El jaganato, un pueblo seminómada de Asia Central, que existió desde el siglo VI d.C., se extendió por las actuales zonas geográficas del sur de Rusia, Kazajistán, el este de Ucrania, el Cáucaso y parte de Turquía, antes de iniciar su declive en el siglo XI, y dejó tras de sí muchos misterios, entre ellos la ubicación exacta de su legendaria capital, Itil. Sin embargo, recientes descubrimientos en el sur de Rusia, a orillas del mar Caspio, podrían resolver finalmente este enigma, informa Rossiskaya Gazeta.
A mediados del siglo pasado, el escritor Lev Gumiliov (1912-1992), especialista en los pueblos esteparios, y más concretamente en los jázaros, había iniciado una expedición cerca del delta del Volga, sobre las huellas de este imperio desaparecido. En aquel entonces, sólo se encontró un único cráneo perteneciente a uno de los representantes de este grupo étnico. El hombre de letras y etnólogo sugirió, por tanto, que la capital medieval del jaganato había sido engullida por las aguas crecientes del Caspio tras su decadencia y que, por tanto, era conveniente buscar sus restos en los puntos que aún afloraban en las cercanías. No fue hasta este verano, en junio, cuando los investigadores locales, acompañados por sus homólogos de la Universidad Estatal de Moscú y del Museo Arqueológico de Donetsk, emprendieron estas excavaciones en la región de Astracán.
“Gumiliev nos dejó una pista”, declaró a Rossiskaya Gazeta Damir Soloviov, jefe de la nueva expedición e investigador principal del Museo-Reserva de Astracán. En su libro El descubrimiento de Jazaria, escribió que en las cercanías de las aldeas de Semibugri y Barani Bugor, en el delta del Volga, se encontraron en el suelo cerámicas características del período jázaro. Estudiamos la zona mediante la arqueología del paisaje e identificamos lo que ahora se llama el “corredor jázaro”, dentro de cuyos límites se descubrieron raros artefactos.
Entre los hallazgos, desenterrados en ambas orillas del río Bolda, en el delta del Volga, se encuentran monedas, anillos, fragmentos de ánforas típicas del periodo jázaro y tejas y ladrillos que indican la existencia de auténticos palacios en el pasado.
Nunca antes se había encontrado tal cantidad de objetos de esta época en la región. Por otra parte, aunque todavía es demasiado pronto para afirmar que este descubrimiento es la antigua capital jázara, la ciudad descubierta durante esta expedición era sin duda de gran importancia. Sin embargo, según las fuentes escritas que han llegado hasta nosotros, aparte de Itil, no se encontró ninguna otra ciudad de este tamaño en las orillas del Volga en aquella época, “lo que da a los arqueólogos motivos para hablar del carácter sensacional del descubrimiento”, concluye el periódico.
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