Nepobedimi terminó sus estudios en la universidad Bauman de Moscú especializándose en Ingeniería mecánica de munición, al mismo tiempo que la Segunda Guerra Mundial llegaba a su fin.
Entonces tuvo lugar un hecho en la vida del constructor que influiría no solo sobre el destino de Nepobedimi sino sobre el de toda la construcción de misiles de la URSS. El KGB le propuso al joven universitario trabajar para ellos. Era un trabajo que se consideraba muy prestigioso. Pero el joven especialista fue en contra de las normas y encontró trabajo en la Oficina de construcción de maquinaria de Koloménskoe, convirtiéndose posteriormente en constructor jefe. Hoy en día esta oficina es famosa en todo el mundo por sus sistemas de misiles ‘Iskander-M’ e ‘Iglá’.
Misiles a precio de un televisor
La dedicación a su trabajo que tenía Serguéi Nepobedimi se demuestra en que asistió a todos los lanzamientos de pruebas de sus creaciones. Uno de los polígonos se encontraba a 400 km de su lugar de trabajo y las pruebas se realizaban casi cada semana y a veces incluso con más frecuencia.
Cuando estas terminaron calculó que había recorrido una distancia que equivalía a un viaje a Ecuador desde Moscú. En una de estas pruebas, la de un misil antitanque ‘Shmel’, se le acercó un tembloroso soldado, lleno de miedo y muy nervioso.
Tras este incidente se estableció que había que introducir un sistema de preparación psicológica para los soldados que operaban los aparatos.
Por otro lado, los constructores temían que el Estado gastara demasiado en sus creaciones pero esto no significaba que el precio de coste del armamento soviético fuera muy alto, sino más que bien que no sabían contar el dinero. Los hechos demuestran que la situación era la contraria, entre otras cosas, porque la idea fundamental de toda la tecnología soviética era la sencillez y una alta efectividad.
Los mejores sistemas de defensa antimisiles
Un hecho poco conocido es un ejemplo de cómo se redujeron los costes del misil teledirigido ‘Maliutka’ hasta dejarlo en el precio de un televisor en blanco y negro: 500 rublos. Y eso a pesar de que el misil incluía novedades de alta tecnología como la electrónica o la introducción del plástico en el cuerpo de la ojiva (el cuerpo era de plástico lo que suponía todo un avance en 1960).
Gracias a este bajísimo precio de producción la Unión Soviética era capaz de producir 40.000 unidades de ‘Maliutka’ al año. Por eso hoy en día en los almacenes de muchos ejércitos del mundo se almacenan hasta 200.000 unidades de este misil.
Hay otro hecho curioso en la historia de los desarrollos de Nepobedimi, relacionado con el ‘Maliutka’, China y una camisa de moda.
A comienzos de los años 60, durante el mandato de Nikita Jrushov las relaciones con China se enfriaron, lo que provocó una interrupción de las exportaciones de seda china. Esta se utilizaba en la fabricación de cables para los misiles con los que durante el vuelo se dirigía el disparo.
Nepobedimi no conseguía encontrar un sustituto para la seda china hasta que un día en una reunión vio a un colega con una camisa de lavsán, un material con el que se tejían camisas y vestidos de diferentes colores.
El nombre de este material creado en la URSS; ‘lavsán’, venía de la contracción de ‘Laboratorio de formaciones moleculares de la Academia de Ciencias de la URSS’. Este material para vestidos se convirtió en la “camisa” militar de los ‘Maliutka’.
Nepobedimi fue el creador de sistemas de armamento como el complejo de misiles tácticos balísticos ‘Oka’, el complejo de misiles tácticos ‘Tochka-U’, el misil antitanque ‘Jrisantema’, el sistema de defensa aérea portátil ‘Strela’ o el ‘Iglá’. Creó una nueva dirección en el armamento: los “Complejos y sistemas de defensa activa” para tanques, helicópteros y los silos de misiles balísticos.
LEE MÁS: Así volaba el ‘Pulpo volador’ del diseñador ruso-rumano-estadounidense Georgui Bothezat