San Petersburgo es una ciudad muy francesa. Algunos arquitectos franceses diseñaron varias de sus catedrales y puentes. Miles de sus compatriotas no tan famosos (sastres, peluqueros, perfumistas, actores y restauradores) contribuyeron a crear el ambiente de la ciudad más europea de Rusia durante dos siglos. Aquí encontrarás dos rutas turísticas que realmente resaltan los elementos franceses de San Petersburgo.
El Espolón de la isla Vasílievski, un cabo en el Nevá coronado con dos magníficos faros en forma de columna y una media luna de hierba verde entre ellos, es uno de los lugares de interés más famosos de San Petersburgo. El conjunto debe sus impecables proporciones al arquitecto francés Thomas de Thomon, que lo creó a principios del siglo XIX. Solía ser la fachada marítima de la ciudad. Durante el corto período en el que la navegación era posible, los barcos con bandera europea amarraban aquí todos los días. Eran recibidos por los nobles de San Petersburgo o sus sirvientes, que buscaban entre las personas que desembarcaban a pasajeros vestidos con estilo francés: en aquel entonces, tener un profesor de francés, un profesor de esgrima o un cocinero era una obligación para toda familia noble de alto rango.
Al otro lado del río, la aguja de la fortaleza de San Pedro y San Pablo resplandece al sol, marcando el mismo lugar donde se fundó la ciudad en 1703. “El corazón de San Petersburgo” fue creado por Joseph-Gaspard Lambert, un ingeniero militar de ascendencia francesa. El aspecto actual de sus defensas de ladrillo rojo y granito hace difícil creer que las fortificaciones fueran en un principio un trabajo de base. El ingeniero francés estaba al tanto no solo de las capacidades defensivas de la fortaleza, sino también de su bajo coste.
La fortaleza de San Pedro y San Pablo está situada a poca distancia a pie del puente Troitski en el Nevá, es un mirador perfecto para contemplar casi todos los principales puntos de interés de la ciudad. El puente metálico Troitski se comenzó a levantar en 1897: el concurso de construcción fue ganado por la compañía de Eiffel, el creador de la célebre torre de París. Sin embargo, la administración de la ciudad optó finalmente por el proyecto propuesto por Batignolles, otra agencia francesa. El entonces presidente de Francia, Félix Faure, y el emperador ruso Nicolás II pusieron una moneda de oro bajo cada uno de los cimientos del puente. Un año antes se había inaugurado en París un puente con el nombre del anterior emperador ruso, Alejandro III; el puente Troitski se convirtió en su gemelo.
Cruzando el Nevá, llegarás al Campo de Marte: 22 acres de césped verde en el centro de San Petersburgo. Al igual que su gemelo parisino, un vasto césped verde frente a la Torre Eiffel, el Campo de Marte en San Petersburgo sirvió una vez como lugar de acogida de desfiles militares y ahora es un espacio de ocio. En un buen día de verano, puedes unirte a un grupo de jugadores de petanca, o simplemente tomar el sol. Y si está lloviendo, que es algo común en San Petersburgo, probablemente deberías pasar a la siguiente ruta.
Camina por la avenida Nevski hasta la calle Sadóvaia: su intersección está marcada por la fachada circular de la Biblioteca Nacional Rusa, que ocupa toda una manzana. Entre sus 36.000.000 libros y revistas, almacena dos colecciones francesas: el archivo de la Bastilla, rescatado en plena revolución francesa y trasladado a Rusia, y la biblioteca de Voltaire, con 7.000 libros, la mayoría de los cuales tienen notas manuscritas del autor.
El primer lector (lectora en este caso) de la biblioteca de Voltaire en Rusia fue la emperatriz Catalina la Grande, que se escribía con Voltaire, Rousseau y otros de los filósofos de la Ilustración que inspiraron la Revolución Francesa. Sin embargo, eso no le impidió exigir que los varios miles de franceses residentes en Rusia juraran lealtad a su rey depuesto en 1789, cuando finalmente ocurrió la Revolución. Hay un monumento a Catalina II situado justo al lado de la biblioteca, en el Jardín de Catalina.
Además, la biblioteca no es el único tesoro de obras maestras francesas en la capital del norte. El famoso Hermitage alberga la mayor colección de arte galo fuera de Francia.
Una docena de salas en el edificio principal del museo (el Palacio de Invierno en el malecón del Palacio) están dedicadas a la cerámica y pintura francesa de los siglos XV-XVIII, incluyendo algunas obras de los artistas Louis Le Nain y Antoine Watteau. Sin embargo, encontrarlos no es tarea fácil, ya que hay más de mil estancias en el Hermitage. Un viaje por el principal museo de Rusia requiere de alguna guía: usa un mapa gratuito del museo a la entrada, a menos que estés dispuesto a pasar toda tu estancia en San Petersburgo recorriendo sus salas.
La colección francesa más conocida del museo, formada con pinturas de finales del siglo XIX y principios del XX, que incluyen obras de Manet, Picasso, Matisse, Monet y Van Gogh, se encuentra en un lugar separado, el Edificio del Estado Mayor.
Para llegar al Edificio del Estado Mayor desde el Palacio de Invierno, hay que cruzar la plaza del Palacio, cuyo centro está marcado por la Columna de Alejandro, coronada por la figura de un ángel con una cruz. Es un monumento a la victoria de Rusia en la guerra contra Napoleón en 1812, diseñado por el arquitecto francés Auguste de Montferrand. Calculó las proporciones de la columna de granito con tal precisión que esta, equivalente a una casa de 15 pisos de altura y con una masa de 600 toneladas (se necesitarían 30 camiones para moverla), está fijada en su posición sólo por su peso. Debido a esto, los habitantes de San Petersburgo al principio no se atrevían a acercarse a la columna, y Montferrand daba un paseo demostrativo alrededor de ella todas las mañanas. Erigida hace casi dos siglos, la columna sigue siendo el monolito de piedra artificial más grande del mundo, así como un símbolo indiscutible de San Petersburgo.
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