A finales de la guerra civil rusa (1917-1922) el Ejército Rojo utilizaba el revólver belga Nagant, un arma eficaz pero desfasada, ya que databa del siglo XVIII. Debido a ello, decidieron que era el momento de crear una pistola propia.
Sin embargo, en aquella época los ingenieros soviéticos carecían de experiencia creando pistolas de cañón corto, así que pasaron años hasta que se desarrolló una adecuada para el ejército. En 1927, la URSS fabricó su primera pistola, con calibre de 6,35 mm. Se llamó Korovin y se distribuyó entre los oficiales y los altos generales del ejército. El arma tenía numerosos fallos y fue un fracaso.
“En primer lugar, era una pequeña pistola con una empuñadura corta. Era más adecuado para el bolso de una mujer que para la funda de pistola de un oficial”, explica a Russia Beyond Dmitri Safónov, antiguo analista militar de Izvestia.
Es más, pronto quedó claro que los cartuchos no eran lo suficientemente potentes en combate. Los soldados rusos necesitaban más capacidad de fuego.
La pistola TT-30
Los ingenieros rusos decidieron desarrollar un cartucho, basado en la Mauser alemana de 7,63 mm. Así que a principios de los años 30 la URSS se armó con la famosa pistola TT-30. La construcción era una versión simplificada de la Brauning. La TT-30 contaba con los potentes cartuchos de 7,62 x 25 que salían de la pistola a 420 m/s.
“Estos cartuchos pueden atravesar árboles y eliminar a quien se esconda detrás. Era una munición potente para su época y con mayor precisión que otras”, añade Safónov.
Según explica, el calibre de la Nagant y de la TT-30 era muy similar, aunque la potencia de fuego de la segunda era el doble, debido a la cantidad de pólvora que utilizaban los cartuchos.
“La TT-30 era un arma solvente que encantaba a los soldados de la URSS. Por cierto, los gánsteres rusos de los años 90 también estaban armados con esta pistola, ya que las TT-30 llegaron al mercado negro del país”, continúa el experto. Aunque la pistola no tenía un modo seguro, lo que hacía que fuera peligrosa. Era más barato desarrollar una nueva pistola que añadir estas características de seguridad. Fue así como nació la pistola Makárov.
La pistola Makárov
Después de la Segunda Guerra Mundial el ejército necesitaba una nueva pistola, que fuera adecuada para la policía y el ejército. En los años 50 los ingenieros crearon un nuevo cartucho de 9 mm. El nombre del inventor pasó a la historia del armamento ruso.
Se trata de una pistola semiautomática que es más pequeña que la TT-30 y pesa alrededor de 810 gramos.
“Los oficiales del ejército y de las fuerzas de seguridad estaban armados con la pistola Makárov. Incluso en los años 70 se entregó a los aviadores durante los vuelos, después de que los terroristas secuestraran un avión civil que volaba de Sujumi a Krasnodar”, explica Víktor Litovkin, experto en armamento de TASS, a Russia Beyond.
“El primer hombre en el espacio, Yuri Gagarin, la tenía a bordo el 12 de abril de 1962. Obviamente no la necesitaba para luchar contra los alienígenas sino para protegerse de los animales salvajes si algo iba mal en su vuelta a la Tierra y aterrizaba en medio de la tundra”, añade el experto.
Aunque la pistola también tenía una debilidad ergonómica, por lo que era inadecuada para los grupos de operaciones especiales. La empuñadura no era muy cómoda y era difícil cambiar los cartuchos rápidamente.
“También tiene un visor muy pequeño, por lo que es difícil hacerse un experto apuntando con ella”, señala Litovkin.
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