Aviones de combate espaciales
Cuando a finales de los años 50, EE UU lanzó un programa para crear el Boeing X-20 Dyna-Soar, la URSS también decidió crear su propio avión militar espacial de última tecnología. Fue así como nació el proyecto “Spiral”.
Según el plan, el aparato soviético debería lanzarse desde un avión de carga y entrar en órbita. Las modificaciones del avión harían que pudiera realizar diferentes tareas.
Tras llegar a una altitud de 130 km, realizaría acciones de reconocimiento de objetos, tanto en órbita como en la Tierra. Entre sus tareas potenciales estaba la informar a un avión espacial de combate sobre las coordenadas de un objetivo.
Los aviones de combate podrían acabar con objetos en la Tierra mediante el lanzamiento de misiles “espacio-tierra”, con cabezas nucleares. El objetivo prioritario serían los grupos de ataque de portaaviones del enemigo. Incluso sin un misil se desviaba 200 m, el objetivo iba a quedar aniquilado.
Las próximas modificaciones implicaban interceptores de objetos espaciales. La versión de combate corto atacaría objetos en órbita con misiles autoguiados a una distancia de 30 km, mientras que los interceptores de largo alcance tendrían una capacidad de 350 km.
Como alternativa se pensó que los aviones espaciales del proyecto “Spiral” podrían ser transportados por transbordador reutilizable Burán-B, el análogo soviético a los estadounidenses.
En la actualidad en el Museo Central de las Fuerzas Aéreas en Mónino, es posible ver uno de los primeros prototipos del avión espacial, el MiG 105-11.
Estaciones espaciales de combate
El primer proyecto de este tipo tuvo el nombre en clave de “Diamante”, al que le siguieron “Escita” y “Cascada”. Tras entrar en órbita, parecería que estas estaciones de combate tenían una misión pacífica, pero cambiarían hasta ser necesarias por el ejército.
Entre sus objetivos estaba el de destruir las naves espaciales enemigas, los misiles balísticos intercontinentales así como importantes objetivos navales, aéreos y terrestres.
La principal diferencia entre las estaciones era el tipo de armamento utilizado. Mientras en “Cascada” habría, en teoría, misiles para atacar objetivos en la órbita baja de la Tierra (2.000 km sobre el Ecuador, o menos), se suponía que “Escita” tenía que acabar con los objetivos con un arma láser en la órbita media de la Tierra (encima de los 2.000 km) y la órbita geoestacionaria (35.786 km).
Además, se planeaba la protección de las estaciones pacíficas con el cañón automático Nudelman-Rijter, que iba a ser reemplazado por los misiles futuristas espacio-espacio, que nunca llegaron a ver la luz.
Satélites de combate
Una de las tareas más importantes de la guerra espacial era acabar con los satélites del enemigo. Había diferentes maneras de disparar contra ellos. Por ejemplo, con misiles balísticos desde estaciones en tierra, desde barcos o aviones. Con este propósito los ingenieros soviéticos trabajaron en el desarrollo del sistema de protección espacial Naryad. También trabajaron en un misil antisatélite para el avión MiG-31. Aunque estos proyectos nunca llegaron a completarse.
Otra de las maneras, y que fue prioritaria en la URSS, era acabar con los satélites utilizando satélites de combate Estas pequeñas máquinas se pondrían en órbita con la tarea específica de atacar un satélite enemigo y lanzar artillería shrapnel para destruirlo. Una explosión como esta sería eficaz en un área de un kilómetro.
Al contrario que otros proyectos espaciales de combate, este programa fue completado con éxito. Se puso en servicio en 1979 y fue abandonado en 1993.
Armas para cosmonautas
La URSS no solo diseñó naves espaciales de combate sino que también creó armas personales para los cosmonautas. Una de las más conocidas es la pistola de tres cañones TP-82. Como no estaba permitido el uso de armas de fuego en el espacio, la pistola se hizo para que los cosmonautas la utilizasen, en caso de necesidad, contra animales salvajes tras el aterrizaje.
Los ingenieros soviéticos también diseñaron una pistola láser para la guerra espacial. El objetivo era que proyectase un rayo capaz de desactivar los sensores ópticos de una nave enemiga.
También tenía la capacidad para cegar a un humano a una distancia de 20 metros. Hay un prototipo en el Museo de Pedro el Grande de la Academia de las Fuerzas de Misiles Estratégicos, situado en la región de Moscú.
Esta es la verdadera historia del Burán, el transbordador soviético.
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