El caballo salvaje mongol fue descubierto por el geógrafo ruso Nikolái Przewalski en 1878, pero a finales de la década de 1960 esta especie casi había desaparecido debido a los durísimos inviernos de 1944-1945, que provocaron un grave descenso de su población.
Todos los caballos de Przewalski modernos provienen de los caballos salvajes que quedaban entonces en zoológicos y reservas de todo el mundo.
El caballo salvaje se diferencia del domesticado en el número de cromosomas. El caballo doméstico tiene 64 cromosomas, mientras que el salvaje cuenta con 66.
Basándose en estos datos, los científicos contemporáneos creen que hubo varias especies de caballos y que el salvaje y el doméstico tuvieron antepasados diferentes.
Su aspecto físico también es diferentes: el caballo de Przewalski tiene cola de asno, orejas pequeñas y patas cubiertas de rayas oscuras como una cebra. Una raya oscura también va de la cruz a la cola. Sin embargo, los caballos salvajes y domésticos pueden tener crías juntos.
El caballo de Przewalski está incluido en el Libro Rojo de Rusia y en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). La población se está recuperando en varios países del mundo.
Desde 2015, en la Reserva de Orenburgski en Rusia están tratando de recuperar la población de estos caballos. Las primeras crías nacieron en la estepa de Orenburgo en 2018. Ahora la población local cuenta con unos 100 caballos.
En la naturaleza, los caballos viven en manadas, encabezadas por un macho alfa.
En la reserva, están bajo observación constante de los científicos.
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