La belleza efímera de la primavera en Vladivostok

Tatiana Yakovleva
La primavera llega tarde a Vladivostok. Los magnolios, la forsythia, los damascos o árboles del albaricoque y otras plantas se visten con su follaje solo a finales del mayo, cuando ya ha terminado el periodo de florecimiento o 'hanami' en el vecino Japón.

En vez de los cerezos, en la región de Primorie les encanta observar el florecimiento del  rododendro, de difícil pronunciación para rusos y extranjeros, también conocido como azalea. Dependiendo de cómo haya sido el invierno puede florecer en marzo, pero habitualmente lo hace entre abril y julio. La belleza de las azaleas en flor hace que la gente vaya de paseo a los bosques y montañas, como al monte Pidan (Livadiyskaya).

Fuente: Vitaly BerkovFuente: Vitaly Berkov

La flor de la azalea se convirtió en el símbolo de la ciudad en 1994. En el jardín botánico de esta ciudad crece y florece una gran colección de rododendros procedentes de Japón, China, Corea y América del Norte. La más bella de todas es la azalea real. Sus flores son grandes, de hasta 7 cm, y de color blanco o de color crema anaranjada.

Fuente: Maria BodganovaFuente: Maria Bodganova

Vladivostok se llena de flores

A finales de abril florecen las flores de un intenso color amarillo y en forma de estrella de la forsythia. Se pueden ver en los jardines de la ciudad y en la enorme estatua de bronce de un tigre, de camino a la estación Akademícheskaya. Estos globos amarillos iluminan durante un par de semanas a los árboles que todavía pasan frío.

Fuente: Maria BodganovaFuente: Maria Bodganova

Tras la forsythia florecen los melocotoneros. En la región de Primorie hay una variante propia de melocotones o duraznos de Manchuria, que se ha cultivado aquí desde hace miles de años. En Vladivostok hay una variante local del árbol: es un poco más grande, con unos brotes de color rosa oscuro y unas flores algo más claras. Estos árboles crecen en las cuestas de las colinas y se encuentran también en las calles.

Fuente: Dmitry SerebryanskiyFuente: Dmitry Serebryanskiy

A principios de mayo florecen las blancas flores de los perales de Ussuria. Una serie de admirables perales decoran la principal avenida de esta ciudad centenaria y en el estadio Stroitel, cerca de los perales hay un bosquecillo de durazneros.

Belleza efímera

No hay muchos árboles con flores en los parques y jardines de Vladivostok, por lo que el mejor lugar para deleitarse con el florecimiento de la primavera es el Jardín Botánico. Se encuentra en los alrededores de la ciudad y siempre suele estar lleno de visitantes, que van a oler los aromas de las flores y a hacerse selfies con las primeras prímulas, con los lirios de Persia, con las magnolias, con las violetas, las peonías y los fukis, de grandes hojas que recuerdan a las palmas.

Magnolias. Fuente: El Jardín BotánicoMagnolias. Fuente: El Jardín Botánico

En las islas Kuriles crecen magnolios salvajes y los primeros intentos por aclimatarlos a Primorie no fueron exitosos. Sin embargo, el Jardín Botánico de Vladivostok alberga actualmente una de las mejores colecciones de estos árboles meridionales. Irina Petújova ha pasado más de 30 años recolectando semillas de diferentes variantes de magnolios, plantándolos y seleccionando los que mejor resisten al frío. Las casi 20 variantes de magnolios reúnen a miles de personas que vienen a ver cómo florecen desde mediados de mayo y durante todo junio.

Las peonias de árbol florecen florecen unas semanas antes que las de hierba, a principios y mediados de mayo. Pero la flor, una vez abierta, está en la rama solamente durante unos dos-tres días y no todo el mundo puede alegrarse con esta belleza efímera.

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