El 12 de noviembre Estado Islámico distribuyó un video en el que amenaza a Rusia. Está grabado en ruso, y se puede oír: “Pronto, muy pronto, la sangre se derramará como un mar”. Los expertos afirman que el EI es una amenaza real para Rusia, aunque instan a no sobrevalorarla, incluso en el contexto de los trágicos acontecimientos de los últimos días.
Al valorar este peligro, los observadores indican los dos puntos más débiles de la seguridad de Rusia: el Cáucaso Norte y las fronteras del sur que limitan con antiguas repúblicas soviéticas.
Desde la guerra de Chechenia en la década de los 90, el Cáucaso Norte es la región más inestable del país. Para los expertos, los vínculos entre el Estado Islámico y los guerrilleros del Cáucaso Norte resultan evidentes.
Hace aproximadamente un año, el Estado Islámico manifestó su intención de “liberar” Chechenia y el Cáucaso para fundar un “califato islámico” en la zona. Serguéi Goncharov, presidente de la Asociación Internacional de Veteranos del departamento antiterrorista Alfa, sostiene que, actualmente, “incluso los líderes de las pequeñas formaciones criminales de la región rusa del Cáucaso han prestado juramento de lealtad al EI”.
Al mismo tiempo, las fuerzas de seguridad de la región están combatiendo eficazmente contra los extremistas. Iván Konoválov, director del Centro de Coyuntura Estratégica ruso, subraya que en Daguestán, que desde hace relativamente poco era una de las repúblicas más convulsas de la región, hace ya dos años que no tiene atentados terroristas.
Según el experto, los servicios de inteligencia del Cáucaso y los dirigentes de cada una de las repúblicas se han centrado en la prevención de atentados terroristas. “El Estado Islámico también es consciente de que si trata de organizar algo a gran escala, los dirigentes de las propias repúblicas del Cáucaso Norte les empezarán a presionar por todos los flancos”, comenta el analista a RBTH.
Según Goncharov, los servicios de seguridad y los controles fronterizos de países como Turkemistán, Uzbekistán y Tayikistán dejan mucho que desear, por lo que “es perfectamente posible que haya infiltrados en territorio ruso”.
Aun así, la frontera rusa no limita directamente con estos países y la más larga –con Kazajistán– está controlada y protegida. Además, para llegar a los estados de Asia Central, los combatientes tendrán que atravesar territorio turco, armenio o georgiano, y “eso no es tan fácil como parece”, dice Alexéi Fenenko, colaborador del Instituto de Problemas de Seguridad Internacional de la Academia Rusa de las Ciencias.
Las fuerzas de seguridad prestan una atención especial a las grandes ciudades de la parte europea de Rusia. Los especialistas indican que son precisamente estos núcleos los que pueden convertirse en el principal objetivo de los islamistas.
Los puntos más vulnerables de las ciudades son el transporte público, las estaciones de tren y los aeropuertos. Aunque también se presta especial atención a los conductos de petróleo y gas, a los diferentes tipos de almacén, así como a las centrales nucleares.
Los observadores opinan que los esfuerzos de los servicios de inteligencia se orientarán principalmente a detectar células terroristas y centros de reclutamiento. Se reforzarán las labores de los servicios de inteligencia. Los expertos dicen que las autoridades tendrán que reforzar el control sobre los inmigrantes.
En Rusia hay numerosos inmigrantes procedentes de Asia Central, y entre ellos los hay relacionados con el EI. “La tarea de los servicios de inteligencia consistirá en detectar a los sospechosos en las primeras etapas, en los accesos”, explica Mijaíl Alexándrov, del Centro de Análisis Político-militar del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú.
Al mismo tiempo, como ha puesto de manifiesto reciente caso de Varvara Karaúlova, estudiante universitaria de Moscú acusada de intentar sumarse a las filas del Estado Islámico, los potenciales integrantes pueden surgir en un entorno social inesperado, no necesariamente en medio de la inestabilidad del Cáucaso Norte, sino también en el próspero Moscú.
Aun así, Alexándrov señala que Karaúlova también había estado relacionada con alguna de las estructuras de reclutamiento de los islamistas que están en el punto de mira de los servicios de inteligencia.
“Contamos con una experiencia suficiente para reaccionar ante este tipo de desafíos y amenazas”, declaró Kolokóltsev, ministro de Interior de Rusia. Los expertos también creen que los servicios especiales están bien preparados para llevar a cabo tareas antiterroristas.
Si comparamos los métodos de lucha antiterrorista entre los servicios de inteligencia de rusos y occidentales, los analistas destacan que las primeras pasan más tiempo “sobre el terreno”.
Iván Konoválov opina que los norteamericanos, por ejemplo, “son demasiado aficionados a las tecnologías”, pero ignoran el trabajo “sobre el terreno”. “En nuestro caso es diferente, para un colaborador de los servicios de inteligencia rusos, infiltrarse en la zona de tensión siempre ha sido una cuestión de honor”, indica el experto.
Respecto a los servicios de inteligencia franceses, el experto destaca que, a pesar de que en el siglo pasado demostraron una gran experiencia, en la actualidad se han “debilitado” y “han estado luchando contra el enemigo equivocado: la mítica amenaza rusa”.
Ahora, en cambio, las relaciones entre Moscú y París están cambiando y comienza una activa colaboración. Esta semana Hollande viajará a Moscú en visita oficial.
En este contexto, los expertos también ponen de relieve la respuesta de la sociedad y los medios de comunicación rusos ante los ataques de París.
Según Konoválov, los ciudadanos rusos han expresado sus condolencias y han empatizado con las víctimas dejando de lado las tensiones que durante el último año y medio han venido definiendo las relaciones entre Rusia y los países occidentales. Además, el analista considera que la reacción de los rusos ha sido más acusada aún, ya que el propio país acababa de ser víctima de un atentado islamista.
Los expertos consideran que tampoco hay que sobrevalorar el poder de las amenazas del Estado Islámico. Rusia no es el enemigo más conveniente ya que los islamistas no podrán encontrar apoyos realmente claros y, al mismo tiempo, saben que todo el aparato de seguridad se movilizará para luchar contra ellos. En este sentido, no es casualidad que su golpe contra Rusia, el atentado del avión en el Sinaí, se haya perpetrado fuera de las fronteras del país, contra un avión en Egipto. En cualquier caso, no se puede descartar que este tipo de atentados pueden repetirse.
Al mismo tiempo, Alexéi Fenenko sostiene que las amenazas del Estado Islámico se centran en la posibilidad de desestabilizar Turquía, objetivo que, a su vez, contribuiría a desestabilizar todo el Cáucaso y a reforzar su presencia en Afganistán. Esto último estaría enfocado, a su vez, a desequilibrar Tayikistán, un país donde las heridas de la sangrienta guerra civil de mediados de la década de los 90 aún están abiertas.
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