Esta ciudad de los Urales, en el norte del Territorio de Perm, es apodada a menudo la “capital de la sal de Rusia”.
La sal se descubrió por estos lares en el siglo XV y su producción ha sido la base de la economía de Solikamsk durante siglos. El río Usolka, afluente del río Kama, atraviesa la ciudad y en él desembocan manantiales de sal.
A principios del siglo XX, cerca de uno de estos manantiales, se perforó el pozo de sal Liudmílinskaya hasta una profundidad de unos 100 metros para estudiar los estratos salinos y comprender si era posible extraer sal comestible. La investigación se prolongó durante varios años, pero resultó que, en este lugar, la sal era muy amarga, con impurezas de potasio, por lo que se abandonó la explotación.
Sin embargo, el pozo no se abandonó; los científicos siguieron estudiando la composición química de la fuente. La fosa sigue activa y, aún hoy, se llena constantemente con el agua salada del manantial.
Los lugareños creen que esta agua es beneficiosa para el organismo. A su alrededor huele a sulfuro de hidrógeno, como en las estaciones geotérmicas. Por eso, a menudo se puede ver a gente dándose un chapuzón en esta fosa. Y es fácilmente accesible a través de plataformas de madera especialmente construidas.
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