Es cierto que cuando hay un terrorista que usa un rehén como escudo humano o cuando un terrorista suicida está a punto de estallar, solo hay una oportunidad para hacer el trabajo y salvar a la gente. Pero hay otras circunstancias en las que se pueden hacer muchos disparos y se puede fallar algunos de ellos.
Por ejemplo, las batallas en zonas rurales rara vez se pueden ganar con un solo disparo preciso a la cabeza de un comandante enemigo. La mayoría de las veces hay que eliminar varios objetivos, empezando por un observador y terminando con equipos de ametralladoras y equipos antitanque. O tal vez se necesita cubrir al equipo y mantener a los enemigos detrás de una obstrucción mientras los tuyos avanzan o retroceden.
Acabar con una vida humana es más fácil de lo que la gente cree. Un francotirador de las Fuerzas Especiales es una persona bien entrenada con una mentalidad específica. Ninguna persona de mente débil termina con un rifle siendo para disparar a alguien que tiene a un prisionero como escudo humano. Hay un momento exacto en el que un francotirador debe apretar el gatillo y este milisegundo no se puede perder debido al miedo a hacer el trabajo.
En las películas se dramatizan este tipo de escenas. Los francotiradores viven vidas normales una vez que terminan con su vida militar.
Tumbarse en la tierra, en los arbustos o bajo el sol abrasador durante todo el día sin la más mínima posibilidad de moverse requiere de personas que sean capaces de hacer un trabajo monótono durante horas sin descanso.
Un francotirador de las Fuerzas Especiales es también una persona bien formada. Debe ser un experto en balística para poder trabajar contra los elementos, como el viento (calculando la velocidad y las desviaciones resultantes en la trayectoria de una bala durante el vuelo). Además tiene que saber cómo camuflarse en su área de operaciones.
Lleva años de entrenamiento enseñar a una persona todo eso.
A mediados de 2017 se informó de que un operador anónimo de las fuerzas especiales canadienses, con base en el Irak, había matado a otro francotirador, a la mayor distancia registrada nunca: un disparo desde 3.540 metros. Normalmente los francotiradores tienen que eliminar objetivos mucho más cerca.
A los francotiradores de la policía se les enseña a disparar a objetivos a no más de 500 metros de distancia en las zonas urbanas. Tienen que ser capaces de acertar un cuadrado de 30 cm a esas distancias.
A los francotiradores militares se les enseña a dar en blancos a un kilómetro de distancia. La tarea aquí consiste simplemente dar en el blanco, ya que el calibre requerido para tales distancias asegura que las partes del cuerpo serán arrancadas en el impacto, asegurando la muerte del enemigo por pérdida de sangre, en cualquier escenario.
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