Caminando por el centro de Omsk, en Siberia, se puede ver una entrada de metro con una enorme letra “M”. A cada momento sale gente, que se apresura a ocuparse de sus asuntos. El único problema es que aquí no hay metro, sino un paso subterráneo al otro lado de la carretera.
El metro de Omsk se planificó a finales de los años ochenta. En la época soviética se creía que toda ciudad con más de un millón de habitantes debía tener su propio “metro”, pero su construcción no comenzó hasta 1992.
La primera fase, compuesta por seis estaciones, debía abrirse en 1997, pero la inauguración se pospuso repetidamente por falta de financiación. Los planes fueron cambiando y, al final, a lo largo de tres décadas, sólo se construyeron algunos túneles y un puente de metro y se inició la construcción de varias estaciones. Las estaciones de Zaréchnaia, Rabóchaia y Túpolevskaia se paralizaron en la fase de cimentación. Y se despejaron los terrenos para un par de estaciones más.
La estación Biblioteka Ímeni Púshkina parece una verdadera entrada de metro. En el interior también estaba casi todo listo para recibir los trenes. Pero hoy en día, la estación sólo se utiliza como paso subterráneo, mientras que la propia estación está en estado de reposo.
Y mientras las autoridades de la ciudad piensan qué hacer con este proyecto inacabado, cuyo mantenimiento cuesta millones de rublos al año, los residentes locales han convertido el “metro” en un espacio creativo.
Jóvenes artistas y diseñadores utilizan ahora el paso subterráneo del metro como lugar para realizar instalaciones conceptuales sobre los temas más candentes de la actualidad. Toda una comunidad, autodenominada ‘Proyecto M’, ha surgido con el propósito de buscar nuevas ideas para exposiciones en el metro. Así, en otoño de 2020, apareció aquí una escultura de un gran perno sobre una placa en el suelo, con el logotipo del metro y la inscripción “Gracias por enterrar 13.000 millones de rublos en el suelo. 1992-?”.
Otra instalación estaba dedicada a los pájaros de la región de Omsk, no sólo a la fauna local, sino también a los residentes locales que habían “volado” de la ciudad para regresar más tarde.
Además, en el paso subterráneo se organizan actuaciones musicales y teatrales en toda regla.
Aliona Shapar, diseñadora y miembro de la comunidad del ‘Proyecto M’, ha ideado incluso un diseño de camiseta impresa que muestra una olla de fideos “Choice” con la inscripción “Sabor de Omsk” y el logotipo del metro que no se ha materializado después de casi tres décadas. Estas camisetas se regalan a los artistas del ‘Proyecto M’, pero Aliona dice que planea hacer pegatinas con el mismo diseño, para que cada habitante de Omsk pueda tener una.
Y en 2016 otro residente local, Antón Oléinik, tuvo la idea de hacer fichas para viajar en el metro. Inicialmente quería hacer un recuerdo para un amigo, pero la idea encontró un gran número de fans y Antón hizo un lote de 300 que vendió a través de Internet.
El metro de Omsk también tiene su propio mapa inventado: Es sencillo y fácil de entender, ya que sólo hay una estación. Como dicen los usuarios en los comentarios, al menos el metro es seguro y no ha habido ni un solo accidente.
De todos modos, los habitantes de la zona han pensado en el futuro: En una cafetería han decidido poner vasos de papel con un plano de las futuras líneas de metro para que los pasajeros no se pierdan en la desconocida red de transporte.
Algunos programadores han decidido incluso desarrollar una aplicación especial para teléfonos inteligentes que muestre los tiempos de viaje. Hace unos años decía que el próximo tren llegaba en “1.195 días y 18 horas”, pero se aconsejaba a los usuarios de la aplicación que volvieran a comprobarlo más tarde.
Y tras la noticia del cierre de la estación Biblioteka Ímeni Púshkina, una popular tienda de delicatessen de Omsk empezó a vender bollos con la forma de la letra “M” a los que llamó “MetroShish” (shish significa “nada” en ruso).
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