La nueva realidad ha forzado a que los Estados se vean en la necesidad de tener que responder a nuevos retos y amenazas que no vienen desde Estados que se pueden encontrar en un mapa, cuentan con un ejército regular, un parlamento, leyes y una opinión pública, sino de actores que tradicionalmente no se han considerado como amenazas para la existencia de estas instituciones estatales.
Sin embargo, después del 11S el Consejo de Seguridad de la ONU, el único cuerpo con autoridad para calificar si una situación es una amenaza para la paz y la seguridad, reconoció que estos actores no estatales pueden crear este tipo de situaciones.
Las resoluciones 1368 y 1373 (2001) abrieron una nueva página en la historia: los Estados admitían que estaban amenazados por organizaciones terroristas como al Qaeda.
La Ummah o comunidad islámica se solapa a las relaciones ciudadado-nación-estado, ya que es de mayor tamaño e incluye a más personas. Acoge a los musulmanes del mundo y elimina las fronteras internacionales. La ideología terrorista utiliza el concepto tradicional de yihad, la obligación de cualquier musulmán de extender su religión, para sus propios intereses. Es importante señalar esto, ya que no siguen la tradición histórica. Bin Laden se declaró a sí mismo jeque, es decir, una autoridad moral y religiosa en toda la Ummah. Sus mandatos o fatwas se debían cumplir por todos los musulmanes, independientemente de las fronteras o su ciudadanía.
De modo que es un error decir que Al Qaeda y estructuras similares se posicionan como equivalentes a los Estados y que consideran a las instituciones estatales occidentales como un igual. Estas organizaciones terroristas operan a escala global y se colocan por encima de cualquier Estado o sociedad. Los conceptos de ciudadanía y soberanía son ajenos a su manera de entender la ley.
Desde su punto de vista, el pluralismo es completamente incceptable. Tienen la convicción de que solamente ellos poseen la verdad.
La orientación ideológica de los líderes del Estado Islámico y de Al Qaeda es la misma: crear un califato. Las tácticas son las mismas: ataques terroristas, secuestro de rehenes y causar pánico entre la población local. Sin embargo, hay importantes diferencias estratégicas entre ambos.
Las personas que están luchando en Siria, Irak y otros países se autodeclaran representantes de un "Estado". En las descripciones acerca del EI, los expertos y periodistas casi nunca utilizan el término "red", "estructura basada en células" y similares, que antes se aplicaban a Al Qaeda. Esto se debe a que el Estado Islámico se basa en estrictos principios jerárquicos.
Este cuasi Estado tiene un control sobre un territorio, expande sus fronteras, implementa leyes y un sistema de administración. Los talibanes hicieron algo similar cuando proclamaron el Emirato Islámico de Afganistán (de hecho, trataron de que se les tratara como a otros Estados miembro de la ONU y establecieron "relaciones diplomáticas" con varios gobiernos de países árabes).
En comparación con Al Qaeda, la estrategia del Estado Islámico es más pragmática y pegada a la tierra. La organización no se abstrae a sí misma de conceptos como "Estado" o "territorio nacional", que todavía dominan el mundo moderno. Utiliza para sus propios intereses antiguas tradiciones y costumbres, así como algunos de los logros de la forma de administración occidental.
Algunos testigos bajo su territorio comentan que han reparado parte de la infraestructura. Se informa de que cuentan con suministros de agua limpia, electricidad y combustible, además de dar acceso a hospitales que no habían funcionado desde hacía años.
Los líderes del Estado Islámico están adoptando prácticas administrativas eficientes, y no solo aquellas que dictan el fundamentalismo y las "auténticas costumbres".
En este hecho reside uno de los peligros de esta organización terrorista que, desafortunadamente, aumenta las posibilidades de supervivencia y dificulta su extinción.
Antón Varfomeléiev es profesor en la Escuela Superior de Economía de Moscú. Ha trabajado en las delegaciones rusas al Comité de Expertos en Terrorismo del Consejo Europeo y en las unidades antiterroristas de la OSCE y del G-8.
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