Le falta claridad, precisión y consistencia.
Según lo que creo, la estrategia debería tener cuatro componentes clave. En primer lugar, es necesario lograr seguridad, después hay que comenzar a estimular la prosperidad económica en la región con nuevas ideas, tecnologías y un nuevo sistema educativo. La región se tiene que desarrollar durante un periodo lo suficientemente largo.
Para que esto se convierta en realidad, los EE UU y Occidente no pueden implementarlo solos. Debe involucrar también a poderes regionales, Rusia, China e India. Esto es así porque la situación actual nos afecta a todos sin excepción. A corto plazo no podemos seguir en la misma dirección, es algo insostenible.
Publicado originalmente en ruso en Kommersant-Vlast.
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