Jueves. Es una mañana nevada y helada en el pueblo de Strelna, a 30 kilómetros de San Petersburgo. Cientos de personas arrastran los pies lentamente desde la estación de tren y las casas cercanas hasta el 61º taller de la planta de reparación de tanques blindados, donde ensamblarán el nuevo lote de acorazados T-80, que se enviará a las regiones más frías del país.
El día del trabajador comienza a las ocho de la mañana en el taller que contiene estantes de siete metros de altura con piezas de repuesto para todos los modelos. Lo único que no se puede encontrar aquí son detalles de los tanques ‘Armata’ de nuevo formato, y sólo porque nunca tendrán que ser reparados en la planta.
Varios grupos, compuestos por de cuatro a nueve hombres de 40 años de edad, van hacia la gerente con una lista de todas las partes necesarias y luego se dispersan entre los estantes y recogen todas las piezas en cajas de madera. Después, las colocan en carros y las llevan a los talleres donde se encuentran alineados alrededor de 150 tanques de fabricación soviética con motores a reacción.
Estos tanques T-80, una especie de Ferrari o Lamborghini en el mundo de la tecnología blindada, serán mejorados. Sólo que en lugar de las autopistas, estas bestias con orugas arrasarán campos de tiro y carreteras sin asfaltar.
Los constructores soviéticos fueron capaces de crear este monstruo metálico de 46 toneladas en la década de los 70. Puede acelerar a lo largo de un terreno escabroso a 70 km/h. Sólo el nuevo ‘Armata’ puede presumir de marcas similares.
Sin embargo, al igual que con los coches de lujo, el precio de tener un tanque T-80 era increíblemente alto. En las zonas más intransitables, esta máquina quemaba un litro de combustible… ¡en sólo UN kilómetro! Es por esto que hace varios años se les dijo a los constructores de armas de la planta de Uralvagonzavod que resolvieran este problema y modernizaran el tanque.
En consecuencia, cada tanque está siendo desarmando perno a perno y sometido a un ciclo completo de modernización. Sorprendentemente, sólo cinco hombres, una grúa y hasta cuatro días son necesarios para desmontar un tanque de 46 toneladas.
Después, los instaladores, montadores, ópticos y electricistas comienzan su trabajo.
Una parte del equipo se ocupa de la modernización del motor. A diferencia de sus hermanos de motor diesel, los tanques T-80 tienen motores de turbina. Técnicamente, se parecen a los motores de los aviones. Incluso el sonido de la T-80 es similar al de un avión de pasajeros que despega de la pista.
El ciclo completo de modernización toma hasta 60 días para cada tanque. En este período se examina el motor, se sustituyen las partes desgastadas por otras nuevas y se coloca el motor en un soporte para que el “corazón” del monstruo metálico pueda ser calibrado.
Los sistemas electrónicos de estas máquinas se han pasado 30 años acumulando polvo en hangares durante 30 años desde el colapso de la Unión Soviética (era demasiado caro para el nuevo estado usar máquinas tan rápidas). Los jóvenes (no hay damas en esta sección) repasan kilómetros de alambres, algunos de los cuales son soldados de nuevo; en otros lugares los alambres son “tejidos” de nuevo.
Una vez listos, los lotes de electrónica recién fabricada se colocan en carros y se bajan al taller, donde son instalados en los tanques.
Junto a los operarios que trabajan en el cableado, hay un hombre mayor y robusto que trabaja con lentes de aumento.
Es responsable de los dispositivos de visión nocturna, así como de los sistemas láser y de visión óptica
Además, los mecánicos e instaladores tendrán que examinar todos los sistemas de disparo del T-80. Cada cañón de 125 mm es retirado de la torre del tanque (se usara para disparar balas de fogueo en el centro del taller, para comprobar su mecanismo). El estruendo es tan fuerte que las ventanas vibran y las tiemblan.
Cuando se han reemplazado todos los detalles, se han enfriado los sistemas, la electrónica ha sido instalada, el motor perfeccionado y se han fijado todos los matices necesarios, un equipo de nueve personas comienza a ensamblar el tanque.
El modelo ensamblado es enviado al polígono de tiro, donde antes de ser entregado al Ejército, debe recorrer unos 100 kilómetros y “saltar” sobre árboles derribados, zanjas y trincheras.
Después de todas las pruebas en la planta y en el campo de tiro, las máquinas T-80 “rejuvenecidas” se reúnen bajo un mismo techo. Allí aguardan la llegada de militares profesionales que realizarán sus propias pruebas, tras las cuales se enviarán a unidades militares que protegen las fronteras del lejano norte ruso.
¿Quieres ver en un video a una de estas máquinas de 46 toneladas haciendo un trompo de 180 grados? Pincha aquí.
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