1. Torzhok
Aunque Torzhok tiene menos de 50.000 habitantes, cuenta con docenas de monumentos históricos y arquitectónicos verdaderamente notables.
El nombre de esta ciudad, que se encuentra en la carretera de Moscú a San Petersburgo, deriva de la palabra rusa para un punto comercial (torg). Ha estado siempre situado favorablemente en la encrucijada de rutas comerciales, por lo que tiene una rica historia que fascinará a cualquiera que esté interesado en el pasado de Rusia.
En los primeros tiempos de Torzhok (la ciudad aparece mencionada por primera vez en crónicas de mediados del siglo XII) estaba estrechamente relacionada con un importante centro medieval del comercio ruso, la ciudad-Estado de Veliki Nóvgorod. Junto con los privilegios comerciales, su ubicación también supuso algunas desgracias. Fue a menudo blanco de ataques de gobernantes rusos y extranjeros que querían hacerse con el control de la poderosa y rica ciudad-Estado. Sin embargo, la fortuna volvió a sonreírle a principios del siglo XVIII cuando, tras la fundación de San Petersburgo, la ciudad se encontraba en la principal ruta entre la antigua y la nueva capital.
Los lugares más interesantes de Torzhok incluyen muchos edificios religiosos hermosos, como la catedral principal de la ciudad, de la Transfiguración del Salvador, que fue reconstruida según un diseño del famoso arquitecto Carlo Rossi. El monasterio de los Santos Borís y Gleb fue fundado en el año 1083. Uno de los elementos arquitectónicos más destacados de la ciudad es la iglesia de la Ascensión, de madera, construida a mediados del siglo XVII. La ciudad también es conocida por sus bordadores, que trabajaron para los Romanov y luego para los soviéticos. La Iglesia ortodoxa rusa es hoy uno de los principales clientes de las bordadoras locales.
Dicen que Torzhok, con sus pintorescas vistas al río, su arquitectura antigua y su rica historia, es una Rusia en miniatura.
2. Kasímov
En el corazón de Rusia, en la región de Riazán (a sólo 200 km al sureste de Moscú), se encuentra un lugar dónde los representantes de la distinta tradición cultural –islámica– vivían y gobernaban durante siglos. Se trata de Kasímov, una pequeña ciudad a orillas del río Oká.
Tiene todas las características de una ciudad rusa de provincias: una plaza central de mercado, iglesias ortodoxas de diferentes siglos, antiguas residencias de comerciantes y tiendas. Pero hay más cosas. La mezquita de Kan, con su alminar del siglo XV, y los mausoleos de dos kanes, hacen de Kasímov una ciudad distinta a cualquier otra del centro de Rusia.
Durante 200 años el área fue conocida como el kanato de Kasim. Su historia se remonta a mediados del siglo XV, cuando se creó en las tierras del principado de Moscú. Según los historiadores, el príncipe de Moscú se vio obligado a entregar este territorio al kan Kasim, de los tártaros de Kazán, o se lo concedió para crear un Estado tapón entre Moscú y su beligerante vecino de Kazán. El kanato de Kasim se convirtió en un Estado vasallo de Moscú, y dejó de existir durante la década de 1680.
Existe otro detalle peculiar: uno de los gobernantes del kanato, Simeón Bekbulátovich, se convirtió de iure en zar ruso en 1575 por iniciativa de Iván el Terrible. Esta situación extraña cuando Simeón tomó el trono, pero el poder real permaneció en manos de Iván, duró aproximadamente un año. Entonces, Iván detuvo la farsa y se devolvió el título oficial, pero el kan Kasim resultó generosamente premiado por su servicio.
Además de los monumentos históricos de la época del kanato, también hay varias hermosas iglesias ortodoxas rusas del siglo XVII, así como el impresionante paisaje del río Oká.
3. Gorojovéts
Esta ciudad de 15.000 habitantes está situada a unos 300 km al este de Moscú, y es probablemente desconocida incluso para la mayoría de los rusos. Recientemente, el presidente Putin felicitó a los residentes de Gorojovéts por el 850º aniversario de la ciudad, calificándola de “perla histórica de Rusia”.
La ciudad es en efecto un lugar hermoso, con un paisaje notable debido a la enorme Puzhálova gorá (colina Puzhálova). Existe una leyenda sobre la colina: durante una incursión tártara en la ciudad los invasores, listos para atacar, vieron la enorme figura fantasmal de un caballero con una espada en la mano sobre la colina. Esta aparición los convenció de no tentar su suerte y se retiraron. De ahí deriva el nombre de la colina: “Espeluznante”.
El centro de la ciudad tiene muchos monumentos arquitectónicos: dos iglesias ortodoxas y tres hermosos monasterios. También hay varias casas de comerciantes de los siglos XVII y XVIII. Un número tan grande de este tipo de edificios sólo se puede ver en Moscú y Pskov. La ciudad también tiene unas casas de madera construidas en estilo art nouveau que son absolutamente impresionantes. Calificar a Gorojovéts de “perla” no es, obviamente, ninguna exageración.
Pincha aquí para ver unas melancólicas fotografías que retratan a la perfección la vida de provincias en Rusia.