1. El desarrollo de aviones supersónicos civiles se planteó poco después de la Segunda Guerra Mundial. En la década de 1960 la idea se puso en práctica.
En 1962, Gran Bretaña y Francia acordaron desarrollar conjuntamente un avión supersónico, bautizado como Concorde. Al mismo tiempo, la URSS comenzó a trabajar en su propio proyecto: el Tu-144.
2. Cada país intentó poner su avión en el cielo antes que la competencia. La Unión Soviética lo consiguió.
El 31 de diciembre de 1968, el avión de pasajeros diseñado por la oficina de diseño Túpolev realizó su primer vuelo de prueba, que duró 37 minutos. El Concorde no despegó hasta el 2 de marzo de 1969.
3. El avión soviético era ligeramente más rápido que su homólogo occidental (2.500 km/h frente a 2.150 km/h) y podía ascender a mayores altitudes (19.000 metros frente a 18.300 metros). “Se parecen en muchos aspectos”, afirmó el diseñador de aviones Alexéi Túpolev. “Nada sorprendente: ambos aviones son de la misma clase: el número de pasajeros, la velocidad, la altitud y el peso son casi idénticos. La identidad de las características básicas también provocó la similitud en la apariencia”.
Las diferencias significativas en el diseño se debían al hecho de que el Concorde estaba destinado a vuelos intercontinentales de Europa a EE UU y viceversa, mientras que el vuelo del Tu-144 debía tener lugar sobre el territorio de la Unión Soviética.
Por lo tanto, el avión franco-británico podía sobrevolar el océano a velocidad supersónica y a menor altitud que el avión soviético. Este último tenía que subir más alto, para que las paredes y ventanas de las casas en tierra no temblaran y los oídos de la gente no se taparan con la transición a supersónico. De ahí las diferencias de peso, consumo de combustible y otra serie de indicadores.
4. El lanzamiento de la producción en serie del Tu-144 a principios de los años 70 se vio empañado por el desastre. El 3 de junio de 1973, durante el espectáculo aéreo internacional de Le Bourget, el primer avión supersónico soviético de serie se estrelló en pleno vuelo y cayó sobre una zona residencial.
Seis miembros de la tripulación y ocho vecinos murieron a consecuencia del accidente. Una investigación no reveló ningún fallo en los sistemas del Tu-144 y nunca pudo determinar la causa de la caída del avión.
5. No obstante, la producción del Tu-144 continuó. En total, se construyeron 16 prototipos. Dos de ellos trabajaron en la ruta Moscú-Almati inaugurada en 1977.
Voló a una altitud de hasta 17.000 m a una velocidad de 2000 km/hora. La distancia de 3.260 km fue cubierta por el avión en dos horas en lugar de cinco para los aviones habituales.
6. “El avión supersónico empezó a ganar altura con un ángulo de cabeceo tan colosal que me sentí como sentado en una nave espacial en despegue: los pies por encima de mi cabeza, el rugido de los motores y la sobrecarga, que duró, para mis sentidos, dos o tres minutos después del despegue”, recordó uno de los pasajeros.
“Poco a poco, la presión en el respaldo del asiento empezó a disminuir. Muy pronto, antes de alcanzar cielos despejados, el auricular anunció: “Queridos pasajeros, nuestra altitud es de 11.000 metros, velocidad de 1.200 kilómetros por hora...”. Yupi, ¡estamos en supersónico!”
7. “Una altitud de 17.000 metros no es de 10.000, ni siquiera de 12.000... La capa de nubes sobre la que volábamos se extendía tan por debajo que casi parecía yacer sobre el suelo.
Esto es especialmente notorio cuando el suelo y las sombras de las nubes son visibles en los huecos de las nubes, casi idénticos a las nubes mismas. Ante ellas hay todo un abismo de espacio, inundado por la deslumbrante luz del sol”, escribió un pasajero encantado.
8. El Tu-144 llegó a realizar 55 vuelos en la ruta Moscú-Almati y transportó a 3.284 pasajeros cuando en 1978 se decidió dejar de utilizar comercialmente aviones supersónicos en la URSS.
El motivo fue un aterrizaje de emergencia del avión durante las pruebas de un nuevo motor, que se estaban realizando en mayo de ese año. Como consecuencia del accidente, murieron dos miembros de la tripulación.
La verdadera razón fue la inconveniencia económica de la aviación supersónica de pasajeros. Los billetes del Tu-144 costaban casi el doble que los ordinarios, por lo que los aviones volaban a menudo medio vacíos. El coste del combustible, del mantenimiento de los aviones y de las infraestructuras relacionadas en tierra era muy elevado. No estaba prevista la apertura de rutas comerciales a Europa.
Tras el cese de la producción, los Tu-144 existentes se utilizaron para el transporte de carga, la formación y los vuelos de prueba. En 1993, los aviones participaron en programas conjuntos de investigación ruso-estadounidenses.
El Concorde tuvo más suerte. Había muchos hombres de negocios en Europa y EE UU dispuestos a pagar grandes sumas de dinero por cruzar el océano en sólo tres horas y media. “El Concorde no dejó de funcionar hasta 2003, tras una subida del precio del combustible, con lo que se puso fin temporalmente al transporte supersónico mundial de pasajeros”.
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