Las fuerzas militares rusas cuentan con 700 portadores de armas nucleares, entre bombarderos estratégicos, submarinos nucleares y silos de misiles balísticos intercontinentales.
Poco se sabe que algunos de ellos pueden operar de forma autónoma y atacar posibles objetivos enemigos, incluso si todo el territorio del país es destruido después de un ataque nuclear.
Este sistema se llama “mano muerta”. Pero, ¿cómo funciona?
¿Qué es la “mano muerta”?
Un misil estratégico
SputnikEl “Sistema Perímetro”, denominado en EE UU y Europa “mano muerta”, es un sistema de control automático de un ataque nuclear de represalia.
En pocas palabras, si el territorio de Rusia es devastado tras un ataque nuclear, el Sistema Perímetro ataca automáticamente el territorio del enemigo con sus propios misiles nucleares.
¿Por qué se creó?
Tras la Guerra Fría, el mando militar soviético comprendió que sólo se necesita un misil nuclear para destruir un puesto de mando que opere instalaciones nucleares.
También estaba claro que los medios de guerra radioelectrónica evolucionarían y podrían bloquear los canales de control estándar de las fuerzas nucleares estratégicas.
Por ello, los militares necesitaban un plan de respaldo fiable para garantizar un ataque de represalia desde todos los silos de misiles intercontinentales con misiles nucleares.
Nuevo concepto de arma
Lanzamiento de prueba del misil balístico intercontinental RS-12M Topol
Ministerio de Defensa de la Federación de Rusia/SputnikPara cumplir la tarea, los ingenieros soviéticos decidieron crear un misil balístico intercontinental (ICBM) que se utilizaría como centro que, tras su lanzamiento, activaría todos los demás silos de proyectiles atómicos en el territorio soviético y los enviaría hacia el enemigo.
El nuevo misil se colocaría en un silo de nueva construcción (que puede soportar un impacto nuclear directo) con coordenadas de vuelo preinstaladas y señales de radio que enviaría a los misiles durante su vuelo.
¿Cómo se creó?
Se eligió un UR-100N (un misil balístico intercontinental codificado como SS-19 Stiletto por la OTAN) como base para la nueva arma. Especialmente para ella, los ingenieros crearon una nueva ojiva dotada de un potente equipo de transmisión por radio.
La construcción comenzó a mediados de los años 70 y, a finales de la década, el prototipo fue enviado a pruebas militares. Las primeras pruebas demostraron que el misil era capaz de volar 4.500 km a una altitud de 4.000 metros y de enviar con éxito señales de radio a otros objetos durante su vuelo.
En cinco años, el mando militar realizó “pruebas de batalla” para comprobar si la nueva arma era capaz de abrir un silo real y enviar el misil nuclear más potente del país a un punto designado.
En noviembre de 1984, el cohete de mando fue lanzado desde la RSS de Bielorrusia y consiguió transmitir una orden de lanzamiento a un silo lanzador cerca de Baikonur, en Kazajstán. El ICBM R-36M que despegó del silo (según la codificación de la OTAN, el SS-18 Satán) alcanzó con éxito su objetivo en una zona determinada del polígono de pruebas de Kura, en Kamchatka, después de haber probado todas las etapas.
Así, la nueva arma demostró ser capaz de viajar por todo el territorio soviético, al tiempo que enviaba órdenes operativas a lo largo de su camino a otros misiles balísticos intercontinentales.
En 1985, el nuevo sistema fue adoptado por el ejército y se sigue utilizando hasta hoy para proteger el territorio ruso.
La “mano muerta” en la actualidad
No sólo consta de misiles, sino también de radares a lo largo del territorio de Rusia y de satélites que recogen información del espacio. Se trata de un complejo sistema informático que analiza constantemente una amplia gama de parámetros: actividades sísmicas, niveles de radiación, así como monitorea los datos de los sistemas de alerta de misiles colocados junto al territorio.
“El sistema pasó por varias modificaciones a lo largo de los años de explotación. En primer lugar, Rusia integró en él nuevos medios de inteligencia radioeléctrica, como los radares de la clase Vorónezh, capaces de detectar lanzamientos de misiles hasta 7.000 km de distancia. En segundo lugar, los ingenieros modificaron su ojiva para que resistiera los nuevos medios de guerra electrónica que apagan las señales de radio”, afirma Iván Konoválov, director de Desarrollo de la Fundación para la Promoción de las Tecnologías del Siglo XXI.
Según él, los misiles de la “mano muerta” están en la línea de recibir bloques de misiles hipersónicos. Estos bloques le permitirán volar a una velocidad de 5-7 km/s.
“Los nuevos misiles se integrarán en el ejército junto a los nuevos ICBM de la clase Sarmat. Estos últimos misiles se incorporarán al ejército a mediados de la década de 2020. Entonces, la versión hipersónica modificada de los misiles de la mano muerta aparecerá junto a ellos”, afirma el experto.
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